Un comienzo poco feliz
El primer vuelo de guerra… luego serán muchos, más
, más significativos, siempre responsables, difíciles y arriesgados.
Pero el bautismo de fuego se le quedó grabado en la memoria para
siempre.
Octubre de 1941. La escuadrilla de bombarderos en
picado (A.B.P.) “PE-2” recibió la misión de atacar a las tropas
germano-fascistas que atacaban Moscú. Entre los aviones estaba el que
pilotaba Pável Plotnikov. El joven piloto no fogueado aún, se esforzaba
por mantener la formación, la distancia y los intervalos. A veces lo
lograba y entonces parecía que los bombarderos estaban realizando un
vuelo de entrenamiento. De pronto, el observador comunicó:
- Estamos llegando a la línea del frente.
Entonces, Plotnikov vio por delante una especie de
bonetes pardo-oscuros, o sea, las explosiones de los proyectiles
antiaéreos que se aproximaban cada vez más. El avión trepidó por una
explosión cercana. La metralla de los proyectiles alcanzó su
revestimiento. Involuntariamente, el joven piloto comenzó a girar los
mandos, ora a la derecha ora a la izquierda, procurando desviarse de las
explosiones, como soldado novato que baja la cabeza cuando ya han pasado
las balas.
- Mantener el rumbo- pidió el navegador.
Eso significa que se requiere dirigir el avión en
línea recta para poder precisar la puntería al objetivo y bombardear con
exactitud.
Pero ¡qué rumbo! Plotnikov iba de un lado a otro,
evitando cada explosión de los antiaéreos y dando tantos tumbos que no
cabía ni hablar de enfilar con exactitud al blanco.
El avión ya había dejado atrás el blanco y el
navegador lanzó las bombas las que obviamente no cayeron en la batería
artillera que era preciso destruir.
A Pavel Plotnikov esta primera misión de guerra se
le quedó grabada en la memoria y, sobre todo, la fuerte reprimenda del
jefe del regimiento Iván Polbin:
“- A pesar del fuego antiaéreo y de las ráfagas de
ametralladoras, el piloto siempre tiene que mantener su lugar en la
formación y seguir exactamente el rumbo. En eso consiste su intrepidez y
maestría.”

Pavel Plotnikov
Primeros éxitos
Pasaron días y meses y el joven piloto se iba
forjando y adquiriendo experiencia en los innumerables combates. Un día,
Plotnikov realizaba una misión de reconocimiento. Luego de fotografiar
una concentración de tanques enemigos, el avión abandonaba el objetivo.
En ese momento, el ametrallador y radio-operador Mijeiev, vio que dos
cazas enemigos se disponían a atacar por detrás, de arriba hacia abajo,
por la parte del sol. Plotnikov dio un profundo viraje para escapar del
ataque.
Los “Messerscmitt” pasaron cerca del bombardeo
soviético. Plotnikov pudo distinguir cómo los pilotos germanos le
señalaban con los dedos hacia abajo, hacia la tierra: “Kaputt,
preparaos”. Estaba claro que los cazas volvían al ataque.
“Te equivocas, no me derribarás” pensó con ira
Plotnikov y empujó con energía los mandos hacia delante. Mientras los
“Messerschmitt” viraban, el bombardero picó hacia la tierra. Pero su
velocidad era inferior a la de los cazas y éstos lo alcanzaban cuando
Plotnikov iba a vuelo rasante, casi rozando la copa de los árboles. Los
cazas se encontraban atrás y arriba y a pesar del fuego que sobre ellos
lanzaba el ametrallador Mijeiev, continuaban en su empeño. Lo único que
aliviaba la delicada situación del bombardero era que su cercanía a la
tierra disimulaba su silueta dificultando la puntería a los cazas
atacantes.
De pronto, Plotnikov ve que hacia el frente hay un
gran campo de grano amarillo, contra el cual su avión destacaría como en
la palma de la mano. ¿Hacia dónde virar? La imaginación le funcionaba
febrilmente, ¿Qué hacer? Un segundo más y sería el fin.
Los “Messerschmitt” advirtieron que se les
presentaba el momento favorable para atacar. Aumentaron la velocidad. La
distancia entre ellos y el bombardero soviético se acortaba rápidamente
y en cualquier momento caería sobre él un diluvio de plomo.
La decisión fue instantánea: Plotnikov redujo las
revoluciones del motor y tiró de los mandos enérgicamente hacia sí. El
bombardero se movió como un caballo encabritado y perdió velocidad cual
si le tirasen de la cola hacia atrás. Los pilotos germanos no esperaban
eso. Para no estrellarse contra la tierra, sacaron sus aviones del
picado y perdieron velocidad. Además, a la salida del picado tuvieron
que pasar por delante del bombardero. El navegador aprovechó
inmediatamente esta oportunidad y con una larga ráfaga acribilló a un
caza que se estrelló contra el suelo.
El otro “Messerschmitt” dio un largo viraje y se
retiró. Plotnikov estabilizó el avión, que a poca velocidad, apenas se
sostenía en el aire, aumentó las revoluciones del motor y puso rumbo a
su aeródromo.
Un bombardero había derribado a un caza. Algo muy
excepcional. El desenlace de este combate lo decidió la maestría y
habilidad de Plotnikov.
En defensa de la Patria
Verano de 1942. Las tropas germanas arremetían
contra Stalingrado. Los aviadores soviéticos efectuaban varias misiones
diarias para ayudar a que las tropas terrestres rechazaran al enemigo.
La tripulación de Plotnikov acababa de realizar una misión y se hallaban
rendidos. El piloto, el navegador y el ametrallador radio-operador,
descansaban bajo las alas del avión discutiendo los pormenores del
vuelo. En ese momento llegó un enlace y transmitió la orden: “Que
Plotnikov se presente inmediatamente al jefe del regimiento.”
Pavel se dirigió a paso ligero al puesto de mando.
El coronel Polbin se encontraba sentado a la mesa examinando un mapa.
-Tenemos que realizar una importante misión, dijo.
Importante y complicada y hemos decidido encomendársela a su unidad.
El jefe miró el mapa. ¿Conoce usted bien la zona de
Morozov?
- Ayer bombardeamos allí unos tanques- respondió
Plotnikov.
Bien. Aquí, al oeste de la estación ferroviaria, en
este bosquecillo, los alemanes tienen grandes depósitos bien camuflados
de combustible para tanques. Comprenderá usted lo importante que es para
nosotros que estos depósitos sean destruidos.
- Lo comprendo, replicó Plotnikov.
El calor del día comenzó a decrecer cuando tres ABP
“Pe-2” se elevaron uno tras otro del aeródromo y tomaron altura. Pronto
se unieron a ellos los cazas de protección. Los “Pe-2” volaban en
formación cerrada, ala con ala. Estaban llegando al objetivo y los
germanos aún no abrían fuego; no querían descubrir el emplazamiento de
los depósitos.
Mas, cuando los bombarderos estuvieron casi encima
del objetivo y Plotnikov, situó su avión en picado, la artillería
antiaérea abrió un fuego huracanado.
Durante el picado, Plotnikov apuntó a los
depósitos. Se desprendieron cuatro bombas. Al salir del picado vio la
llamarada de las explosiones y luego largas columnas de humo.
El segundo avión, como se había acordado, atacó a
los antiaéreos, y el tercero lanzó también sus bombas contra los
depósitos.
Los “Pe-2” dieron otra pasada. Al abandonar la zona
del objetivo vieron nuevas columnas de humo negro y numerosas
explosiones que generaban olas de fuego y humo.
Plotnikov, transmitió por radio sus felicitaciones
a los integrantes de la exitosa misión.
En noviembre de 1942, por su valentía y arrojo, fue
condecorado con la Orden de la Bandera Roja. Allí donde era más difícil,
donde para cumplir la misión se requería extraordinaria maestría y
habilidad, el jefe del regimiento enviaba a Pavel Plotnikov.
Pronto llegaría un nuevo éxito. El servicio aéreo
de reconocimiento informó que en el puerto de Taganrog en el Oblast de
Rostov, había atracado un gran navío de carga con importantes
suministros para las fuerzas invasoras. La orden fue breve y clara:
Hundirlo.
¿Pero cómo? El puerto estaba estaba erizado de
ametralladoras y artillería antiaérea… ¿Enviar un grupo numeroso de
bombarderos? Pero sería rápidamente descubierto y sufrirían graves
pérdidas.
Se decidió enviar un único avión que debía atacar
desde gran altura. A un avión solitario le es más fácil irrumpir de
improviso en el objetivo. A gran altura es menos vulnerable a las
defensas antiaéreas. Pero desde gran altura el buque apenas se percibe
como un pequeño punto y acertarle sólo podría lograrlo un gran piloto.
Plotnikov se aproximó a la zona del objetivo. Ya se
veía el puerto. El “Pe-2” entró en picado. Un sentimiento muchas veces
experimentado se apoderó de Plotnikov: el de plena compenetración con su
avión que dócilmente picaba a plena velocidad. Como un ser vivo, el
bombardero temblaba con la tensión del descenso, en los oídos de
Plotnikov se confundían el poderoso ruido del motor con el silbido del
aire. El ángulo del picado era el máximo y también la velocidad. Las
señales que dejaban las explosiones de los proyectiles antiaéreos
perseguían al avión pero quedaban atrás, pues los artilleros enemigos no
podían cambiar el ángulo de tiro con tanta rapidez.
Cuatro puntos alargados, como gotas de agua se
desprendieron del avión, y siguiendo exactamente la trayectoria
calculada, terminaron su recorrido con una potente explosión sobre el
buque. El enorme navío se desintegró como si fuera de cáscara de huevo y
se hundió lentamente.
Entretanto, el bombardero se alejaba velozmente del
puerto. Después de esta misión, en el regimiento llamaron a Plotnikov
“el francotirador del
aire”.

Preparando un ataque
En septiembre de 1943, su escuadrilla bombardeó un
puente sobre el Dnieper, de gran importancia estratégica. En noviembre,
destruyeron dos trenes en la estación ferroviaria Smela, misión en la
cual, Plotnikov derribó un caza enemigo. He aquí como ocurrió esto:
La nieve había cubierto la tierra con una corteza
de hielo y el tiempo era muy malo para volar, por lo que sólo podían
hacerlo las tripulaciones más experimentadas. El servicio de
reconocimiento aéreo informó que el enemigo estaba trasladando
intensamente grandes reservas por el nudo ferroviario Smela. Había que
destruir la estación. Para esta misión, el jefe del regimiento envió dos
bombarderos: el de Pavel Plotnikov y el de Ivan Pashkov.
Luego de despegar, y por un corto tiempo, el avión
de Plotnikov voló entre nubes. En los perfiles delanteros de las alas,
el piloto vio dos manchas blancas apenas perceptibles. “Congelación”,
pensó contrariado. Eso significaba que el peso del avión podía aumentar
y los motores no podrían mantenerlo en el aire: la carga de bombas era
la máxima. El aparato empezó a zarandearse. Bajo el peso del hielo podía
irse a tierra. Para evitarlo, había que salir de las nubes y situarse
donde el aire era más templado. Plotnikov decidió atravesar las nubes
hacia abajo. Empujó suavemente los mandos y el avión comenzó a
descender. El altímetro señalaba 200… 150… 100… 75 metros y aún no
lograba ver la tierra. De seguir descendiendo podría encontrarse de
improviso con árboles o edificaciones. Por fin, a 50 metros de altura,
la nubosidad se disipó y la tripulación dio un suspiro de alivio al ver
la tierra cubierta de nieve.
Plotnikov aumentó la velocidad al máximo y atravesó
la zona peligrosa a baja altura. Por delante, brillaba la tortuosa cinta
del Dnieper. Cuando el bombardero se aproximaba a la estación de Smela,
Plotnikov vio el avión de Pashkov perseguido por dos cazas enemigos que
se disponían a atacarle.
El aparato de Pashkov maniobró enérgicamente en ese
instante y evitó el ataque internándose en las nubes. Los Messerschmitt
se mantuvieron por debajo, espiándolo. El encontronazo con los cazas
enemigos podía frustrar el cumplimiento de la misión. Plotnikov decidió
internarse en las nubes y poner rumbo y poner rumbo hacia donde estaban
los cazas enemigos.
Los Messerschmitt estaban muy bajos, a unos cientos
de metros. Ya era hora de abrir fuego. Plotnikov les salió por detrás y
los atacó a corta distancia. Una ráfaga, dos, tres… A la cuarta, un caza
enemigo se incendió y pocos segundos después se estrellaba contra el
suelo. El otro caza intentó atacar al “Pe-2”, pero el bombardero
soviético se internó en las nubes. Mientras se desarrollaba este extraño
combate, Pashkov irrumpió al norte de la estación Smela y lanzó las
bombas.
El avión de Plotnikov, puso rumbo al oeste. El
piloto soviético decidió entrar al objetivo por la retaguardia para
desviar a los cazas enemigos de la zona del objetivo y bombardear sin
obstáculos. Sus cálculos se justificaron. La artillería y las
ametralladoras antiaéreas, dispararon contra Plotnikov sólo cuando ya
habían explotado las bombas y el bombardero se retiraba del objetivo.
La misión había sido cumplida exitosamente. En la
estación de Smela, ardían los ternes y explotaban las cisternas de
combustible. Ambos aviones regresaron sin contratiempos a su base.
Pero no había tiempo de celebraciones. La guerra
continuaba sin tregua.
Unos días después, nueve bombarderos en picado
regresaban a su base luego de una exitosa misión. El jefe de grupo, Iván
Polbin y todas las tripulaciones volvían felices luego de asestar un
duro golpe a una unidad de tanques germanos. De pronto, el ametrallador
del avión guía informó:
- Por la izquierda, delante del grupo se observan
bombarderos enemigos.
Polbin miró a la izquierda y divisó a lo lejos una
formación de aviones enemigos que se dirigían hacia las líneas de tropas
soviéticas. Rápidamente se puso en comunicación con el puesto de mando e
informó de la situación. Mientras tanto pensaba: hasta las posiciones de
las tropas soviéticas hay unos diez kilómetros. Aunque nuestros cazas
alcancen a despegar no tendrán tiempo de interceptar a los enemigos.
¿Qué hacer?
Polbin consideró rápidamente: los aviones enemigos
van cargados de bombas. Eso dificulta su capacidad de maniobra. Los
aparatos soviéticos van descargados. Además, en velocidad y maniobra
superan a los bombarderos enemigos. Luego de calcularlo bien, Polbin
decidió convertir sus bombarderos en cazas, atacar al enemigo con el
fuego de sus cañones y ametralladoras y no permitir que arribaran a las
posiciones soviéticas.
- ¡Cierren formación y prepárense para atacar!
Ordenó Polbin
Los aviones soviéticos se infiltraron en formación
de cuña en medio de los bombarderos enemigos haciendo intenso fuego con
todas sus armas. La sorpresa fue total. Inmediatamente fue alcanzado un
avión enemigo el cual cayó incendiándose y dejando tras sí una estela de
humo.
El aparato de Plotnikov iba en la primera patrulla
de la derecha. Enfiló su avión al de cabeza del grupo enemigo y disparó
una ráfaga tras otra. El avión germano se incendió como una antorcha.
Era el tercer avión que derribaba la tripulación de su bombardero.
La formación de los aviones enemigos se dispersó.
Lanzando a toda prisa y al azar las bombas, comenzaron a virar huyendo
hacia espacios más seguros.
En este combate, los Pe-2 de Polbin derribaron un
total de cinco bombarderos germanos.
Por el cumplimiento ejemplar de las misiones
encomendadas por el mando en la lucha contra los invasores germanos, por
su valentía y heroísmo, conforme a una disposición del Soviet Supremo de
la URSS, en agosto de 1944 se confería a Pavel Plotnikov el título de
Héroe de la Unión Soviética.
El héroe.
Pavel Plotnikov realizó durante la Gran Guerra
Patria 343 misiones de combate. Bombardeó aeródromos, puentes, baterías
antiaéreas, buques, columnas de tanques y concentraciones de tropas.
Atacó a grandes y pequeñas alturas, bajo el fuego
huracanado de las defensas antiaéreas, combatió a los cazas enemigos y
en varias ocasiones volvió a su base con su avión acribillado por la
metralla enemiga.
Por sus hazañas, la Patria lo condecoró por dos
veces con la Estrella de Oro. Plotnikov es dos veces Héroe de la Unión
Soviética.

Plotnikov en 1945
Bibliografía:
“Héroes y Hazañas” Varios Autores. Editorial Novosti press,
Moscú, 1975.
La breve biografía de Plótnikov la pueden encontrar
aqui, además hay informe de 3
combates suyos
aqui
Además, se mencionan otros pilotos del mismo 82
Regimiento de Bombarderos de la Guardia, como Pashkóv, cuya
biografia y el
infome de combate también están
disponibles.
Otro piloto mencionado fue Ivan Polbin, el que fue un famoso as del
Pe-2, Dos Veces Heroe de la URSS, que voló misiones de combate
incluso cuando era General Mayor de las Fuerzas
Aeréas y que murió 11 de febrero de 1945 en un combate, en zona de
Breslau.

Ivan Polbin
Otro famoso piloto del mismo regimiento es Nikolay
Gapeenok, cuya
biografia y el
informe de combate tambien estan
disponibles en nuestro portal.
Mas informes y biografias de los pilotos del Pe-2 las pueden encontrarar
aqui, asi como entrevistas a pilotos,
Timofey Puniov y
Aleksandr Anosov |