Nació
el día 05.08.1922 en la ciudad Pishpek (Frunze) en una familia
obrera. Kazajo. Miembro del PCUS desde 1943. Terminó estudios
secundarios en la ciudad de Frunze. A los 16 años ingresó en un
aeroclub de Osoaviahim.
Se alistó en el Ejercito Soviético en
el año 1940. Se graduó en la Academia Militar del aire de Orenbúrg
en el año 1942.
Estuvo luchando en el frente desde
enero de 1943.
Hasta el mes de junio de 1944 realizó
155 vuelos de combate en misión de reconocimiento y ataque a las
fortificaciones, aeródromos, nudos ferroviarios y concentraciones de
tropas.
El día 26 de octubre de 1944, por la
valentía y maestría, mostradas en 155 vuelos combate, por participar
en la liberación de las ciudades de Znamenka y Kirovograd, por
derribar personalmente a 4 aviones enemigos y por el eficiente apoyo
prestado a las tropas terrestres durante la reconquista de la
frontera estatal de la URSS, Begeldínov fue condecorado con el grado
de Héroe de la Unión Soviética (medalla Nº 4619).
Siendo comandante del mismo
regimiento, hasta el mes de marzo de 1945 realizó otros 120 vuelos
de combate adicionales. El día 27.06.1945, por ejercer de forma
eficiente el papel de Comandante de Escuadrón, que realizó 520
vuelos de combate sin sufrir bajas, y por las hazañas cometidas
durante ataques terrestres en las batallas por la liberación de
Cracovia, Opeln, Katovitce, Breslau y Berlin, el Capitán de la
Guardia Begeldínov fue condecorado con la segunda medalla “Estrella
de Oro” (medalla Nº 6554).
Begeldínov no solamente tenía fama de
un maestro en ataques a suelo, sino también tenia una gran
reputación como experto en misiones de reconocimiento aéreo. En
complicadas condiciones meteorológicas, conseguía la valiosa
información sobre el enemigo.
En total había realizado 305 vuelos de
combate.
Dos Veces Héroe de la URSS Capitán T.Y.
Begeldínov participó en el Desfile de la Victoria de la Plaza Roja,
celebrado el día 24 de junio de 1945.

Tras finalizar la guerra siguió
prestando servicio en las Fuerzas Aéreas. Estuvo al mando de un
regimiento aéreo. En el año 1950 se graduó en la Academia Militar
del Aire. A causa de salud tuvo que dejar de volar, y fue enviado a
los Cursos Superiores de Perfeccionamiento de Oficiales y Navegantes
como jefe del estado mayor. Fue condecorado con el título de Piloto
Destacado de la URSS. Tras retirarse a la reserva en el año 1956 con
grado de Coronel, comenzó a trabajar como suplente del jefe local de
la Dirección de la Aviacion Civil. En el año 1968 se graduó en el
Instituto de Ingeniería de Construcción de Moscú y trabajó durante
años en la administración de la Construcción Estatal en Alma-Ata.
Fue diputado del Consejo Supremo de la URSS de la II y III Junta.
Actualmente es presidente del Fondo Internacional de ayuda a los
mutilados de la Guerra y huérfanos.

Fue condecorado con la Orden del
Lenin, 2 Ordenes de la Bandera Roja, Orden de Aleksandr Nevskiy,
Orden de la Guerra Patriótica de I y II grado, Orden de la Estrella
Roja, Orden de la Gloria de III grado y diversas medallas. Titulo de
Piloto Destacado de la URSS.
El busto de bronce fue colocado en su
ciudad natal. Es Cadete de Honor de la Academia Superior Militar del
Aire de I.S. Polbin de la ciudad de Orenburgo.
Fue autor de los siguientes libros:
1- “Los IL-2 atacan”. 2ª edición, Alma-Ata,
1966;
2- “Los 305 raids”. Frunze, 1966
3- “Las batallas del aire”
4- “Combates aéreos”
5- “El picado hacia la inmortalidad”,
Alma-Ata, 2000
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* *
Su primer combate fue realizado el 17
de febrero de 1943.
Durante toda la misión Begeldínov no
quitaba la vista de su líder, replicando con exactitud todas sus
maniobras. Los IL-2 salieron a la zona del objetivo y atacaron el
convoy ferroviario.
El primer vuelo de combate fue
realizado con éxito. El mismo día Sargento Begeldínov realizó otros
dos vuelos de combate. Así comenzó su camino bélico. Los combates
procedían en la zona de Staraya Russa.

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Poco después, el grupo de IL-2 fue
enviado para atacar a la aldea Gluhaya Gorushka, convertida por los
alemanes en una potente fortificación. La misión consistía en atacar
a las posiciones de artillería alemana. El grupo fue atacado por los
cazas, Begeldínov iba sin artillero. (citando a las memorias):
“Mientas estaba decidiendo que hacer,
las trazadoras pasaron justo por encima de la cabina. Giré la cabeza
y vi que me estaba atacando un caza. El piloto del “Messer” actuaba
de forma extremadamente agresiva. Me atacaba por todos lados, pero
no lograba derribarme. Pensé: “Así me acabara matando”. Comencé a
realizar virajes, intentando desplazarme hacia nuestro territorio.
La altitud no era alta, así que para atacarme por debajo el alemán
lo tenia difícil. El alemán tenía miedo de entrar por delante,
conociendo la potencia de fuego del armamento frontal de IL-2. Mi
velocidad era más baja, así que el radio de viraje era más reducido.
Mientras tanto, el “Messer” me estaba entrando por la cola una y
otra vez.
De repente pensé: “¿Por qué solamente
estoy realizando maniobras defensivas, por que no lo intento atacar
yo?”. Aunque en aquel entonces no había oído casos de que un IL-2
ataque a un caza: en caso de encontrarse con los cazas, nos
ordenaban retirarse en vuelo rasante y no entrar en combate aéreo.
El alemán se puso muy agresivo. La
alta velocidad para él era un obstáculo. El alemán bajó el tren de
aterrizaje para reducirla. No sé por que, pero este hecho me cabreó.
¡Bastardo, ahora verás!
En un brusco giro dirigí mi avión
hacia el caza alemán y tiré de la palanca. El “Messer” acabó en mi
colimador. Apreté los gatillos. Vi cómo las ráfagas impactaron en el
avión alemán. Cada instante parecía una eternidad. El caza
desprendiendo humo se tumbó de un ala y se fue al suelo. El alemán
resultó ser un experto y pudo nivelar su avión en llamas y aterrizar
sobre la panza. Mi avión estaba a punto de entrar en barrena.
Corregí el avión, gané velocidad, reduje altitud.
Realicé el giro y vi cómo hacia el
caza alemán corrían nuestros soldados, armados con metralletas.
Ahora podía retirarme hacia la base. Y en aquel momento sentí que se
me agotaron las fuerzas. Todo mi cuerpo estaba cubierto por un
pegajoso sudor. Por otro lado, mi avión estaba dañado. Los timones
de dirección y de giro estaban dañados. El radiador de
aceite estaba perforado.
Con mucha dificultad pude llegar hasta
el aeródromo y aterrizar. Abrí la cabina y literalmente caí en los
brazos de los pilotos, que rodearon mi avión. Llegó el comandante
del regimiento. Le informe sobre la misión, pero no se porqué pero
no dije nada sobre el caza derribado. Miré mi avión y comprendí que
sobreviví de milagro, dado que éste estaba lleno de impactos.
En la madrugada me despertó el
ayudante y me ordenó llegar al estado mayor de la División
urgentemente. Allí me recibió el comandante de la división y pidió
contarle el combate aéreo con el “Messerschmitt”. Resultó ser que el
alemán al que yo había derribado era un as, con rango de Mayor, que
tenia 108 aviones derribados, y que había luchado en Bélgica,
Francia y en los Balcanes. El alemán no se lo creía que fue
derribado por un joven sargento, con tan solo 8 vuelos de combate
realizados. El alemán pidió en varias ocasiones de encontrarse
conmigo, pero no pudo ser: lo enviaron al Estado Mayor del Ejercito
del Aire”
“Los IL-2 atacan”. 2ª edición,
Alma-Ata, 1966".
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* *
En otra ocasión, en el regimiento, del
cual formaba parte Begeldínov, se recibió una orden del General V.G.
Ryazanov: realizar el ataque sobre el aeródromo enemigo en la zona
de Harkov. Los Shturmovik fueron escoltados por un regimiento de
cazas. El grupo sobrevoló la línea del frente y a primeras horas de
la madrugada salió justo al objetivo. Los IL-2 realizaron un ataque
con bombas, destruyendo a 12 bombarderos enemigos, varios hangares y
detonaron un almacén de bombas. Todo el regimiento volvió a la base
sin haber sufrido bajas.
A las 14:00 un sexteto de IL-2 volvió
a tomar rumbo hacia Harkov, pero esta vez sin escolta de cazas.
Cuando se acercaban al aeródromo, los antiaéreos abrieron fuego
denso.
Los IL-2 sobrevolaron los dos
cinturones de defensa antiaérea y de repente detectaron a un grupo
de bombarderos alemanes escoltados por los cazas. El grupo alemán
volvía de una misión. Los 12 “Messerschmitt” dieron la vuelta y se
dirigieron al grupo de IL-2. Comenzó el combate aéreo de 12
“Messerschmitt” contra 6 IL-2.
Uno de los alemanes atacó por debajo
el avión de Begeldínov y unos instantes después salió por delante de
su IL-2. Begeldínov apretó el gatillo de los cañones y vio cómo el
avión enemigo comenzó la caída. Pero el IL-2 de Begeldínov sufrió
daños anteriormente. Habría que dar la vuelta y volver a la base,
pero no podía incumplir sus órdenes, dado que muy cerca del lugar se
encontraba el aeródromo de campo enemigo, con más de 100 bombarderos
y cazas estacionados allí. Cuando los IL-2 se acercaron al
aeródromo, allí cundió el pánico, los aviones comenzaron a despegar
directamente desde los aparcamientos, desde alguno de los
bombarderos sus artilleros abrieron fuego.
Los IL-2 comenzaron el ataque y
convirtieron el aeródromo en un mar de fuego. Tras salir del ataque,
el grupo tomó rumbo a la base. A causa de los daños sufridos, el
avión de Begeldínov comenzó a perder velocidad. Ya no podía
mantenerse en la formación, pero hasta la línea del frente aun
quedaban 40 kilómetros.
2 de los FW-190 al ver a un avión
dañado que iba en solitario, le hicieron tijeras e intentaron
obligarlo a aterrizar. Begeldínov se negó a obedecer, y ellos
abrieron fuego. Las ráfagas atravesaron la cabina y dañaron el
motor. El avión se incendió. El piloto y el artillero se lanzaron en
paracaídas.
Los dos tardaron varios días en llegar
a la línea del frente. En dos ocasiones se encontraron con patrullas
alemanas. En uno de los enfrentamientos mataron a dos soldados
alemanes. Estuvieron refugiados durante 3 horas en un pantano,
cubiertos por el agua hasta la garganta, y posteriormente
prosiguieron su camino. Justo en la línea del frente entraron en un
campo de minas, donde murió el artillero de Begeldínov, al pisar una
mina.
Pocas horas antes de la madrugada,
Begeldínov llegó hasta la orilla del río Severskiy Donets y comenzó
a cruzarlo. Comenzó a nadar en las heladas aguas, bajo la lluvia de
balas alemanas. Mientras nadaba, una bala le alcanzó la mano
izquierda. La ropa mojada le arrastraba hacia el fondo del río, pero
Begeldínov pudo cruzarlo y llegar a la orilla opuesta. Tras salir a
la orilla, perdió el conocimiento y cayó sobre las rocas. Lo
encontraron nuestros soldados y lo trasladaron a la unidad. El
enfermero le puso la venda y Begeldínov fue enviado al hospital. Al
cabo de 3 semanas Begeldínov volvió a las filas para seguir
luchando.
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* *
En febrero de 1944 durante la
operación ofensiva de Korsun-Shevchenko, realizada por las tropas
soviéticas, a Begeldínov le encargaron una misión bastante peculiar:
cazar a un destructor de vías férreas. Los alemanes inventaron dicha
maquina ya en el invierno de 1941 y la emplearon durante su derrota
en Moscú. Mediante esta maquina destruían las vías férreas durante
su retirada. Dicha maquina estaba formada por una especie de enorme
arado, que se enganchaba a una locomotora de vapor. El arado rompía
las traviesas por la mitad, y los carriles se doblaban y se rompían
con unas guías En una hora de trabajo la locomotora era capaz de
destruir hasta 15km de vías férreas.

Un destructor de vías como ese operaba
en el invierno de 1944 entre Pervomaysk y Malye Viski. El enemigo,
sabiendo que el destino de su agrupación de tropas cercadas por el
Ejercito Rojo estaba predeterminado, durante su retirada decidió
emplear dicha maquina para destruir a todas las vías, intentando
frenar el avance de nuestras tropas. La misión de encontrar y
destruir la locomotora fue encomendada a Begeldínov. Comenzó la
cacería. Cita de las memorias de Begeldínov:
“He de decir que se trataba de un
enemigo astuto, experimentado y cuidadoso. Ayer mismo, sobrevolando
aquella zona, yo veía los hilos metálicos de las vías. Pero hoy ya
no estaban. Tampoco estaba la locomotora. Todos mis intentos de
localizarla eran inútiles. En mi ayuda llegó el servicio de
reconocimiento terrestre.
Me encontraba en el puesto de mando,
esperando la señal y listo para despegar. De repente recibí el
mensaje, que la locomotora está operando en la zona de Malye Viski.
Despego y me dirijo a la zona, pero lo único que podía distinguir
eran los resultados de su bárbaro trabajo: la locomotora se había
esfumado. Y así día tras día. Comencé a perder la paciencia. Por
otro lado, los mandos no me dejaban en paz, me exigían localizar y
destruir a la maldita locomotora. En un solo día la locomotora causa
tanto daño, que se necesita una semana entera para reconstruir las
vías, mucho material y la intervención de centenares de soldados y
oficiales de las tropas de ingenieros. Y lo más importante, mientras
se reconstruyen las vías, se retrasa el suministro de los
cargamentos para nuestras tropas que estaban en ofensiva.
Uno de estos días, sin recibir ninguna
noticia sobre la locomotora, despegué en misión de reconocimiento.
Reuní la información sobre la posición de las tropas alemanas,
fotografié las posiciones de artillería alemana y a los carros de
combate hundidos en la tierra. Tras haber fotografiado las
posiciones, di la vuelta y tomé rumbo a la base. De repente detecté
en la tierra la sombra de una locomotora. Pero solamente podía
distinguir la sombra. A últimas horas de la tarde, en los rayos del
sol, la sombra parecía enorme y muy fea. Yo veía como se movía la
sombra, pero no veía el humo de la chimenea de la locomotora. Y lo
más curioso es que no podía distinguir la propia locomotora. Piqué
bruscamente y es cuando comprendí la causa de la inutilidad de mi
trabajo llevado a cabo hasta ahora. A lo largo de toda la locomotora
estaba montada una pista, en la cual los alemanes colocaron la
nieve, trozos de tierra, arbustos y piedras. Los laterales de la
locomotora estaban pintados de color blanco. Cuando la locomotora se
encontraba con nuestros aviones, simplemente se paraba, y
aprovechando su peculiar camuflaje, esperaba hasta que nuestros
aviones se retiren.
¡Grité de tanta alegría! “¡Ahora no
tendrás escapatoria!”
Entré en lateral, capté la locomotora
en el colimador y comencé el ataque. Pero en vano… El maquinista dio
la marcha bruscamente y mis proyectiles no alcanzan el objetivo.
Realicé el segundo ataque y otra vez sin resultados. Comprendí que
en la cabina de la locomotora se encontraba un maquinista experto,
capaz de observar y prever cada uno de mis movimientos.
El curioso duelo entre la locomotora y
el avión duró aproximadamente 15 minutos. Por fin, uno de los
proyectiles acertó en la caldera. Una nube de vapor se levantó 20
metros sobre el suelo, y la locomotora quedó paralizada. Realicé
otra entrada en lateral y atravesé la locomotora con las ráfagas de
cañones y ametralladoras. Seguidamente di la vuelta y entré por el
otro lado, y a quemarropa le disparé todos los proyectiles a
reacción (cohetes RS). La locomotora fue convertida en una montaña
de chatarra. Realicé un circulo y tras asegurarme de que la
locomotora estaba completamente destruida, fotografié los resultados
del ataque y tomé rumbo a la base”.
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