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Ivan Kozhedub: Tres Batallas |
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I. Kozhedúb: Tres batallas. — M.:
Voenizdat NKO
URSS, 1945.
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Dos Veces Héroe de la Unión Soviética
Mayor de la Guardia
Ivan Nikitich Kozhedub
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CONTENIDO
Sobre Kursk [3]
Tras el Dniester [16]
En el cielo de Berlín [29]
1.
Sobre el Kursk
Dos años
han pasado desde el comienzo de la Guerra Patriótica.
Por primera vez me tocó participar en una gran
batalla aérea. Por aquel entonces yo era relativamente joven. Estuve en
uno de los segmentos del frente, Belgorod-Kursk. Recuerdo un día, cuando
nosotros, los jóvenes pilotos del regimiento aéreo de caza, estábamos
acostados bajo el ala del “Lavochkin-5”. Teníamos en nuestras manos un
mapa, en el cual estábamos realizando el seguimiento del desplazamiento
de la línea de contacto, y hacíamos nuestras previsiones sobre la
evolución de la situación en el frente. Cada uno de nosotros expresaba
su opinión. Yo aun no tenía experiencia en estos asuntos, por lo cual
permanecía callado y escuchaba lo que decían mis compañeros más
experimentados. En aquellos días en el frente había una relativa calma.
Pero este silencio era el preludio de una gran tormenta. Nosotros
veíamos, cómo nuestros aeródromos de campo se estaban llenando día tras
día por los nuevos escuadrones de Shturmovik, de bombarderos y de caza;
a la zona cercana a la línea del frente se trasladaban nuevas unidades
de carros de combate, de artillería y de infantería. [4]
Cuando comentábamos entre nosotros la situación en el
frente, los pilotos no podían evitar hablar de lo que estaba pasando en
los cielos aquellos días. A pesar de una relativa calma en tierra, en el
aire se notaba bastante tensión. Los alemanes realizaban frecuentes
visitas a nuestros aeródromos, sus aviones de reconocimiento efectuaban
innumerables vuelos: esto era un claro indicio de una gran batalla. Por
nuestra parte, cuando volábamos sobre el territorio enemigo,
detectábamos concentraciones de carros de combate y de infantería por
todos lados, veíamos que los aeródromos enemigos estaban desbordados de
“Messerschmitt”, “Junkers” y “Heinkel”.
… El día
5 de julio los alemanes comenzaron la ofensiva.
Ellos intentaban romper nuestras líneas
defensivas para poder introducir una gran cuña de carros de combate en
la brecha, y una vez rota la línea del frente, salir al espacio
operativo. El enemigo tenia intención de comenzar una nueva ofensiva
cuanto antes. Para ello concentró en la zona de Kursk gigantescas
cantidades de infantería, artillería, carros de combate y aviacion.
Nos enfrentamos a la ofensiva alemana con calma, con una
gran tranquilidad y seguridad en nuestras fuerzas. Nuestro regimiento
libraba duros combates aéreos desde el primer día de la Batalla. Los
alemanes acompañaban a sus unidades mecanizadas con una gran cantidad de
aviación. En el aire se encontraban centenares de “Messerschmitt”. Los
“Junkers” y “Heinkel” volaban en grandes grupos. Todo el cielo estaba en
llamas.
El día que comenzó la ofensiva alemana, antes del primer
combate aéreo, nos reunió el comandante del regimiento. [5]
- ¡Pilotos! ¡Hemos de mantener el espacio aéreo bajo
nuestro control sin ninguna excusa!
Cuando llegamos al campo de batalla, miré a mí alrededor
y comprendí que íbamos a entrar en una gran batalla aérea. A decir la
verdad, me impactó fuertemente el ver tanta cantidad de aviones que se
encontraban simultáneamente en la línea del frente, teniendo en cuenta
que hasta ahora yo había participado en los enfrentamientos aéreos de
menor envergadura.
El panorama se podría describir de manera siguiente. En
tierra, por las carreteras y por los campos, se dirigían hacia el Este
los camiones, cañones autopropulsados y carros de combate; ellos iban en
columnas concentradas y dispersas. El movimiento de la maquinaria
alemana era tan intensivo que en la zona de los puentes que cruzaban los
ríos se formaban gigantescos atascos, compuestos por diversa maquinaria
bélica.
En aquellas zonas, donde ya se había producido el
contacto con nuestras tropas de primera línea, había tormentas de fuego,
provocadas por la artillería. A través de las nubes de humo, se
distinguían innumerables fogonazos y explosiones. El humo se levantaba
muy alto. Incluso se notaba en las cabinas de nuestros aviones el olor a
humo.
En el aire también “hacia calor”. Toda esa masa de
blindados y de cañones autopropulsados alemanes estaba apoyada por
grandes grupos de bombarderos de picado, aviones de asalto, cazas y
bombarderos. Era como una especie de combinación de avalancha terrestre
y aérea, con el cual los alemanes intentaban romper nuestra defensa.
Cuando nuestro escuadrón, liderado por el Starshiy
Leytenant Semionov, apareció sobre la línea del frente, en el aire ya
no había suficiente espacio. Y aun así, los aviones alemanes seguían
llegando al campo de batalla. Venían sin parar. En el aire [6] se podía
observar simultáneamente entre 250 y 300 aviones enemigos.
Los alemanes iban en grupos independientes,
constituyendo una formación escalonada de varios niveles: abajo, a
1.500m de altitud iban los “Junkers-87”. Un poco mas alto y adelantando
a los “Junkers-87”, iban grupos de “Focke-Wulf”. Por encima de éstos, en
formación estrecha iban los bombarderos bimotor “Junkers-88” y “Heinkel-111”.
Entre ellos patrullaban los cazas de escolta. Eran los “Messerschmitt”
de ultimo modelo. Y finalmente, en lo más alto, se encontraban las
parejas sueltas de los cazadores alemanes.
Toda esta armada de aviones se dirigía hacia el Este
para penetrar a través de nuestras patrullas aéreas. El objetivo de esta
armada era asestar un golpe a nuestras líneas defensivas para poder
abrir el paso a las tropas terrestres.
En el comportamiento de los alemanes y en sus tácticas
de combate se notaba una enorme autoconfianza. Es un matiz importante a
destacar. Los alemanes de antemano confiaban plenamente en la victoria
total, y concentraron a toda su aviacion en la zona de la línea del
frente. Los aeródromos alemanes estaban tan cerca de la línea de
contacto, que nosotros, cuando estábamos sobre el campo de batalla,
veíamos las nubes de polvo levantadas por los aviones alemanes que
estaban despegando. Todas las acciones de la aviacion alemana iban
dirigidas a sorprender
y paralizar
nuestra aviación, pero no lo lograron. La gran maestría operativa de
nuestros mandos aéreos, así como la firmeza y maestría de nuestros
pilotos no solamente permitieron detener esta gigantesca ofensiva aérea
[7], sino que nos dieron la posibilidad de derrotar a las principales
fuerzas aéreas alemanas.
Así es como fue el primer día de la batalla. Muchos
otros pilotos jóvenes de nuestro regimiento y yo aprendimos en aquella
batalla el complicado arte de llevar un combate aéreo en grupo.
Cuando nuestro grupo de 8 “Lavochkin” se acercaba a la
línea del frente, desde el puesto de mando recibimos la señal de aviso
sobre la llegada de los aviones enemigos. Seguidamente detectamos a un
grupo de “Junkers-87”. Eran unos 30 aviones. El grupo era escoltado por
6 cazas “Messerschmitt”.
- ¡Atacamos a los “Junkers”!, gritó por radio Semionov.
Al cabo de poco tiempo comenzó el carrusel con los
bombarderos enemigos. Yo jamás había realizado un combate en el cual
participaban tantos aviones a la vez, y me costaba maniobrar entre toda
esa masa de aviones. En un pequeño espacio nuestros 8 “Lavochkin”
libraban el combate contra un enemigo que nos superaba varias veces en
número. Pero a pesar de la complejidad del combate, nuestro comandante
del escuadrón controlaba la situación en todo momento. Observando la
evolución del combate, él continuamente nos estaba guiando por radio. Le
ordenó a una pareja de “Lávochkin” a trabar en combate a los 6 “Messerschmitt”,
y luego atacó a los “Junkers” con el resto del grupo.
Pasaron 40 segundos desde el comienzo del combate. El
comandante abrió el marcador primero, atacando al líder de los “Junkers”
e incendiándolo con una sola ráfaga. Los alemanes, al perder a su líder,
se pusieron nerviosos, y su formación quedó rota. Uno de ellos se separó
un poco del resto del grupo. Aproveché la oportunidad, [9] me acerqué a
él lo más cerca posible y apreté el gatillo. El “Junkers” quedó envuelto
en llamas, y desprendiendo humo, se fue al suelo. En aquel instante uno
de nuestros pilotos derribó al tercer “Junkers”.
¡Tres aviones enemigos derribados! Para empezar no
estaba nada mal. Los “Junkers” iban en formación escalonada y no les dio
tiempo a formar el círculo defensivo. Los alemanes se desprendieron de
sus bombas, lanzándolas al vacío, y comenzaron la huida. Nosotros nos
pusimos a perseguirles. Pero en aquel instante desde el puesto de mando
nos enviaron un nuevo aviso:
- Se acerca un grupo de 40 bombarderos. ¡Atacad!
La situación de nuestro grupo no nos era favorable. En
el anterior combate estuvimos bastante tiempo y habíamos gastado una
buena parte de la munición, y en estas condiciones teníamos que realizar
un combate adicional. Además, en el momento de recibir el aviso por
radio, fuimos atacados por sorpresa por un grupo de “Messerschmitt”. De
repente, uno de ellos se colocó en mi cola. Sus ráfagas pasaron cerca de
mi cabina. Pero gracias a mi compañero Múhin, el alemán se retiró del
ataque. Múhin realizó una excelente maniobra, atacó al enemigo y lo
rechazó.
Mientas tanto, un nuevo grupo de “Junkers” se acercaba
al campo de batalla. Ellos iban en formación estrecha y se dirigían
directamente hacia nosotros. En aquel instante pensé: “¡Ellos vuelan en
grupos grandes, mientras que nosotros luchamos contra ellos en grupos de
6 y de 8! Y eso que en nuestros aeródromos se concentraba una gran
cantidad de cazas. ¡No estaría nada mal levantarlos en el aire a todos
juntos!” [10]
Más tarde, cuando analizaba resultados de los primeros
días de la Batalla de Kursk, comprendí que este pensamiento mío era muy
tentativo, pero llevarlo a la práctica seria un grave error. Es cierto
que nuestros cazas actuaban en pequeños grupos. Pero solo así nuestra
presencia en el aire era permanente, volábamos por turnos, abatíamos al
enemigo por todas partes, esté donde esté, y en todo momento.
Levantar simultáneamente a todos nuestros cazas en las
primeras horas de la batalla seria un error, dado que los alemanes
ubicaron sus aeródromos muy cerca de la línea del frente, con lo que
también intentaban actuar de manera ininterrumpida. Nuestros mandos
aéreos tomaron en consideración este hecho, y en consecuencia ahorraban
los recursos e incrementaban paulatinamente nuestra presión, disponiendo
en todo momento de unas reservas permanentes. Estas reservas eran
lanzadas al combate en función de la situación. Si nuestros mandos
hubieran levantado a todos los cazas simultáneamente, tras el primer
combate se hubiera producido una gran pausa, que hubiera sido
aprovechada por el enemigo. En realidad, nuestros mandos, al ahorrar
cuidadosamente los recursos disponibles durante la primera fase de la
Batalla, no solamente pudieron contener el avance enemigo, es más,
lograron destruir a sus mejores unidades aéreas.
Pero la batalla acababa de comenzar. Sin lugar a dudas,
la victoria será para aquel bando que tenga la capacidad de ahorrar sus
recursos, y sepa emplear dichos recursos en el momento más decisivo y
crítico.
La táctica adoptada por nuestros mandos y empleada desde
el primer día de la Batalla fue plenamente justificada en la práctica.
Quiero volver hablar sobre el combate que habíamos realizado [11] en
grupo de 8 “Lavochkin” contra los 40 aviones enemigos. En aquel combate
nosotros derribamos a 7 bombarderos alemanes sin sufrir ni una sola baja
por nuestra parte. Al dispersar el primer grupo de “Junkers” y frustrar
su misión de bombardeo, nuestra patrulla posteriormente logró impedir el
acercamiento al campo de batalla del segundo grupo de bombarderos. Para
ayudarnos, al lugar del combate aéreo llegó más tarde otro grupo de
refresco de 8 “Yákovlev” del destacamento vecino. Los “Yákovlev”
terminaron nuestro trabajo. El llamamiento de nuestro comandante de
“mantener el espacio aéreo bajo nuestro control sin excusa alguna” se
estaba cumpliendo por nuestros cazas de manera ejemplar.
Nosotros, estando permanentemente sobre el campo de
batalla, nos dimos cuenta de que nuestros Shturmovik IL-2 y bombarderos
de picado Pe-2 seguían empleando una táctica parecida. Desde arriba
nosotros observábamos el trabajo de los “Ilyúshin” y “Petlyakóv”. Ellos
aparecían en el aire en grupos relativamente pequeños, se alternaban
continuamente, manteniendo al enemigo bajo las bombas de forma
permanente, realizando ataques sobre sus tropas que intentaban avanzar,
eliminando a sus efectivos y destrozando sus bienes materiales. La
acción de nuestros Shturmovík y bombarderos era perfectamente
planificada y distribuida. Su principal objetivo consistía en mantener
al enemigo bajo la continua amenaza desde el aire. Esto paralizaba sus
acciones, reducía el ritmo del avance y causaba grandes daños materiales
a las tropas terrestres. Desde el aire se veían numerosas columnas de
humo, originadas por los carros de combate y cañones autopropulsados
alemanes destruidos. Una gran parte de ellos fue eliminada por los IL-2
y Pe-2.
La táctica de ataques permanentes llevadas a cabo por
pequeños grupos [12] facilitaba a nuestros pilotos la posibilidad de
maniobrar libremente a la hora de localizar los objetivos en el enorme
territorio del campo de batalla. Y cuando detectábamos a una gran
concentración de tropas y de armamento enemigo, nuestros mandos
enseguida hacían despegar a centenares de Shturmovík y bombarderos.
A ratos, en los cielos de Kursk la situación se
complicaba hasta tal punto que dirigir un combate aéreo por radio era
extremadamente difícil.
El segundo día de la Batalla, cuando despegamos,
observamos la siguiente escena. Una parte de nuestros cazas que formaban
la barrera aérea, libraba un combate con los bombarderos enemigos y sus
cazas de escolta “Messerschmitt”. En aquel gigantesco combate aéreo
luchaban por lo menos 200 o 250 aviones. Debajo de ellos, sobre el lugar
de la batalla, estaban “colgados” unos 500 Shturmovik “IL-2” y
bombarderos. Ellos en aquel momento estaban destruyendo a las unidades
móviles alemanas y aniquilaban la concentración de tropas y armamento
que se formó en las cercanías de uno de los puentes que cruzaban el río.
Cuando en el aire aparecieron nuestros “Ilyúshin” y
“Petlyakóv”, los alemanes levantaron una gran cantidad de cazas. Se
produjo un enfrentamiento aéreo masivo ente los “Messerschmitt” y
nuestros “Yákovlev” y “Lavochkin”. Aquel combate era tan feroz y
persistente que algunos grupos de aviones bajaban hasta pasar al vuelo
rasante. Yo mismo fui testigo de cómo 2 “Messerschmitt” se estrellaron
contra el suelo. Esto pasó [13] porque los pilotos alemanes no pudieron
controlar la perdida de altitud de sus aviones durante la salida del
picado, cuando realizaban un combate aéreo a bajas altitudes.
A pesar del aparente caos que reinaba en el aire, la
batalla seguía su rumbo. Nuestros Shturmovik y bombarderos actuaban
según lo previsto. La intensidad de sus misiones se iba incrementando
paulatinamente con cada hora que pasaba. En su lugar, nuestros cazas
actuaban según el plan, creando una densa barrera aérea sobre la línea
del frente. Entrando en contacto con los “Messerschmitt” y “Focke-Wulf”,
prácticamente ninguno de los grupos de bombarderos alemanes lograba
llegar a nuestro territorio sin ser atacado por nuestros cazas.
Como resultado, en los primeros días de la Batalla los
alemanes lograron cierto avance. Pero en tierra y en el aire ya se
notaba claramente que el enemigo estaba agotado y que ya no podría tener
éxito. Al mismo tiempo, nuestras tropas terrestres y las fuerzas aéreas
estaban “en buena forma” y estaban preparadas realizar una
contraofensiva en cualquier momento. Al aguantar los primeros días de la
ofensiva enemiga y al contener la ofensiva aérea, nuestra aviacion ganó
el dominio aéreo de forma irreversible. Este hecho se reveló claramente
durante la segunda fase de la Batalla, en la que nuestras tropas pasaron
a la contraofensiva.
En el primer día de la segunda fase de la Batalla,
grandes grupos de nuestros cazas limpiaron rápidamente el aire. Nuestros
Shturmovik y bombarderos despegaban a centenares.
[14]
Patrullando sobre el campo de batalla, nosotros
observábamos, cómo los “Ilyúshin” y “Petlyakóv” iban en escalones
compuestos de 50-100 y más aviones, dirigiéndose al oeste para atacar a
los alemanes, bombardeando sectores desde la primera línea del frente
hasta la total profundidad de sus defensas. Mientras los IL-2 atacaban
las líneas defensivas, los Pe-2 paralizaban el movimiento y eliminaban a
las fuerzas enemigas en todas las carreteras y en los cruces de ríos.
A nosotros, a los pilotos, nos fascinaba la flexibilidad
de la dirección y la diversidad de las tácticas empleadas por nuestros
mandos aéreos. Las acciones eran perfectamente coordinadas: mientras
unos grupos de cazas defendían el espacio aéreo sobre el lugar de la
batalla, otros grupos bloqueaban a los aviones alemanes, defendiendo los
accesos a la línea del frente; otros grupos realizaban misiones de “caza
libre” sobre el territorio enemigo.
Desde aquel momento la iniciativa en el aire estaba
plenamente en nuestras manos. Los pilotos soviéticos actuaban sobre el
territorio enemigo. Cuando los combates aéreos finalizaban, nuestros
pilotos perseguían a los aviones alemanes hasta sus aeródromos.
Por lo visto, los alemanes no esperaban tener una
derrota aérea tan desastrosa. Nuestras acciones paralizaron al enemigo.
Nosotros sentíamos cómo los pilotos alemanes cada día iban perdiendo la
tranquilidad y la capacidad de cálculo. Las grandes bajas sufridas les
causaban frustración y les desmoralizaban. Ellos luchaban sin
motivación, se notaba que su moral estaba en lo más bajo. [15]
Aquellos días, cuando estábamos abriendo el camino a
nuestros bombarderos, nos encontramos con un grupo alemán mixto. El
grupo estaba formado por “Messerschmitt” y “Focke-Wulf”. En un breve
combate derribamos a 5 de ellos. Pero la cuestión no es la cantidad de
los aviones derribados. En aquel combate me sorprendió el comportamiento
de los pilotos alemanes, que por cierto, pertenecían a un famoso grupo
de ases.
En aquel combate cometí un error, perdiendo la altitud.
Acabé en una situación desfavorable para mí. Pero los alemanes, que eran
dos, ni siquiera supieron aprovechar mi error.
Para corregir el error, comencé rápidamente a ganar
altitud. En mi cola se pusieron 2 “Messerschmitt”. En su comportamiento
se notaba gran nerviosismo. Yo estaba realizando el ascenso en espiral.
Los alemanes me iban siguiendo en un ángulo de trepada demasiado
elevado. Yo, a pesar de tener poca experiencia en aquel entonces,
enseguida comprendí, que en ese régimen de vuelo los alemanes nunca me
alcanzarán: o se quedarían atrás o “se colgarían”. Me puse a observar al
“Messerschmitt” más cercano. Pasó lo que pensé en el primer momento: el
alemán perdió energía y al perder la velocidad, “se colgó”. Rápidamente
realicé un “ranversman”, dirigí a mi avión frontalmente contra el alemán
y lo encendí con la primera ráfaga.
Poco después la intensidad y la envergadura de los
combates aéreos fueron en declive. El enemigo sufrió una enorme derrota.
Sus aviones cada vez aparecían menos en el aire [16], y los pilotos
alemanes estaban muy poco motivados a entrar en combate aéreo con
nosotros. La batalla aérea en Kursk fue ganada de forma brillante por
los pilotos soviéticos. La plena iniciativa en el aire estaba en
nuestras manos. Para mí personalmente, esta batalla acabó con la primera
decena de derribos. En aquella Batalla, el gran merito de nuestro mando
aéreo consistía en saber distribuir correctamente los recursos
disponibles e introducirlos en combate de forma adecuada. Al conservar
el potencial destructivo, y pasar posteriormente a la ofensiva, nosotros
logramos derrotar a una gran agrupación aérea enemiga.
2. Detrás del Dniester
Tras la Batalla de Kursk, nuestro regimiento aéreo
participó en combates aéreos de Harkov, Dnieper y Krivoy Rog. Todos
estos combates se destacaban por el cambio. Estaba patente la alta moral
ofensiva y se notaba la gran iniciativa de nuestros pilotos. Pero a
pesar de esto, la situación en el aire aun estaba bastante tensa. Los
alemanes sufrieron unas bajas catastróficas. Sus flotas aéreas perdieron
miles de aviones y una buena parte de sus mejores pilotos. Las fuerzas
del enemigo estaban seriamente dañadas, pero él aun no estaba vencido
por completo.
Intentando recuperarse de las bajas sufridas, los
alemanes llenaban frenéticamente a su flota de aviones y de motores de
los últimos modelos [17]. Precisamente a partir de aquel momento se
notaba que el enemigo se armó de forma masiva con las nuevas versiones
de los cazas de las empresas “Messerschmitt” y “Focke-Wulf”, bombarderos
modernizados e incluso un nuevo avión de asalto. La modernización de
estos modelos estaba enfocada en mejorar sus prestaciones tácticas y sus
características de vuelo. Los ingenieros alemanes instalaban blindaje
adicional para incrementar la capacidad de resistencia de sus aviones.
La capacidad bélica de los aviones era incrementada con nuevos cañones.
Además, los motores de mayor potencia permitían a los aviones enemigos
alcanzar unas velocidades más altas, incrementaban su índice de trepada
y aumentaban su maniobrabilidad. Luchar con estos modelos modernos no
era fácil.
En el transcurso de los combates aéreos de la segunda
mitad del año 1943, los pilotos de nuestro regimiento en varias
ocasiones destacaban que el enemigo intentaba imponer nuevos elementos
tácticos y hacía todo lo posible para volver a ganar la iniciativa en el
aire. Esto se aplica no solamente a los episodios o combates locales,
sino a niveles operativos más amplios.
Por ejemplo, el enemigo comenzó a crear de forma masiva
agrupaciones aéreas de ataque. Estas agrupaciones se concentraban en las
zonas de mayor amenaza, a costa de teatros de operaciones de importancia
secundaria. Para cumplir con este objetivo, el mando alemán formó varias
escuadras ambulantes [18]. Estas escuadras eran trasladadas de un nudo
aéreo a otro, hacia aquellas zonas donde la situación se les volvía
especialmente desfavorable.
Nuestro regimiento se enfrentó en varias ocasiones a
estas escuadras. A los “viejos amigos” les reconocíamos por los bujes de
hélice pintados de amarillo, por los “ases”, “gatos” y “flechas”
pintadas en sus fuselajes y por sus tácticas de combate. Por lo general,
eran grupos como “Udet”, Richtoffen”, “Molders”, “Pic-As” y otros, que
actuaban prácticamente en todos los segmentos del frente, desde el Mar
Báltico hasta el Mar Negro.
Las nuevas tácticas empleadas por los alemanes nos
obligaban a estar atentos en todo momento y a prestar importancia a la
hora de observarles. En cada uno de los combates teníamos que prever qué
nuevas acciones va a emprender el enemigo. La alta moral, la atención y
la creatividad a la hora de resolver tareas bélicas nos permitían
descubrir a tiempo todos los planes de los alemanes y a tomar medidas
adecuadas con suficiente antelación, empleando nuestras tácticas de
contraataque más modernas que las tácticas alemanas.
En este aspecto, fueron bastante representativos los
combates aéreos llevados a cabo tras el río Dniester en la primavera de
1944. Nuestras acciones iban dirigidas a rechazar los intentos alemanes
de organizar una contraofensiva contra la Agrupación Sur de nuestras
tropas, que liberaron parte de Bessarabia y se acercaron a Yassy. La
batalla aérea, librada en esta zona, era bastante intensa. Los pilotos
de nuestro regimiento tenían que imponer al enemigo hasta 6 o 7 combates
aéreos al día [19]. Y prácticamente cada uno de estos combates en gran
medida se diferenciaba tácticamente de los combates previos.
Antes de comenzar estos contraataques con grandes
concentraciones de infantería y unidades acorazadas, los alemanes
realizaron un peculiar reconocimiento aéreo con combates. El objetivo de
estas misiones de reconocimiento, por lo visto, era sondear, en la mayor
medida posible, el nivel de nuestras fuerzas aéreas. El enemigo empleaba
diversas combinaciones tácticas, intentando encontrar aquellas que les
permitiera a sus pilotos gozar de la máxima ventaja posible. Los
alemanes le daban mucha importancia al vuelo conjunto de sus bombarderos
y cazas. Empleaban diversos trucos. Recuerdo que en una ocasión
emplearon el siguiente elemento.
Por delante de varios grupos de bombarderos, los
alemanes enviaron varios grupos de cazas. La aparición sobre la línea
del frente de los cazas alemanes, sin bombarderos, llegó incluso a
confundir a nuestras patrullas aéreas. Aparentemente, los
“Messerschmitt” se dirigían para atacar a nuestras tropas terrestres.
Pero no fue así. Justo cuando nuestros “Lávochkin” entraron en combate
con ellos, los alemanes se dividieron en 2 grupos. Uno de los grupos,
defendiéndose de nuestros cazas, intentaba atraerlos desde Dniester
hacia el noroeste. El segundo grupo prácticamente no participó en
combate aéreo y se colocó en la periferia del foco del combate aéreo
[20].
- Pensé: “Esta pasando algo raro. Es evidente, que cada
uno de estos grupos tiene sus propios objetivos concretos. ¿Pero cuales
son?”.
Mis dudas se habían resuelto al cabo de pocos minutos.
Cuando las principales unidades de nuestros cazas entraron en combate
con el primer grupo y comenzaron a perseguirlos en dirección noroeste,
en el horizonte aparecieron grupos de “Junkers-87”. Ellos se dirigían
hacia los puentes flotantes de Dniester. ¡Era eso! Entonces aquellos
“Messerschmitt” que entraron en combate, sirvieron de cebo para distraer
a nuestras patrullas y alejarlas de sus objetivos. Mientras tanto, el
segundo grupo no entraba en combate y se mantenía sobre Dniester para
poder prestar el apoyo a sus bombarderos de picado.
A pesar de la complejidad de nuestra situación, el plan
alemán había fracasado. La situación fue resuelta por el Comandante de
nuestro Regimiento. En aquel momento el Comandante se encontraba en la
primera línea del frente. Su puesto de observación estaba equipado con
todo tipo de medios, estaba dotado de radar y de un buen canal de
radiocomunicación con los aeródromos. El comandante en aquel momento
estaba observando el combate y rápidamente se dio cuenta del plan
alemán, por lo que enseguida levantó a un grupo de cazas, que hacían la
guardia. Ellos se encontraban en un aeródromo intermedio, ubicado a
varios kilómetros de la línea del frente. Los “Yákovlev” aparecieron de
repente [21] y atacaron a los bombarderos alemanes, mientras que
nuestras patrullas aéreas atacaron a ambos grupos de cazas alemanes. El
combate duró poco tiempo y acabó con otra victoria a favor de nuestros
pilotos.
Por aquí mismo, sobre Dniester, durante el periodo
preparativo de la operación, los alemanes aprovechaban las malas
condiciones meteorológicas para realizar ataques desde el aire. Tuve la
ocasión de participar en uno de estos combates, llevado a cabo en
condiciones meteorológicas adversas. En la segunda mitad del día, el
cielo sobre Dniester se cubrió de nubosidad baja. La intensidad de
vuelos de ambos bandos había disminuido drásticamente. Pero nuestros
operarios de los puestos de guiado no bajaron la guardia y siguieron
controlando el espacio aéreo. Al rato detectaron a un gran grupo de
“Junkers”, que se acercaba al Dniester.
En aquel entonces, yo era Comandante de Escuadrón.
Recibí la orden de despegar de inmediato. Mi escuadrón se encontraba en
la máxima alerta y estaba preparado para despegar de inmediato: los
pilotos estaban esperando, sentados en las cabinas de sus aviones, por
lo cual comenzamos el despegue segundos después del lanzamiento de la
bengala de alerta. Mientras íbamos volando hacia la línea del frente, yo
iba planificando el plan de acción, mediante el cual nosotros teníamos
que paralizar el plan enemigo. En base a mis observaciones de las
tácticas alemanas, decidí, que en este caso lo más probable será que los
alemanes pasarían hasta la línea del frente por encima de las nubes e
intentarían bombardear nuestras posiciones apareciendo desde las nubes
por sorpresa, es decir, con el llamando “método del salto”. [22]
Me lo volví a pensar otra vez, tomé la decisión
definitiva y ordené por radio al comandante de uno de los cuartetos de
“Lavochkin” a seguir volando por debajo de las nubes. Con el resto de
aviones de la patrulla, comencé el ascenso para atravesar la banda de
las nubes. Mis previsiones resultaron ser ciertas. Justo después de
atravesar la capa de nubes, lejos de nosotros apareció un grupo de
“Junkers” formado por más de 20 aparatos. Los bombarderos alemanes,
confiando en malas condiciones meteorológicas, iban sin escolta de
cazas.
Los alemanes estaban ocupados con los cálculos para
salir de las nubes y no se dieron cuenta de nuestra presencia. Cuando
los “Junkers” se pusieron en círculo y alargaron la formación para
realizar el bombardeo, nosotros les atacamos por sorpresa. Los alemanes,
al romper su formación, a la vez rompieron el sistema de defensa mutua,
con lo que acabaron en una situación desfavorable. Yo enseguida logré
acercarme al máximo a uno de los “Junkers” y derribarlo con una ráfaga.
Varios más fueron derribados por mis puntos. El pánico se apoderó de los
alemanes. Ellos se lanzaron debajo de las nubes. Pero una buena
distribución de nuestras fuerzas nos posibilitó terminar el combate con
éxito. El combate procedía a 2 niveles. Cuando los alemanes intentaban
salvarse de los ataques del grupo superior de “Lavochkin”, atravesaban
la capa de nubes retirándose hacia abajo, pero allá les esperaba el
cuarteto inferior. Y cuando volvían a subir, acababan otra vez bajo
nuestros ataques. [23]
Cuando las tropas enemigas pasaron a la contraofensiva,
en los cielos de Yassy comenzaron encarnizados combates aéreos. Los
combates rápidamente se convirtieron en una corta pero intensa batalla
aérea. Intentando actuar sobre toda la profundidad táctica de nuestras
tropas terrestres, el enemigo levantó a sus mejores escuadras de caza y
de bombardeo. El primer día de la batalla los bombarderos alemanes
aparecieron sobre el campo de batalla, actuando a altitudes medias.
Ellos iban en grupos formados por 50 u 80 aviones. Cada grupo de
“Junkers” estaba escoltado como mínimo por unos 30-40 “Messerschmitt”.
El enemigo empleaba la táctica de bombardeos masivos, empleando grandes
grupos de bombarderos, escoltados por grandes grupos de caza. Esto
obligaba a nuestros pilotos a contraponer sus métodos de lucha aun más
avanzados. Seria un error pensar que nosotros encontraríamos la solución
enseguida, en la práctica esto no pasaba. El primer día de combates para
nuestro Regimiento no fue del todo exitoso. Lo recuerdo muy bien, dado
que una vez más se había demostrado la necesidad de un profundo análisis
de cada uno de los combates.
Aquel día despegamos tras recibir el mensaje de la
estación de guiado aéreo. Aparecimos sobre el campo de operaciones justo
en el momento, cuando el grupo mixto de aviones enemigos, formado
aproximadamente por 70 aparatos, se estaba acercando a la línea del
frente. Nuestra intención fue atacar de inmediato a los bombarderos,
pero una gran escolta de los “Messerschmitt” enseguida nos trabó en
combate. [24]
Nuestra patrulla aérea luchó ferozmente. Pero no pudimos
cumplir nuestra misión principal. El intenso combate aéreo duró
aproximadamente 40 minutos, nosotros logramos derribar a varios aviones
enemigos. Pero al estar trabados en combate con los “Messerschmitt”, los
“Junkers” se escaparon y lograron efectuar el bombardeo.
Tras analizar aquel combate, llegamos a la conclusión de
que para poder cumplir con la misión principal, que consiste en luchar
contra los bombarderos enemigos, teníamos que cambiar nuestra formación
de combate para tener mayor iniciativa en nuestras manos. La nueva
estrategia no solamente consistiría en rechazar los ataques alemanes, la
clave estaba en el hecho de imponerles nuestra táctica de forma más
agresiva, imponer nuestros elementos de combate, llevar a cabo un
combate ofensivo, actuar con mayor calidad y obligarles a que fueran
ellos los que dependan de nuestras acciones. Este pensamiento fue
llevado a la práctica de manera siguiente: nuestra formación de combate
fue configurada por varios escalones de cazas. Dicha formación nos
permitió luchar contra los “Messerschmitt” de escolta de manera más
eficiente, y lo más importante, creó las condiciones idóneas para
eliminar la máxima cantidad de bombarderos enemigos. Aparte de
constituir 2 escalones básicos, decidimos crear un escalón adicional:
“el escalón de refuerzo”. Dicho escalón no tenía ninguna misión
predeterminada, tenía la plena libertad de acción en la zona del combate
aéreo y tenia que intervenir en caso de necesidad.
Aquel mismo día nuestro regimiento tuvo varios
enfrentamientos más. Nuestros ataques, realizados en esta nueva
formación de combate [25] enseguida confundieron al enemigo. Los
alemanes seguían actuando igual que por la mañana, sin creatividad y sin
cambios. Nos acercamos al grupo de los aviones alemanes, comenzamos el
combate. El grupo de nuestros pilotos mejor preparados atacó de entrada
a los bombarderos, el segundo grupo se dedicó a rechazar los
contraataques de los “Messerschmitt” de escolta, el tercer grupo entró
en acción, cuando el transcurso del combate se había definido con
claridad. Este tercer grupo fue destinado para ayudar al grupo de
ataque, encargado de atacar a los bombarderos, y le ayudó en derrotar a
los bombarderos enemigos. En los combates aéreos de Yassy, librados
aquél día, los cazas soviéticos derribaron en total a más de 100 aviones
enemigos.
A pesar de sufrir bajas, los alemanes seguían realizando
ataques aéreos. Al día siguiente grandes agrupaciones de bombarderos
enemigos aparecían continuamente. Los pilotos de nuestro regimiento
literalmente pasaron todo el día en las cabinas de sus cazas. El intenso
calor y la tensión que permanecía en el aire agotaban nuestras fuerzas.
Pero los éxitos logrados por nosotros en cada combate aéreo nos
motivaban y nos alegraban, y a pesar del cansancio, seguíamos luchando
con la misma intensidad y energía.
Al cabo de poco tiempo, los alemanes disminuyeron la
intensidad de sus acciones aéreas. Ellos comenzaron a actuar de forma
más calculadora y con más cuidado. Cuando estábamos patrullando sobre el
campo de batalla, nos fijamos en la formación de combate de los
“Junkers”: era algo extraña. Los “Junkers” se dirigían a la línea del
frente en una formación a 3 niveles. Esto nos recordaba la famosa
“estantería”, una formación de combate empleada por nuestros cazas,
desarrollada [26] por nuestros pilotos en la batalla aérea de Kubán, en
la primavera de 1943. Ahora los alemanes nos copiaron este modelo de
formación y lo aplicaron automáticamente para sus bombarderos.
Las intenciones de los alemanes eran evidentes. Volando
en tres grupos puestos en formación escalonada y a diferentes altitudes,
ellos contaban con que al menos uno de los tres grupos pueda llegar
hasta el objetivo. El comandante de nuestro regimiento rápidamente
entendió la situación y envió la orden a nuestras patrullas aéreas:
“¡ataque masivo!”. Por el radiotransmisor de guiado aéreo fue dirigido
al lugar de la batalla un grupo de cazas de reserva. Ahora no recuerdo
exactamente cuantos aviones participaron por nuestra parte. Pero los
alemanes eran muchos, eran 3 grupos de bombarderos de picado, con 27
aparatos en cada grupo, más los 20 “Focke-Wulf” y aproximadamente 10 “Messerschmitt”.
¡En total eran más de
100 aviones!
El combate duró 40
minutos.
La lucha se estableció en los tres niveles. Como
resultado, ninguno de los aviones alemanes pudo alcanzar la zona de
nuestras tropas.
Este combate aéreo era muy duro y complicado, y para
nosotros ha sido muy provechoso en cuanto a la experiencia obtenida.
Algunos de nuestros pilotos, sobre todo los de menor experiencia, en
ocasiones perdían a sus líderes. En el momento más culminante del
combate desapareció mi punto. Yo me separé de mis compañeros y fui
cogido en “tijeras” por 4 “Focke-Wulf”. La maniobra realizada por los
“Focke-Wulf” representaba un peculiar “tonel”. Dos de ellos se mantenían
sobre mi [27]. La segunda pareja se encontraba por debajo de mí. De esta
forma acabé bloqueado por ellos casi por completo. Cuanto intentaba
ascender, me entraba la pareja superior. Cuando intentaba separarme en
picado, abría fuego la pareja inferior.
He de reconocer que mi situación era muy complicada.
Finalmente pude separarme de ellos realizando un brusco pilotaje. Decidí
que enfrentarme a ellos solo, no daría ningún resultado, busqué un
momento oportuno y me retiré, dirigiéndome al punto de reunión. Allí
encontré a mi punto, y tras reunirme con él volvimos a entrar en
combate. He de destacar que cuando se prevé un combate complicado, es
obligatorio establecer a priori los puntos de reunión. El combate
aparentaba ser caótico, pero en realidad estaba bien organizado. Cuando
nuestros pilotos perdían de vista a sus compañeros, se dirigían al punto
de reunión, rápidamente se encontraban allí y volvían al combate para
seguir luchando. Como resultado, una táctica más sofisticada y una
organización más precisa del combate aéreo nos dieron la victoria sobre
un centenar de aviones enemigos.
Los combates en Dniester duraron más de una semana. Los
alemanes en varias ocasiones cambiaron su táctica de combate. Dejaron de
utilizar a los bombarderos medios, y comenzaron a emplear los grupos de
asalto mixtos, combinando a los “Focke-Wulf” con los “Junkers”. Esta
táctica de utilizar grupos mixtos no era complicada de llevar a la
práctica. Primero sobre el objetivo aparecían los “Focke-Wulf” [28],
intentaban asaltar a nuestras tropas terrestres y tras desprenderse de
las bombas actuaban como cazas para escoltar a los “Junkers”. Pero
nosotros enseguida frustrábamos todas las intenciones enemigas mediante
la utilización de la formación escalonada múltiple, mediante la
organización del combate a varios niveles simultáneamente, mediante una
correcta dirección del combate por radio y gracias a la eficiente
utilización de los radares. La gran agrupación aérea alemana, emplazada
en Yassy, finalmente fue derrotada. Solamente en los primeros 4 o 5 días
nuestros pilotos derribaron aproximadamente 300 aviones alemanes.
La batalla de Dniester demostró claramente que en un
combate aéreo no se puede aplicar un modelo estándar, y que la victoria
es obtenida por aquel bando, el cual logra sus objetivos resolviendo las
cuestiones bélicas de forma creativa, que introduce continuamente
innovaciones tácticas, quien tiene una visión global y busca nuevos
métodos de lucha para encontrar a los más eficientes, imponiendo al
enemigo su táctica, su iniciativa y su voluntad. Para mí en particular,
esta batalla me aumentó de forma significativa la lista de derribos
individuales, llegando a ser 34. Pero lo más importante, tanto para mi
como par mis compañeros, es que aquella batalla nos empujó para realizar
un análisis más profundo de las tácticas enemigas, e impulsó a buscar
combinaciones tácticas más avanzadas. Aun nos quedaban sangrientos
combates por delante. Y nosotros, los pilotos de caza, debíamos realizar
estos combates utilizando elementos tácticos aun más avanzados, buscando
aquellos que nos permitan abatir al enemigo cada vez con mayor fuerza
[29].
3. En el
cielo de Berlín
En primavera, nuestro regimiento se trasladó a un
aeródromo de campo, construido en la orilla del río Oder. Por fin
estábamos en territorio alemán. ¡Llegó el momento de luchar en su propio
territorio! Nuestro aeródromo se encontraba tan cerca de la primera
línea del frente que los alemanes a menudo lo atacaban con su
artillería. Justo al despegar ya se podía distinguir el campo de
batalla. Ubicar los aeródromos cerca de la línea del frente para
nosotros ya no era una excepción sino una norma. En la mayoría de las
operaciones ofensivas, llevadas a cabo por el Ejercito Rojo nosotros,
los pilotos de caza, íbamos literalmente siguiendo los pasos de nuestras
tropas terrestres. Aterrizábamos justo allí por donde acababan de pasar
nuestras unidades acorazadas. En el aire actuábamos exclusivamente sobre
el territorio enemigo. La aviacion soviética era dueña absoluta del
espacio aéreo.
En relación a este hecho, aquí, estando a varias decenas
de kilómetros de Berlín, recuerdo una historia que pasó con uno de los
pilotos de nuestro escuadrón. El caso ocurrió en Ucrania. En aquel
entonces, las fuerzas aéreas alemanas aun representaban una fuerza
bastante importante. En aquella ocasión yo envié en misión de defensa de
tropas terrestres a 6 “Lavochkin”. Al principio todo iba bien. Nuestros
cazas llegaron al sector preestablecido y comenzaron a patrullar la
zona. [30] Al cabo de cierto tiempo el radiotransmisor de guiado del
control de tierra comunicó al comandante del grupo de cazas, que al
sector se estaba dirigiéndose un grupo de aviones alemanes.
Tras recibir la señal, los “Lavochkin” sobrevolaron la
línea del frente, se acercaron a los alemanes e interpretaron algo
parecido a un combate aéreo. La patrulla en cuestión realizó un ataque,
efectuando varios virajes. Luego, los operarios del puesto de guiado
aéreo vieron cómo ambos grupos de aviones, los alemanes y los nuestros,
se separaron cada uno por su lado. Los alemanes, seguramente, estaban
contentos de haber sobrevivido a pesar de que su bombardeo fue
frustrado; los nuestros estaban satisfechos por bloquear y no dejar
pasar al enemigo hacia nuestras posiciones. Cuando los “Lavochkin”
regresaron al aeródromo, llamé al comandante de la patrulla.
- ¿Por qué dejaron escapar a los “Junkers”? ¿Es así cómo
deben actuar los auténticos pilotos de caza?
El comandante de la patrulla quedó sorprendido, y me
contestó:
¿Para que montar la pelea? Ellos se encontraban sobre su
territorio y cuando nos vieron, dieron la vuelta.
He de decir que en aquel periodo de la guerra estos
ingenuos razonamientos eran expuestos por algunos de nuestros pilotos.
Aquel combate aéreo no se produjo, y no fue por la cobardía de nuestros
pilotos: la patrulla estaba formada por pilotos experimentados, dos de
los cuales habían llegado a realizar un taran. La causa tenía otro
origen: en aquel entonces, aunque nuestras tropas ya estaban avanzando,
algunos de nuestros pilotos aun, no pensaban como lo piensan ahora, en
esta última fase de la guerra.
Había pilotos que comprendían su misión de forma
delimitada, formal. Ellos razonaban más o menos de la siguiente manera:
“el caza se ha de mantener cerca de la línea del frente para prestar
apoyo a las tropas terrestres, y para garantizar que ni una sola bomba
alemana caiga sobre sus posiciones”. Desde el punto de vista formal,
quizás, esto seria lo correcto. Pero en esencia, esta forma de actuar se
convertía en una defensa pasiva, no era una táctica ofensiva u activa.
Los cazas que defienden el espacio aéreo sobre sus tropas terrestres
deben hacer el máximo esfuerzo para buscar al enemigo, para buscarlo por
todas partes, esté donde esté; buscarlo, encontrarlo, y eliminarlo de
inmediato. Aquellos pilotos que eran partidarios de una patrulla pasiva,
no siempre llegaban a cumplir las expectativas como pilotos de caza.
Encontrando a los “Junkers” y los “Heinkel” sobre el campo de batalla,
ellos los derribaban, pero no podían evitar el hecho de que en alguna
ocasión parte de ellos lograran efectuar el bombardeo y causar ciertos
daños a nuestras tropas terrestres.
Recordé este combate aéreo de aquél lejano periodo de la
guerra para compararlo con nuestra última batalla aérea, llevada acabo
en los cielos de Berlín. La diferencia entre ambas situaciones era
abismal. En el mes de abril, el grupo central de nuestras tropas se
estaba preparando para asestar el golpe definitivo a Berlín. Este ataque
tenia que ser realizado en estrecha colaboración y coordinación con
grandes agrupaciones aéreas, concentradas lo más cerca posible a la
línea del frente.
Nuestro regimiento de caza, como decenas de otros
regimientos vecinos, se encontraba en estado de máxima alerta. Nosotros
[32] estábamos prácticamente en la zona de la línea del frente. Esto nos
daba una serie de ventajas. Gracias a la reducción de trayecto, nosotros
podíamos penetrar a mayor profundidad en el territorio enemigo y
paralizar sus fuerzas en el propio lugar de su emplazamiento. Esto
favorecía a nuestros Shturmovik y bombarderos. Gracias a la reducción de
la carga de combustible, ellos podían incrementar de forma significativa
su carga bélica y además, realizar una mayor cantidad de vuelos de
combate. Así es como era la táctica de nuestros mandos, consistente en
concentrar recursos en cercanías de la línea del frente. En todo momento
se notaba una precisa organización y control, así como una alta moral
ofensiva de nuestras tropas, en preludio de una gran ofensiva.
Éramos conscientes de que la última batalla aérea no iba
a ser fácil. En un estrecho sector del frente, los alemanes concentraron
contra nosotros aproximadamente 1.500 aviones de combate. Aquí se
encontraban las mejores escuadras alemanas. Nosotros utilizábamos pistas
de tierra, muchas de las cuales se encontraban en claros de bosques y
tenían accesos muy incómodos. Por el contrario, los alemanes se alojaban
en excelentes aeródromos de cemento, pertenecientes a las unidades de
defensa antiaérea de la zona de Berlín. Dichos aeródromos estaban bien
equipados con diversos medios, incluyendo radares. Además, disponían de
algunas novedades: aviones con motores a reacción, misiles,
aviones-bomba, etc.
La operación aérea comenzó con el ataque de los
bombarderos nocturnos. Cuando anocheció, en el aire aparecieron
centenares de “Polikárpov-2, “Ilyúshin-4” [33] y “Petlyakóv”. Ellos
lanzaron todo su poder destructivo contra las fortificaciones y las
tropas alemanas. Nadie de nuestro regimiento pudo dormir aquella noche.
Desde nuestro aeródromo era perfectamente visible todo el panorama del
bombardeo aéreo nocturno. En el cielo se movían centenares de rayos de
reflectores antiaéreos. Bajo las nubes había miles de explosiones de
proyectiles antiaéreos. Las ráfagas antiaéreas de diversos colores
atravesaban el aire. Mientras tanto, nuestros aviones se acercaban al
campo de batalla en secuencia, por oleadas, y lanzaban sus bombas sobre
las posiciones enemigas. El ruido de los motores de los aviones
soviéticos no cesó en toda la noche, la artillería antiaérea alemana no
paraba de disparar. Toda la línea del frente estaba envuelta en una
continua marea provocada por las bombas de gran calibre. Pero todo esto
no era más que el comienzo.
Al amanecer fue enviada una nueva orden. Esta vez en el
aire se levantaron centenares de “Ilyúshin”, “Túpolev”, “Petlyakóv”.
Aparecieron grandes grupos de “Lávochkin” y “Yákovlev”. Luego nos
enteramos de que aquel día los pilotos soviéticos realizaron más de
17.000 vuelos de combate. Desde el aire era difícil distinguir lo que
estaba pasando en la tierra. Pero lo que estaba pasando en el aire, se
grabó en nuestra memoria para siempre.
Mientras nuestros bombarderos de picado y los Shturmovik
estaban destruyendo las líneas defensivas y ampliaban la brecha para
posteriormente introducir en ella a las unidades acorazadas, sobre el
campo de batalla, patrullaban nuestros cazas. Algunos grupos de [34]
“Yákovlev” y “Lavochkin” escoltaban a los Shturmovik y a los
bombarderos, otros patrullaban sobre el campo de batalla, otros
patrullaban en zonas cercanas a la línea del frente para bloquear el
acceso desde la dirección occidental. Y finalmente, numerosos grupos de
reducido tamaño se dirigían hacia el oeste, hacia Berlín, a la zona
donde se emplazaba la aviación enemiga. Eran los “cazadores”. Su misión
consistía en paralizar las acciones de la aviacion enemiga directamente
sobre el lugar de su emplazamiento.
Observando el trabajo de nuestros cazas, a nivel global
se podía hacerse una idea sobre su táctica. Estando a gran profundidad,
al otro lado de la línea del frente, actuaban los grupos de “cazadores”.
Conociendo la posición de los aeródromos enemigos, ellos se dirigían
hacia allí y permanecían “colgados” sobre ellos, eliminando a todos
aquellos que intentaban despegar. Los “cazadores” actuaban prácticamente
en todo el rango de altitudes, desde el “techo” hasta el suelo. Ellos no
estaban esperando al enemigo, sino que se dedicaban a buscarlo de forma
activa y lo eliminaban cuando lo encontraban. Dicha táctica no estaba
basada en el principio de un “encuentro casual”, sino en una búsqueda
activa.
Otro de los escenarios que formaban parte de la batalla
aérea, eran los accesos cercanos al campo de batalla. Dicha zona como en
el caso de la anterior se encontraba en el territorio enemigo, pero
estaba a una profundidad de 10-15km de la línea del frente. Por
consiguiente, aquellos aviones enemigos que por alguna causa no eran
derribados por nuestros “cazadores”, acababan en manos de nuestros cazas
que patrullaban en esa [35] zona. Y si el enemigo lograba sobrepasar
esta segunda barrera, le estaban esperando las patrullas aéreas de
defensa directa. Todo esto formaba parte de la formación de combate de
nuestros cazas, escalonada de forma múltiple y que penetrada a gran
profundidad en el territorio enemigo. Era una táctica altamente
ofensiva, basada en una combinación múltiple de diversos elementos de
lucha aérea.
Los mandos aéreos alemanes ya durante las primeras horas
de la batalla comprendieron que con el escalonamiento múltiple de
nuestros cazas no tendrían ninguna posibilidad de obtener éxito. Por
tanto, ellos intentaron emplear una nueva táctica. Teniendo a su
disposición una gran cantidad de caza-bombarderos tipo “Focke-Wulf-190”,
los alemanes los utilizaban a bajas altitudes.
Tras salir con mi grupo a la zona de los combates, nos
encontramos enseguida con uno de estos grupos. Los “Focke-Wulf” iban a
una altitud inferior a 500m. A decir la verdad, este hecho al principio
me sorprendió bastante. ¿Qué debe hacer nuestra patrulla aérea en esta
situación? No tenia tiempo para pensar, la distancia entre nuestros
grupos se acortaba progresivamente. En el primer instante pensé atacar
desde arriba. Pero atacar de esta forma no era beneficioso para
nosotros, dado que nos dejaba la posibilidad de realizar un único
ataque. Además, hay que tener en cuenta que este ataque no daba muchas
posibilidades de lograr el éxito, porque al atacar a baja altitud había
que tener en cuenta la altitud de salida del picado, lo que implicaría
abrir fuego a una gran distancia. Por tanto, rechacé este primer plan.
Luego se me ocurrió realizar ataques por los flancos [36], entrando a la
misma altitud a la que iban los alemanes. Sin perder más tiempo, decidí
entrar en acción, empleando este ultimo modelo de ataque.
En aquel momento la situación era la siguiente: los
aviones alemanes comenzaron a alargar la formación para formar el
círculo de combate. Los cazas de escolta que les cubrían, seguían
permaneciendo en el exterior del círculo. Nuestra patrulla alcanzó una
gran velocidad. Esta velocidad tenía que ser aprovechada para lograr una
ventaja desde el principio. Di la orden a mis puntos para comenzar el
ataque y puse la palanca de gases a tope, lanzando mi avión contra los
“Focke-Wulf”. Apunté rápidamente. ¡Fuego! El “Focke-Wulf” quedó envuelto
en llamas, dio una voltereta y se estrelló contra el suelo. Mi
“Lavochkin” atravesó la formación alemana tan de repente que ellos no
tuvieron tiempo de reaccionar. Me separé de ellos, seleccione a otro de
los “Focke-Wulf” que estaba en el flanco y volví a repetir el ataque. El
resultado fue el mismo que antes. El alemán se incendió y cayó al suelo.
En aquel instante uno de mis puntos derribó un tercer avión enemigo.
Los dos ataques-relámpago dejaron perplejo al enemigo.
Los alemanes rompieron su formación y se separaron. Nosotros comenzamos
a seguirles. Seguidamente alcancé a otro “Focke-Wulf”. El alemán iba a
la misma altitud que yo. Al darse cuenta de que le estaba persiguiendo,
el alemán inclinó el morro de su avión para pasar a vuelo rasante,
descubriendo de este modo su panza. Incrementé las revoluciones del
motor, acorté la distancia que nos separaba y fijando el punto de
deflexión un poco [37] por delante, apreté el gatillo general. El
“Focke-Wulf” sin salir del picado se estrelló contra el suelo.
Reuní mi grupo y volví a cruzar la línea del frente. En
el aire se estaban librando grandes combates. Todos estos combates
transcurrían a altitudes que no superaban 300-600m. Pero la apuesta
alemana por las bajas altitudes fue un fracaso. Aquel día, en Berlín,
solamente los pilotos de nuestra agrupación aérea derribamos 139 aviones
enemigos.
Al día siguiente, el mando alemán envió de nuevo al
combate a los grupos de “Focke-Wulf-190”. Esta vez ellos iban en
formación escalonada. Nosotros trasladamos el centro de nuestras
acciones hacia los accesos del campo de batalla, en la banda delimitada
por la línea del frente y las bases aéreas alemanas. ¿En que consistía
la ventaja de esta táctica? Los combates sobre el lugar de emplazamiento
de las tropas enemigas nos permitían eliminar por sorpresa a los aviones
alemanes y a la vez reducir nuestras bajas. En aquellos casos cuando
nuestros cazas derribaban pocos aviones, igualmente había efecto
positivo: los grupos de bombarderos alemanes se dispersaban y ya no
podían continuar con el vuelo de forma organizada. Estos ataques les
hundían la moral hasta tal punto que ya no podían realizar ataques a los
objetivos terrestres.
Los grupos de nuestros “cazadores” jugaron un importante
papel en la batalla aérea de Berlín. Yo también tuve la ocasión en
participar en misiones de “caza libre” [38]. Prácticamente ninguno de
estos vuelos se producía en vano. El factor sorpresa garantizaba el
éxito en nuestros ataques. Precisamente en las misiones de “caza libre”
en los cielos de Berlín obtuve mi 62º derribo aéreo. Como ejemplo, voy a
exponer el siguiente episodio: la misión de “caza libre” realizada junto
con el piloto Titarénko.
Nuestra pareja de “Lavochkin” cruzó la línea del frente
a una gran altitud. Nos dirigíamos a la parte sureste de las afueras de
Berlín, al sector donde se encontraba una de las bases aéreas alemanas.
Para no revelar nuestra presencia antes de lo necesario, nos pusimos de
acuerdo por radio de no acercarnos demasiado al aeródromo enemigo. Nos
quedamos a la espera en una zona elegida cerca de la base, y desde la
cual eran perfectamente visibles los aviones alemanes que estaban en la
pista preparados para despegar. Nos ocultábamos en las nubes, y seguimos
patrullando. Finalmente los “Focke-Wulf” comenzaron a despegar. Se
pusieron en formación y tomaron rumbo noroeste.
- “Comenzamos primer ataque”, transmití a mi punto.
Decidí atacar en esta zona basándome en el siguiente criterio: dado que
los alemanes se encuentran cerca de su aeródromo, aun se sienten seguros
y relajados; cerca de su base ellos son menos prudentes que en la zona
de la línea del frente.
Al llegar el momento oportuno, entramos en picado.
Nuestros “Lavochkin” a gran velocidad penetraron dentro de la formación
alemana. Como resultado [39], en el primer picado derribamos a 2 de los
“Focke-Wulf”. Al salir del ataque, manteníamos una gran velocidad.
Decidí aprovechar la alta maniobrabilidad vertical de “Lavochkin” y
realizar otro ataque seguido. En el caso de que algo nos saliera mal, yo
y Titarénko nos separaríamos de los alemanes en cualquier momento. En
unos segundos ya estábamos otra vez “colgados” sobre los alemanes.
Titarénko dañó a uno de los “FW”. Yo también tuve suerte otra vez. Otro
“Focke-Wulf” salió despedido en llamas del resto del grupo. No podíamos
seguir continuando con el combate, dado que se nos estaba agotando el
combustible. Cuando nos retiramos, vimos que los alemanes realizaron un
extraño cambio de formación, luego tomaron rumbo a su territorio y se
retiraron.
A mi juicio, la idea de un
combate aéreo basado en buscar y eliminar al enemigo en las entradas a
la línea del frente es la más acertada. Esta idea pone de manifiesto el
espíritu combativo de los pilotos de caza soviéticos. Y precisamente
gracias a ese espíritu, eran los pilotos soviéticos los que dominaban el
cielo de Berlín en la última gran batalla aérea de la guerra.
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HR_Vadder /
HR_Torero |
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