
Los hermanos Nikúlin
S.B. Cuénteme cómo comenzó a luchar en el frente.
A.N. Mi vida durante la
guerra había transcurrido bajo el siguiente escenario. Fui llamado a
filas en el año 1942. Me enviaron a la Academia Especial de
Radiocomunicación en la ciudad de Górkiy. Nos preparaban para las
operaciones especiales, para lanzarnos en paracaídas en la retaguardia
enemiga. En aquella academia estaban preparando a los profesionales de
elite.
En el frente me asignaron a las tropas acorazadas
(carros de combate). Era el comienzo del año 1942, nuestras tropas aun
iban retrocediendo. Yo era operario del radiotransmisor RSB, un
radiotransmisor para comunicaciones a nivel División. Nos tocaba
trabajar en los puntos más “calientes” del frente para mantener la
comunicación con el mando, para recibir las órdenes y etc.
Allí es donde yo fui herido por primera vez. Yo estaba
asignado al comandante de la brigada. Tenía un radiotransmisor especial,
montado en un todoterreno. Cruzamos el río Dnieper, cuando ya estábamos
el la orilla derecha, el comandante me envió en búsqueda de otro
comandante que se encontraba en la línea de contacto, en combate. Fui
corriendo hacia allí, al lugar donde se encontraba el comandante. Los
alemanes en aquel momento bombardeaban con morteros nuestras posiciones.
Cuando caía un proyectil, lo detectaba por el sonido. Me tiraba al
suelo y permanecía así hasta que el proyectil explotaba. Así iba
corriendo, avanzando por tramos, tirándome al suelo cada vez que caía un
proyectil. Quedaban unos 100 metros, cuando cayó el siguiente proyectil.
No me dio tiempo a tirarme al suelo y la metralla me atravesó la pierna.
Me arrastré herido por el suelo hasta la primera línea del frente. Me
puse en contacto por radio con el comandante de la brigada y pasé el
auricular al comandante del regimiento. Ellos hablaron por mi
radiotransmisor (yo llevaba el radiotransmisor portátil encima). Luego
los médicos me trataron la herida, así que me quedé en el regimiento
para continuar luchando.
Durante la operación Kursk-Shevchenkovskaya, íbamos con
mi comandante en un coche por una carretera. Por la carretera se
desplazaba un convoy. Aceleramos para adelantar el convoy. En el furgón
llevábamos un radiotransmisor. Con aquel radiotransmisor incluso se
podía establecer la comunicación con el Estado Mayor del Ejercito. Yo
tenía que realizar una transmisión codificada. Fui hacia el
radiotransmisor, y en aquel momento aparecieron los Ju-87 y comenzaron a
atacar la cabeza del convoy. Me metí en el furgón y entregué la
transmisión codificada al jefe del radiotransmisor. Instantes después se
produjo una explosión. Solo puedo recordar que el furgón estaba en
llamas, la explosión me lanzó contra la pared del furgón. Perdí el
conocimiento, y no se ni cómo pude salir del furgón, no recordaba nada.
Abrí los ojos. El furgón con el radiotransmisor estaba
en llamas. Los “Junkers” entraban para realizar otro ataque, cuando de
repente se nos acercó una plataforma con una ametralladora antiaérea de
gran calibre, y comenzó a disparar a los “Junkers”. Luego el artillero
fue matado por los “Junkers”, lo vi todo. Y me dio tanta rabia y odio,
que tuve fuerzas para subir a la plataforma (en la Academia nos
enseñaron a manejar armamento más diverso), cogí la ametralladora y
comencé a disparar al siguiente “Junkers” que entraba para realizar el
ataque. Me dio tiempo a realizar varias ráfagas, le dí al “Junkers”,
pero a éste le dio tiempo a lanzar la bomba. La bomba explotó por
delante de la plataforma. Salí despedido por la onda explosiva y perdí
el conocimiento.
Recobré el conocimiento en la enfermería ambulante, por
la noche. De allí me llevaron al hospital de Jarkov. Llegó nuestro
Comandante de la Brigada, otro artillero le informó de que yo estaba
herido de gravedad y que había derribado a un “Junkers”. El Comandante
de la Brigada se inclinó y me pregunto: “¿Alekséy, me puedes oír, como
estas?” Luego llamó a su ayudante y le preguntó: “¿Qué condecoraciones
nos quedan?”. El ayudante le dio la medalla “Por los éxitos logrados en
combate”. Me la puso en la chaqueta y me dijo: “Alekséy, llego el
momento de la despedida. ¡Muchas gracias por los
servicios prestados!”
Estuve en el hospital durante cinco meses. Me sacaron de
la espalda 18 trozos de metralla, hoy día aun queda uno, esta debajo de
omoplato. En el hospital comenzó la gangrena en la pierna, tenia
contaminación de la sangre. La conclusión de los médicos fue la
siguiente: “amputar la pierna”.
Cualquier operación de este tipo exigía obligatoriamente
un previo consentimiento del herido. Yo me negaba a dar mi
consentimiento para realizar la amputación. Pasé el examen de aquella
comisión médica varias veces, y en todos los casos decían lo mismo:
“amputación completa de la pierna”. Pero yo seguía sin dar mi
consentimiento.
Me dijeron:
-
Si esperas mas, tendrás la contaminación general de la
sangre y morirás.
Yo les contestaba:
-
Prefiero morir que quedarme sin una pierna.
Mi estado psicológico era grave. Pensaba: “¿Si me
amputan la pierna y si logro sobrevivir esta durísima operación, que voy
hacer sin pierna cuando acabe la guerra? El país estaba en ruinas, había
una gran cantidad de heridos, el resultado de esta maldita guerra. ¿Que
voy hacer, estar tirado en la calle pidiendo limosna?”. Así que seguía
sin dar mi consentimiento.
De repente llegó una comisión médica desde Moscú. El
jefe de la comisión media era el profesor Vishnévskiy. Aquella comisión
viajaba por los hospitales y se dedicaba a probar nuevos medicamentos
recién diseñados. Pues decidieron probar un nuevo tipo de medicamento en
mi. Me hicieron varias inyecciones, por encima y por debajo de la
herida. Hicieron unas 10 inyecciones en el hueso.
Y comenzó mi recuperación. Dentro de 3 días de golpe me
dormí (antes no podía dormir por las noches). Cuando desperté, tenía la
sensación de que el dolor se había calmado. Así estuve acostado durante
un mes entero, y la herida prácticamente se cicatrizó.
Mientras estaba en el hospital, me vino a visitar mi
hermano. Pidió un permiso especial al comandante del regimiento. En
aquel entones su regimiento se estaba reformando después de la operación
de Criméa. El comandante le dejó 10 días libres para visitar a la
familia. Mi hermano se retrasó 3 días y pasó por el hospital a verme.
Y es cuando se me ocurrió ir al regimiento aéreo con mi
hermano. Antes de la guerra yo estudié en un aeroclub de la ciudad de
Perm. Por eso estaba convencido que me iban a admitir, además teniendo
en cuenta que yo en aquel entonces tenia mucha experiencia en combate.
Así que a partir de julio del año 1944 estuve formando
parte de un regimiento de la aviacion de asalto. Estuvimos estudiando
durante un mes, volábamos para realizar prácticas de tiro en el
polígono. Estudiábamos el armamento, la orientación en el aire. El
regimiento recibió nuevos aviones y refuerzos en personal de vuelo.
Mi herida en la pierna no lograba cicatrizarse del todo.
Parece que ya estaba curada, pero se volvía abrir y sangraba. Y así fue
hasta finales del año 1944. Yo tenia un trato personal con el medico del
regimiento: si la herida me empezaba a sangrar, acudía al medico para
poner las vendas y luego poder seguir luchando, sin pasar por el
hospital. Durante el vuelo las sobrecargas eran tan elevadas que a
alguno de nosotros se le abrían las viejas heridas. Y es lo que me
estaba pasando a mí.
Pero un día se descubrió todo. Alguien de los mandos se
enteró de que “Nikúlin júnior realiza vuelos de combate estando herido”.
Me prohibieron volar. El comisario político me
propuso para un cargo en el Estado Mayor. Es así como acabó mi carrera
como aviador (estuve volando 7 meses como artillero aéreo).

Los hermanos Nikúlin en actualidad.
S.B. ¿Usted recuerda su primer vuelo de combate?
A.N. Recuerdo. No pasó nada
extraordinario. Yo esperaba otra cosa. El Comandante del grupo dijo:
“estamos a punto de sobrevolar la línea del frente, en el aire todo esta
“tranquilo”. Y yo pensé: “¿Tranquilo?”. La tierra estaba en llamas,
explosiones por todas partes, sangre, muerte.
Rompimos la formación escalonada para ponerse en
círculo. El comandante dio la orden: “Atacamos a los carros de combate”.
Mire alrededor del avión, no había cazas enemigos en el aire, solo dos
parejas de cazas de escolta encima de nuestra formación. Abajo había un
autentico infierno: fuego, disparos, carros de combate en llamas.
El grupo comenzó el ataque. Mi piloto era novato, era
dos años mayor que yo. Entró en picado de forma tan brusca que se me
rompió la correa de sujeción, casi acabo despedido de la cabina (cuanto
te sientas en la cabina, te enganchas con un cinturón de seguridad que
esta sujeto al fuselaje del avión mediante una cuerda de acero).
Nosotros, los artilleros, volábamos con las tapas de las
cabinas desmontadas, en verano siempre las desmontábamos para tener una
mejor visión periférica. Aquel piloto lanzó su avión en picado de forma
tan violenta que me quedé suspendido en el aire. La correa se rompió y
me quedé con una pierna fuera del fuselaje. Me agarré con las dos manos
a los mandos de la ametralladora. Gracias a ella pude permanecer en la
cabina. En nuestro regimiento hubo dos casos cuando los artilleros
salían despedidos de las cabinas durante las maniobras bruscas. Salían
despedidos encima del objetivo. Uno de ellos murió en el acto, otro fue
capturado por los alemanes y hecho prisionero, estuvo en África. Cuando
terminó la guerra, regresó a su casa, a Ucrania.
El piloto lanzó las bombas y se puso para realizar el
segundo ataque. Durante mi primer vuelo no pude entender la situación,
no tenia visión global sobre el resultado del combate. Para poder
hacerlo se necesita realizar unos 10 vuelos de combate y acostumbrarte.
S.B. ¿Cuál es el vuelo que más recuerda?
A.N. Fue en la zona de
Klaypeda. Íbamos en grupo de 6 IL-2. El primer ataque fue realizado con
las bombas, luego atacamos con los cañones y ametralladoras. Durante el
ataque el puesto de mando nos informó por radio: “¡Estad atentos, se os
acerca un grupo de cazas alemanes!”.
Realizamos un ataque más y comenzamos la retirada del
objetivo. Estábamos a unos 400m de altitud. De repente detecté en el
aire a dos grupos de cazas alemanes. Nos hicieron “tijeras”, cuatro por
la derecha y cuatro por la izquierda. Instantes después un proyectil
antiaéreo alemán impactó justo en el motor de nuestro avión. El motor
perdía potencia progresivamente, y el avión comenzó el descenso (luego
el piloto me contó que la potencia cayo bruscamente, y que era difícil
de realizar un vuelo en planeo, dado que el IL-2 era un avión pesado y
existía riesgo de caer de morro”.

Nuestro avión se separó del resto de grupo. Estábamos
solos, volando a baja velocidad. Miré alrededor: por la derecha había 4
Messerschmitt, por la izquierda otros 4. Nosotros estábamos solos, sin
motor, el avión estaba dañado, volando por inercia.
Informé al comandante de la nave: “¡Boris, nos están
atacando los cazas!”. Borís procuraba aterrizar cuanto antes. Pero lo
tenia difícil, dado que el motor se había parado. Era difícil aterrizar
con un avión sin motor, pero por lo visto el piloto tenía la situación
bajo control.
Borís me gritó: “¡Alekséy, rechaza el ataque como
puedas!”. Apreté el gatillo para probar el funcionamiento de la
ametralladora. Funcionaba.
Nos entraron para realizar el ataque los 4 primeros
“Messerschmitt”. Se acercaron a 300-400m. Ya se podía distinguir
visualmente la cabeza del piloto alemán. La primera pareja de cazas
abrió fuego desde 300m de distancia. Las trazadoras fueron en dirección
a nuestro avión, pero éste estaba fuera de control para poder maniobrar
y esquivar el ataque. Seguidamente abrí fuego con mi ametralladora
apuntando al líder de la pareja alemana. El alemán entró bruscamente en
picado para esconderse de mis ráfagas. Lo perdí
de vista.
Seguidamente disparé sobre el segundo caza. El alemán
enseguida se retiró del ataque, realizando un giro a derechas y en
vertical. Se retiraron los tres, los controlaba visualmente a todos,
pero no conseguía detectar al cuarto “Messer”. Segundos después caímos
al suelo, aterrizando sobre la panza. ¿Como me encontraba en aquel
momento? Solamente estaba pensando una cosa: “por fin estamos en
tierra”.
Luego pensé: “¿Cómo esta Borís”? Salí de la cabina
rápidamente e intenté abrir la cabina del piloto. La cabina estaba
atascada, se bloqueó durante el aterrizaje. Borís estaba tirado en la
cabina y no se movía. “¡Lo mataron!”, pensé. Pero dado que el avión no
se estrelló contra el suelo, el piloto debería estar vivo. Seguramente
estaría herido.
A unos 100 metros se encontraba una casa. Vi a un hombre
y una mujer que salieron de la casa y fueron corriendo hacia nuestro
avión. El hombre trajo una palanca de acero, con la cual conseguimos
abrir la cabina del piloto. Sacamos a Borís. Él recobró el conocimiento
justo cuando lo estábamos sacando.
El primer “Messerschmitt”, al que yo había disparado
primero y al que yo no conseguía localizar visualmente, cayó a 150
metros de nosotros, a la izquierda. Por lo visto el alemán consiguió
aterrizar. El piloto estaba vivo, dado que logró aterrizar sobre la
panza. La cola del “Messerschmitt” fue arrancada durante el aterrizaje,
pero la cabina estaba abierta. No encontrábamos al piloto alemán por
ningún lado. Si hubiera sido herido de gravedad, estaría por aquí cerca.
Pero no estaba. Pensamos que se había escapado.
Más tarde aquel hombre por alguna razón entró en el
bosque y gritó: “¡Aquí esta el alemán, colgado en un árbol!”. Fuimos
corriendo hacia allí y lo vimos colgado en un pino, casi en la punta.
Por lo visto, el alemán quedó despedido de la cabina durante el
aterrizaje brusco y fue lanzado al árbol.
Poco tiempo después llegó un camión. Pertenecía a una
comandancia, de primera línea del frente, de algún destacamento que iba
avanzando. Subieron al pino y sacaron al piloto.
Estaba muerto. Murió durante el aterrizaje
brusco. Normalmente cuando el avión aterriza con suavidad, el piloto no
muere, pero si el aterrizaje se produce de forma violenta, se rompen los
huesos de la columna vertebral y el piloto muere prácticamente en el
acto.
Nuestro aeródromo estaba a 150 kilómetros de aquel
lugar. Era una zona apartada, y las carreteras de la zona estaban en muy
malas condiciones, por eso tardamos una semana en volver a la base.
Además, Borís tenía roto el hombro, y yo tenía la pierna herida.
Cuando llegamos, en el aeródromo estaba aterrizando un
regimiento aéreo. Nos dirigimos hacia el Estado Mayor del Regimiento.
Cuando nos acercamos, salió el Jefe del Estado Mayor, Mardovtsev. De
entrada no nos reconoció. Estábamos sin afeitar, con la ropa rota.
Cuando nos presentamos, nos dijo:
- Cuando veas a tu hermano, no lo reconocerás.
-
¿Por qué?
-
Cuando se enteró de que no habías vuelto del combate, se pegó una
depresión muy fuerte. Iba viniendo cada día al Estado Mayor para
preguntar si hay noticias de ti. Decía: ¿”Como voy a mirar a los ojos a
mis padres? ¡No he podido ayudar a mi propio hermano que fue derribado
ante mis propios ojos!”.
S.B. ¿Hacían dibujos en vuestros aviones?
A.N. Nuestro comandante del
Escuadrón Mayor Chernóv realizó 200 vuelos de combate. Esto es mucho
para aquel periodo de la guerra. El comandante del Regimiento ordenó a
dibujar en el fuselaje de su avión un águila, que agarraba con sus patas
un disco con el numero “200”. Teníamos a un piloto, Belyanin. Dibujaba
muy bien. Pues Belyanin dibujó a Chernóv el escudo en forma de águila.
Luego cuando los alemanes veían el avión de Chernóv, intentaban
derribarle primero a él. Como resultado, Chernóv finalmente fue
derribado en el Báltico, ante mis propios ojos.

Primera foto: Héroe de la URSS G. Chernóv
Segunda foto de izquierda a derecha: Ryabchevskiy y Chernov

El águila del avión de Chernov
Todo pasó en agosto del año 1944. Nuestro escuadrón
despegó en misión de ataque a suelo. Nos separamos en dos grupos.
Chernóv lideraba el primer grupo y su segundo, Kúchin, lideraba el
segundo grupo (en el que estaba yo).
Cruzamos la línea del frente. Nos estábamos preparando
para realizar el ataque a los carros de combate. El operador del puesto
de guiado del Regimiento (se encontraba en la primera línea del frente)
se puso en contacto con nosotros y nos informó: “¡Jorobados, estad
atentos! En vuestra zona se detectó un gran grupo de cazas alemanes.”
Nosotros íbamos a 1200m de altitud. Detecté visualmente
a dos grupos de cazas alemanes, uno a 5000m y otro a 6000m de altitud.
Iban en paralelo, estaban muy lejos, a unos 5km, solamente se veían unos
pequeños puntos en el aire. Los puntos aumentaban de tamaño
progresivamente. De repente la mitad de los “puntos” se puso a picar
para acatar al grupo de Chernóv.
El líder de los cazas alemanes por lo visto era un
experto. Disparó una larga ráfaga sobre el avión de Chernóv. Su avión se
incendió, se inclinó a izquierdas y entró en picado. Así es como murió
Chernóv. Cuando nuestros cazas de escolta se dieron cuenta, entraron en
combate aéreo pero ya era demasiado tarde.
Nosotros entramos en descenso y nos dirigimos para
atacar nuestro objetivo. Atacamos, cumplimos nuestra misión.
El avión de Chernóv cayó en uno de los pantanos que
abundaban en la zona. Después de la guerra lo estaban buscando durante
mucho tiempo, pero sin resultado. Presentaron los documentos para
condecorar a Chernóv por segunda vez con el grado de Héroe de la URSS,
pero finalmente no le condecoraron.
S.B. ¿Cómo era la preparación de un artillero aéreo?
¿Cuáles eran las tácticas de combate?
A.N. Sobre todo, era
importante conocer muy bien la aviacion alemana. Las siluetas y las
características técnico-tácticas de los cazas (el armamento, sus
tácticas de combate aéreo a la hora de atacar a los Shturmovik, y etc.).
También era importante dominar las tácticas y la coordinación de
acciones entre el piloto y el artillero aéreo.
Por ejemplo, mi hermano. Era el artillero aéreo más
eficiente de nuestro regimiento, derribó la mayor cantidad de cazas. En
un combate actuaba muy a sangre fría. Tenía mucha experiencia como
artillero aéreo, y la experiencia lo es todo. Un artillero inexperto
cuando ve a un caza atacando, se pone nervioso y abre el fuego antes de
tiempo, a gran distancia, incluso a 2000 metros. Es el instinto de
supervivencia, así es la naturaleza humana. Pero esto a la vez supone la
muerte. ¿Por qué?
Primero, porque con tus ráfagas descubres tu posición.
Segundo, has gastado la munición de forma ineficiente, disparando a una
gran distancia. Disparando a gran distancia no puedes derribar al
enemigo. Lo puedes llegar a dañar, pero no conseguirás derribarlo. Por
consiguiente, como regla general, eran derribados los pilotos cuyos
artilleros eran novatos. Era pura cuestión sicológica.
Pero los artilleros expertos lograron llegar hasta el
final de la guerra. Éstos eran los auténticos ases de tiro aéreo, porque
no tenían miedo al enemigo.
Cuando un artillero ve que se le esta acercando un caza
y empieza a tener miedo, mete la pata y dispara antes de lo necesario.
Los ases alemanes no disparaban desde distancias largas. Ellos se
acercaban y disparaban de cerca, para poder derribar con seguridad.
Ellos sabían perfectamente, que cuando un artillero aéreo abre fuego a
distancias largas, se trata de un novato y se le puede atacar
tranquilamente. Y por consiguiente ellos dirigían sus ataques a aquella
tripulación, cuyo artillero era un novato. Abrir fuego a gran distancia
equivale a la inexperiencia. Y la inexperiencia en un combate aéreo
equivale al fracaso.

Los pilotos y los artilleros aéreos del 947o ShAP junto al
FW-190 capturado
S.B. ¿Cuál era el enemigo mas peligroso, los antiaéreos
o los cazas?
A.N. Los cazas. Si un caza
alemán se te pone a atacar, esto significa que el alemán no es un
novato, sino que es un as. Es porque los pilotos alemanes con nivel de
preparación menos elevado tenían miedo a atacar a los IL-2. Tenían miedo
a realizar ataques desde todos los ángulos. Sobre todo cuando se trataba
de atacar frontalmente. Un caza alemán jamás atacaría a un IL-2
frontalmente, dado que Shturmovik tenía el armamento frontal
potentísimo. El ángulo de ataque preferido por los alemanes era atacar
por detrás y por debajo, dado que los artilleros no tenían suficiente
sector de tiro para rechazar este tipo de ataque: el espacio inferior
trasero estaba tapado con la cola.
S.B. ¿La forma de coordinar las acciones conjuntas entre
el piloto y el artillero aéreo?
A.N. Teníamos el dispositivo
de comunicación interna. Utilizábamos pocas palabras para coordinar
nuestras acciones, dado que solíamos tener las parejas piloto-artillero
cohesionadas. Nos entendíamos de “media palabra”.
Actuábamos según la situación. Ambos veían la situación
en la que se encontraban y sabían de entrada lo que tiene que hacer cada
uno.
Por ejemplo, cuando uno de los dos detectaba los cazas
alemanes, estaba obligado a informar al otro: “veo cazas rumbo “X”, a la
altitud “Y””, estábamos obligados a informar sobre el modelo del avión
enemigo. Así es como actuábamos en el aire.
S.B. ¿Cuan era la relación entre las bajas sufridas por
los pilotos y por los artilleros?
A.N. Para un artillero aéreo
la probabilidad de la muerte era aproximadamente doble respecto a la
probabilidad de la muerte para el piloto del avión. La cabina del piloto
estaba muy blindada, pero la cabina del artillero solamente tenía la
coraza en el suelo. El resto de partes de la cabina del artillero no
estaban blindadas. Además, nunca había oído ningún caso de ataque
frontal a un IL-2 por parte de un caza alemán. El intento de atacar
frontalmente a un IL-2 seria un fracaso seguro. El alemán quedaría
derribado con toda la seguridad. Por tanto, los alemanes siempre nos
atacaban por detrás, por eso los artilleros morían más que los pilotos.
S.B. ¿Cuál era la táctica de ataque empleada por los
pilotos de Shturmovik a la hora de realizar ataques a suelo?
A.N. Atacábamos en picado.
Nos poníamos en “circulo” a 200-600m de altitud, dependiendo del tipo
del objetivo y de la nubosidad existente en la zona. Cada piloto
localizaba su objetivo, y comenzaba el picado. Atacábamos solamente en
picado. El piloto lanzaba las bombas y disparaba los cohetes RS (los RS
estaban en las alas, llevábamos 8 unidades, incluso llegábamos a cargar
16). Posteriormente atacaban con los cañones y ametralladoras. En total
realizábamos unos 3-4
ataques por cada misión.
Normalmente atacábamos objetivos de la primera línea del
frente. Atacábamos aquellos objetivos que se consideraban más peligrosos
para nuestra infantería: ametralladoras, piezas de artillería, baterías
de morteros. La decisión de atacar un objetivo determinado era tomada
por el comandante del Escuadrón o por el comandante del grupo. También
atacábamos la segunda línea de defensa. Atacábamos a la artillería
autopropulsada, artillería de campo, concentraciones de vehículos.
Como regla general, durante nuestro ataque en la primera
línea del frente se encontraba un operador de nuestro regimiento con un
radiotransmisor, que coordinaba nuestras acciones. Era un oficial del
regimiento o de la división. Ellos nos facilitaban las coordenadas para
localizar el objetivo.
En aquellos casos cuando no teníamos el guiado desde el
suelo (la zona de ataque puede llegar a tener varios kilómetros, y el
operador de guiado aéreo no llegaba a controlar toda esta zona),
entonces la decisión de atacar a un determinado objetivo era tomada por
el líder del grupo. El líder seleccionaba el objetivo y daba la orden:
“Atacamos el objetivo “X”, seguid mis acciones”. El líder del grupo
realizaba el picado para atacar, su punto le seguía, pero buscaba
objetivos que quedaban sin destruir después del ataque del líder. Los
demás hacían lo mismo. Realizábamos varias pasadas, luego mirábamos los
resultados de nuestro ataque para evaluar los daños causados. Si no
quedaban más objetivos, nos desplazábamos a otro sector para gastar la
munición.
S.B. ¿Siempre tenía la escolta de cazas?
A.N. Siempre. A veces nuestra
escolta despegaba desde nuestro aeródromo, en otras ocasiones nos
encontrábamos con ellos en el aire. Los cazas de escolta normalmente
tenían sus aeródromos más cerca a la línea del frente, unos 30-50km más
cerca que los Shturmovik. Así que despegábamos y nos reuníamos por el
camino con ellos.
S.B. ¿Hubo algún caso de abandono de los Shturmovik por
parte de los cazas de escolta?
A.N. Jamás. En caso de
abandono, el piloto del caza seria juzgado en un Tribunal de Guerra.
S.B. ¿Realizaban misiones de “caza libre”?
A.N. No, normalmente no
realizábamos misiones de “caza libre”, no nos ordenaban este tipo de
tareas. Hubo unos cuantos vuelos, pero eran misiones especiales, cuando
tácticamente no era necesario enviar más de una pareja de IL-2. En estos
casos se enviaba a los mejores pilotos.
S.B. ¿Hubo alguna ocasión cuando los pilotos volaban sin
el artillero aéreo?
A.N. Volar sin el artillero
aéreo estaba categóricamente prohibido. Pero hubo ocasiones cuando el
artillero era sustituido por otra persona (cuando el artillero quedaba
herido o simplemente estaba enfermo). Pero estas personas realizaban un
curso de preparación física y táctica especial. Así que en ocasiones el
puesto del artillero aéreo era ocupado por los mecánicos, técnicos de
armas, técnicos de equipos eléctricos e incluso en ocasiones por
nuestras chicas. Teníamos a ocho chicas en nuestro regimiento. Así que
dos de ellas tuvieron la ocasión de realizar vuelos en la cabina del
artillero aéreo. Esto fue en Criméa. Por ejemplo, Tonya Tonenko, que
actualmente vive en la ciudad de Minsk, realizó 12 vuelos de combate
como artillero aéreo durante la operación de Criméa.
Te diré que en el puesto del artillero aéreo no metían a
cualquiera. Antes de asignar a la persona, pedían su consentimiento y
verificaban su nivel de preparación. Eran seres humanos,
no sacos de arena.
S.B. ¿Hubo casos de ataque a nuestras propias tropas por
error, cuando atacaban los objetivos de la primera línea del frente?
A.N. Si, en general hubo
casos. En nuestro regimiento no hubo ninguno. Pero tuvimos dos casos de
ataque realizados al estilo de Gastelo… (Pashinko fue uno de estos
Héroes…)
S.B. ¿Hubo control de los resultados de ataque?
A.N. El control era doble.
Primero, los aviones estaban dotados de aerofotocámaras. Segundo, en el
puesto de mando se encontraba un observador. Como regla general, los
resultados preliminares de nuestros ataques eran conocidos antes de
nuestra vuelta a la base. Y por la noche, durante la cena, el comandante
del Regimiento nos anunciaba los resultados definitivos de todos
nuestros ataques realizados durante el día.
S.B. ¿Sentían miedo antes del vuelo?
A.N. El miedo es un término
muy amplio. Uno puede asustarse de un gato, si éste le salta de repente.
Pero en otra ocasión no se asusta de un asesino que le ataca con un
cuchillo. Algunos a veces se ponían nerviosos, sobre todos los novatos:
“¿Qué me espera allí? ¿Voy a sobrevivir?”
Lo importante era no perder el control y estar siempre
atento para observar el espacio aéreo. Si te despistas, te derriban, en
la guerra el despiste se pagaba con la vida.
Los pilotos con experiencia no pensábamos en la muerte,
estábamos ocupados con la misión. Tu principal tarea era cumplir la
misión. Si te derriban, no seria nada fuera de lo normal. Cuando uno
muere en tiempo de paz, todos aquellos que lo conocían lloran su muerte,
pero en la guerra las muertes se producían de forma masiva. Nos habíamos
acostumbrado. El hecho de morir era rutinario.
Estábamos en guerra.
S.B. ¿Existían algunas señas, presentimientos antes de
realizar la misión? ¿Vuestros pilotos eran supersticiosos?
A.N. El personal técnico se
inventaba algunas cosas raras, pero el personal de vuelo de nuestro
regimiento pasaba de esas bobadas.
S.B. ¿Abastecimiento de repuestos, el servicio de
mantenimiento?
A.N. No teníamos ninguna
dificultad en este aspecto. Nos llegaba todo lo necesario, en cantidad y
calidad requerida. La retaguardia nos daba todo lo necesario. Si no lo
hubieran hecho como es debido, serian juzgados en un tribunal.
S.B. ¿La alimentación era satisfactoria?
A.N. Nos daban la ración de
vuelo de los tiempos de guerra. La alimentación era buena. Sobre todo
alimentaban muy bien a los pilotos de Shturmovik, dado que el trabajo
del piloto de un Shturmovik era el más duro, comparando con otros tipos
de aviación. El piloto de un Shturmovik era la elite de las fuerzas
aéreas, así que no recuerdo ningún tipo de interrupción en el suministro
de comida.
Comíamos en el comedor de pilotos. El Comandante del
Regimiento se sentaba en la mesa principal, junto a sus segundos. En el
comedor teníamos a varias camareras. Nos prestaba mantenimiento un
batallón de mantenimiento de aeródromo. Los pilotos y los artilleros
comían en el mismo comedor. En el centro de la sala estaba la mesa del
Comandante. Cuando entrábamos en el comedor, las mesas ya estaban
servidas, los 100g ya estaban puestos. Llegaba el comandante, hacia un
breve análisis de nuestra actividad diaria. Cuando teníamos bajas entre
nuestros compañeros, les recordábamos antes de comenzar la cena. El
desayuno a veces era en el comedor, a veces nos lo traían directamente
al aeródromo.
S.B. ¿Qué opina del IL-2?
A.N. No había ningún avión
que se le podía igualar. Era el avión mejor armado entre los aviones de
su clase. Era el más blindado. Ningún avión del mundo podría igualarse
al IL-2 en cuanto a su capacidad de combate, su armamento, en cuanto a
sus posibilidades tácticas y su eficacia. Los alemanes no tenían un
avión como IL-2. Ellos intentaban utilizar el Ju-87 como IL-2, pero el
“Junkers” no era nada comparado con el IL-2.

IL-2 del 947o ShAP
S.B. ¿Y los cohetes RS?
A.N. Los proyectiles a
reacción RS eran eficientes, como los RS de los “Katyúsha”. Eran
enganchados en las alas. Se enganchaban hasta 24 unidades. Eran muy
eficientes porque el lanzamiento se realizaba desde distancias cortas, a
200-300m del objetivo. El impacto de un RS causaba mucho destrozo, por
tanto los alemanes incluso temían más a nuestras “Katyúshas aéreas” que
a las “Katyúshas” terrestres. Una explosión del RS era muy potente.
Cualquier salva daba el efecto esperado, dado que nosotros trabajábamos
sobre los objetivos de la primera línea del frente, donde el terreno
estaba repleto de objetivos muy diversos: la infantería, diverso tipo de
armamento, almacenes de munición. Dispares donde dispares, aciertas en
algún objetivo u otro.
S.B. ¿Qué diría sobre la radio?
A.N. Los radiotransmisores
estaban instalados en los aviones de los líderes. Los puntos solamente
llevaban receptores. Los puntos no podían ponerse en contacto con la
tierra. No era necesario, dado que esta tarea era realizada por el
líder. Pero a pesar de eso el punto oía todas las comunicaciones y
estaba al corriente de la situación en el aire y en el sector del frente
que íbamos a atacar. El punto podía escuchar todas las comunicaciones,
incluso la comunicación con tierra, estaba informado de todo.
S.B. ¿Cómo estaba equipada la cabina del artillero?
A.N. El asiento era de lona
(en forma de una correa ancha). Había el dispositivo de
intercomunicación interna que comunicaba al artillero con el piloto. La
ametralladora. Esto es todo.
S.B. ¿Utilizaban el camuflaje de invierno?
A.N. No. No veíamos ningún
sentido. Yo también estuve volando en invierno, y era sin camuflaje. Ni
los cazas ni los bombarderos ni los Shturmovik utilizaban el camuflaje
de invierno. Volver a pintar el avión supone mucho trabajo. Los aviones
venían de las fábricas con el camuflaje estándar. Y volaban así durante
toda su vida útil. Hasta el final de la guerra, si lograban sobrevivir.
En algunos aviones pintábamos el camuflaje de verano, pero no era un
fenómeno masivo.
S.B. ¿Vuestro Comandante del Regimiento realizaba
misiones de combate?
A.N. El Comandante del
Regimiento prácticamente no volaba. No existía ninguna necesidad, él
tenía otras tareas más importantes. Le condecoraron con la estrella de
Héroe de la URSS al final de la guerra por sus meritos logrados como
Comandante. Es que para poder realizar vuelos de combate debería haber
pasado cursos de reciclaje, y para esto se necesitaba tiempo. Nuestro
comandante comenzó a luchar en el año 1941, y al principio realizaba
vuelos de combate. Volaba en, en la región Subártica, en la región de
Leningrado, en la región de Moscú.
Nuestro comisario político se consideraba piloto de
caza. Pero él nunca volaba. No era respetado entre los pilotos de
nuestro regimiento.
Tienes que comprender una cosa. Para que el comandante
del regimiento o cualquier otro mando superior puedan volar, se
necesitan aviones libres. Los aviones eran estrictamente asignados en
una determinada cantidad a cada regimiento. Por tanto, si los
comandantes empiezan a volar, los otros pilotos se quedarían sin
aviones.
Segundo: perder en combate a un comandante del
regimiento no es lo mismo que perder a un novato. Reponer a un
comandante del regimiento es más difícil. Y por muy bueno que fuera el
comandante como luchador aéreo, no podría garantizar al 100% su
seguridad.
Pero también es cierto que en la aviacion de caza los
comandantes volaban. Esto ya es un caso distinto.

Alekséy Semiónovich Nikúlin, a la izquierda. 9 de mayo de 2006.
Ciudad de Vitebsk.
S.B. ¿Alguna vez vio la cara de su enemigo?
A.N. Nosotros no les veíamos
las caras. Durante nuestro ataque la infantería esta escondida en las
trincheras. Ellos tampoco podían ver nuestras caras. El piloto lleva el
casco, las gafas, los cristales de la cabina distorsionan la imagen… Es
difícil ver la cara de un piloto durante el vuelo. Puedes ver su cabeza,
su silueta, pero para ver la cara te tienes que acercar al avión.
S.B. Muchas gracias.
20.05.2006.
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