Antes del amanecer
del 7 de diciembre, I.F. Fedyunkin y yo fuimos a las posiciones del
258º Regimiento de Infantería. El CG estaba atestado y todo el mundo
escuchaba los informes de la exitosa ofensiva de nuestras tropas al
norte y al sur de Moscú y la liberación de más y más localidades.
La gente del CG
tenía alta la moral. Fedyunkin se quedó en el CG mientras el jefe
del regimiento y yo fuimos a visitar a las unidades. Tras un buen
desayuno caliente los hombres en las trincheras y refugios hablaban
y fumaban, protegiendo los cigarrillos en las mangas, algunos
escribían cartas, la mayor parte, sin embargo, comprobaba sus armas.
Los hombres estaban cálidamente vestidos con abrigos de piel de
cordero, los exploradores estaban mas a gusto con chaquetas
acolchadas y camuflajes blancos.
El equipo médico,
al mando de M.M. Boiko, médico de 2ª clase tenia sus propias
preocupaciones. Recordaban a los hombres como protegerse a sí mismos
y a sus camaradas heridos contra la helada y como administrar
primeros auxilios (anticipadamente he de decir que estos consejos no
cayeron en saco roto. No tuvimos ningún caso de congelación entre
los heridos)
No solo las tropas,
casi todo los artilleros estaban en sus posiciones de fuego. No
tenían un momento de respiro. Los proyectiles con su capa de grasa
protectora se limpiaban de agujas de abeto y nieve cerca de los
cañones. La nieve bajo los cañones se cubría de arena para evitar
resbalones.
Empezó a amanecer.
Se aproximaba la Hora Zero. Los artilleros ocuparon sus posiciones,
la infantería se concentraba en las trincheras del frente, lista
para atacar. Nuestro puesto de observación se había preparado en el
131º Regimiento de Infantería en una factoría en Dedovsk. Allí, en
un pequeño refugio, estaban los encargados de dirigir el fuego, el
teniente coronel A.I.Vitevsky, jefe de operaciones de la División,
el Mayor A.A. Thchinin, jefe de reconocimiento, el teniente coronel
N.D. Pogorelov, jefe de la artillería, el Mayor Gerasimov, jefe de
comunicaciones y el señalero.
En la esquina mi
ayudante P.I.Vlasov estaba leyendo algo a la luz de una lámpara
construida a partir de la vaina de un proyectil de
45 mm. Yo
no podía recordar haberlo visto nunca sin un libro. Tenía la extraña
capacidad de leer siempre que podía. Al mismo tiempo veía y oía todo
e inmediatamente respondía a las llamadas, siempre dispuesto a
satisfacer cualquier petición. Había llevado a cabo bastantes
misiones difíciles y peligrosas y siempre estaba dispuesto a ellas
(en 1942 le tuve que conceder el mando de una compañía en vista de
sus repetidas peticiones)
Quedaban dos
minutos. Cogí el teléfono y llamé a las posiciones de artillería.
Justo a tiempo. Tras una breve conversación oí:
“Artillería, abran
fuego”
Nuestra ofensiva en
la línea Nefedyevo-Lenino-Rozhdestveno comenzó. Los combates se
prolongaron durante 15 días.
Nuestras unidades
atacaron con entusiasmo. Les vi atacar no como si llevaran meses de
duros combates defensivos con fuerzas superiores. Parecían que
venían de un largo descanso. Los hombres avanzaban a pesar de los
obstáculos contra carros y contra personal, campos de minas, alambre
de espinos y las fortificaciones enemigas.
En la zona de la 9ª
División de la Guardia el cetro de la lucha se desplazó al principio
al área de Rozhdestveno. Los alemanes habían transformado esta área
en su principal centro de resistencia. Usándolo como base pretendían
capturar Dedovsk, alcanzar la carretera de Volokolamsk, cortar
nuestras comunicaciones con Moscú y cercar nuestras unidades que
operaban al este de Istra.
El enemigo saturó
las afueras de Rozhdestveno con el fuego de sus armas. Estaban
defendidas con tanques enterrados en el suelo, cañones y morteros.
Los nazis construyeron búnkeres en las casas, repartiendo su
artillería, morteros, infantería y ametralladoras en las colinas,
linderos de los bosques y en los senderos que iban a Rozhdestveno.
La Cota 208.2 desde donde dominaban las aproximaciones a
Rozhdestveno recibía un castigo muy fuerte. Sabíamos que en la
víspera habían se reforzado con unidades de la 10ª División Panzer.
Esto hacia las cosas más complicadas.
Nuestro primer
intento de capturar Rozhdestveno falló. Teníamos que usar otro
sistema. Hicimos un minucioso reconocimiento, analizando las
operaciones del enemigo y decidimos flaquearlos por el noroeste,
derrotando a unidades de la División SS Das Reich que defendían
Rozhdestveno por el norte y luego rodear y aniquilar al enemigo en
esta localidad. Para este plan usamos la 40ª y 36ª brigadas de
Infantería y al 131º Regimiento de Infantería
La noche del 7 de
diciembre pasamos a la ofensiva. Por la mañana capturamos la primera
trinchera. El enemigo se resistía duramente.
El sol había
levantado la niebla y el campo de batalla se veía claramente.
Rozhdestveno estaba a dos kilómetros. Un poco más allá, a la
derecha, los regimientos avanzaban hacia Trukholovka y Snigiri
Station.
Las unidades de la
brigada, con sus uniformes blancos se arrastraban en la nieve ante
nosotros. Se estaban aproximando al río que cruza antes de
Rozhdestveno! si solo pudieran cruzarlo! De repente, llamas
amarillas de proyectiles y explosiones de minas se elevaron en medio
de nuestras filas. Las primeras líneas se ocultaron en los arbustos
cercanos al río. Los hombres se detuvieron y cayeron. Fuimos
descubiertos muy pronto y tuvimos que atravesar las alambradas
ocultas bajo la nieve.
El enemigo nos
disparaba con todas sus armas. Las explosiones se sucedían en un
continuo trueno, el aire helado se llenó de un humo acre que nos
impedía ver las acciones de la vanguardia.
Experimentamos
momentos fatales. Entre el estruendo oímos el tableteo de las
ametralladoras. Venía del noroeste y del sur de Rozhdestveno. Aquí y
allí veíamos a nuestros hombres caer. El ataque corría el peligro de
fracasar. No había un momento que perder. Ordené a dos compañías
blindadas cubrir a la infantería y ordené a la artillería que
intensificara el fuego.
Nuestros hombres lo
pasaban mal corriendo en la nieve profunda, especialmente cerca del
río. El amplio campo estaba por completo a cubierto por el fuego del
enemigo.
En ese momento
recordé un viejo dicho ruso “Vivir la vida no es tan sencillo como
cruzar un campo” Esto debía ser que depende del campo. Por mucho
tiempo fue mas largo que la vida.
Una fuente de fuego
surgió súbitamente ante nuestros ojos, seguida de una explosión.
Sentimos una hola de calor y fuimos lanzados al suelo. Todo era
silencio. Cuando nos levantamos y nos recuperamos nuestras líneas ya
no estaban donde las habíamos visto por última vez, la lucha estaba
ahora en Rozhdestveno.
Una compañía de
infantería del 258º Regimiento al mando del Teniente Galich atacó el
pueblo de Trukholovka frontalmente. El fuego enemigo les obligó a
echarse a tierra. La compañía reptó por la nieve profunda, rodeando
el pueblo, apareció de repente tras los ocupados nazis. En la lucha
nuestros hombres capturaban una casa tras otra. El Teniente Galich
fue herido, pero continuó al mando de sus hombres hasta que el
pueblo quedó libre de enemigos. Muchos SS encontraron la muerte en
sus calles. Gracias a su atrevimiento la compañía abrió una brecha
en las fortificaciones enemigas.
Este fue uno de los
muchos hechos heroicos de esos memorables días.
Durante los
combates del 8 y 9 de diciembre, el Mayor A.S.Rybko, jefe de EM del
131º Regimiento de Infantería organizó un grupo de exploradores y
junto a ellos cruzó a la retaguardia enemiga. Rybko era un maestro
en tareas de reconocimiento y en las áreas de Barynino y Lenin pasó
repetidas veces a la retaguardia enemiga donde obtuvo valiosas
informaciones de los planes de combate de la División SS Das Reich y
de la 5ª División Panzer. Por sus acciones recibió la Orden de la
Bandera Roja. En esta época su grupo volvió a obtener valiosas
informaciones de las fuerzas enemigas, desorganizando las
formaciones enemigas y contribuyendo al éxito de nuestros ataques
frontales.
No podemos dejar de
admirar el heroísmo de V.Khametov, un Komsomol. En intento de
recuperar una posición perdida el mando nazi lanzó un ataque en los
alrededores del pueblo de Gorodishche. El sargento Khametov se
ocupaba de la ametralladora Maxim en una colina mientras el resto
del equipo descansaba. El sargento tuvo que repeler el ataque
enemigo en una desigual batalla de uno contra muchos. Puso su
ametralladora en los arbustos y se parapetó en un hoyo. Khametov
preparó varias posiciones de reserva que se comunicaban con
trincheras protegidas. Los alemanes no vieron su arma y cuando se
dieron cuenta era demasiado tarde.
Khametov, el mejor
ametrallador del 1er Batallón del 258º Regimiento abrió fuego. Un
minuto mas tardé llevó su ametralladora a otra posición. Cambió de
posición varias veces. Un pelotón alemán atacando desde la base de
la colina fue barrido. El enemigo debió darse cuenta de que la
colina estaba defendida por una sola unidad y lanzó una compañía al
ataque. Los nazis se aproximaron, pero el arma de Khametov estaba
callada. Khametov ya les podía ver las caras. Solo cuando estaban
prácticamente sobre él lanzó una larga ráfaga. Los soldados enemigos
se echaron a tierra y empezaron a arrastrase, pero Khametov les
alcanzaba en cualquier sitio que se pusieran. A lo largo del día
Khametiv repelió 10 ataques. En la noche sus camaradas acudieron en
su ayuda.
Nuestras unidades
también se abrieron camino paso a paso a través de las líneas
fortificadas a lo largo del río Istra. La lucha se volvió mas dura.
La temperatura de
-40ºC, la
helada y las tormentas de nieve lo hicieron todo mas complicado
Pronto nuestras
unidades capturaron Trukholovka, Snigiri Station, Rozhdestveno y
Zhevnevo y se internaron en los bosques.
La batalla se calmó
un poco. El campo abierto permanecía en calma, casi en paz en
comparación con la muerte que lo había sobrevolado poco antes. Solo
los negros agujeros de los proyectiles y el gris de los cadáveres de
los nazis nos lo recordaban. Nosotros también sufrimos algunas
bajas. El cuerpo médico estaba auxiliando a los heridos. No era
fácil localizarlos en la nieve profunda. Alguien propuso que tras
administrar a los heridos los primeros auxilios dejáramos estacas
cerca de ellos. Muchos de nuestros hombres deben sus vidas a los
médicos – médicos de segunda clase F.M. Boiko y Y.A. Kirilov,
médicos Shishmanova y I. M. Rozhinsky, jefes del batallón médico.
Los veteranos nunca olvidarán a nuestro cuerpo médico que sin
importarles sus vidas, en medio de un huracán de fuego, sacaban a
los heridos del campo de batalla, les administraban los primeros
auxilios y los evacuaban a los hospitales. Nuestros hombres honran
la memoria de las enfermeras Sasha Gushchina y Katya Korneva.
Durante los combates del 131º Regimiento de Infantería en el área de
Lenino Sasha Gushchina continuamente sacaba a nuestros heridos del
campo de batalla y lo siguió haciendo incluso cuando fue herida dos
veces. Sasha y Katya murieron, pero su memoria vive para siempre
entre nuestros hombres, que inclinan su cabeza en muestra de respeto
a su heroísmo.
Mas alejados de
Moscú nuestras tropas expulsaron a los nazis, que se resistieron
fieramente. Pueblos deshabitados cambiaban a menudo de manos varias
veces.
Siguiendo órdenes
de sus mandos de dejar “tierra quemada” tras ellos los nazis al
retirarse incendiaban y destruían las ciudades, pueblos y todo por
lo que pasaban. Estos actos de barbarie que aún justifican los
trabajos “históricos” de los generales nazis y de historiadores de
la Alemania Occidental como “militarmente necesarios” no eran tales
desde el punto de vista militar. Los nazis condenaron a la población
civil – ancianos, mujeres y niños - a un terrible sufrimiento.
Encontramos los restos de las atrocidades nazis en cada comunidad.
El odio de nuestros hombres a los invasores nazis se fue
incrementando cada día. Crecía la impaciencia de liberar a nuestro
país y nuestras gentes de los nazis.
En los bosques
cercanos a Istra en enemigo nos tendía emboscadas con tropas ocultas
en las copas de los árboles. Nuestras columnas se tuvieron que
detener y nuestras unidades sufrieron algunas bajas. Era imposible
atacar a los emboscados de los árboles con artillería, pero el
coronel N. G. Dokuchayev, comandante del 131º Regimiento de
Infantería encontró la solución.
“Camarada General”
me dijo “tengo un número de cazadores siberianos en mi regimiento.
Permítase usarlos. Ellos saben como cazar ardillas y alimañas. Estoy
seguro de que tendrán problemas con esos cucos”
La propuesta del
coronel era tentadora.
“Adelante con esos
cazadores” le dije
“Están aquí”
contestó con una sonrisa.
El ya lo había
preparado todo y solo esperaba mi autorización
Tras unas breves
instrucciones, los cazadores vestidos con ropas de camuflaje blancas
desaparecieron sigilosamente. Pocos minutos mas tarde oímos una
ráfaga y algo caer. Bengalas rojas y blancas nos indicaron que el
camino por el bosque estaba expedito.
La columna comenzó
a andar. Dos cazadores salieron del bosque escoltando dos
prisioneros de la División SS Das Reich. Nos dijeron que habían
matado 15 enemigos.
Una vez mas la
capacidad de improvisación de nuestros hombres nos había sacado de
problemas. |