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SEBASTIÁN ALTEMIR ALTEMIR
 

VIVENCIAS DE UN MAÑO EN LA URSS STALINIANA

 

 

X. LA GUERRA PATRIA

 

Resistir es vencer, nada fue más cierto

Así en junio de 1941 estaba el mundo en la segunda guerra mundial en el apogeo de los avances de la Alemania fascista  y se evidencia una vez más su ferocidad destructora,  cuando en la madrugada del día 22 y sin previa declaración de guerra ataca a la URSS en un vasto frente que se extendía desde el mar de Barents en el norte hasta el mar Negro en el sur. Más de 220 divisiones del ejército alemán iniciaron el ataque frontal con la táctica de guerra relámpago,  que ya habían utilizado en el oeste con éxito contra la Europa occidental. Planeaban que en mes y medio o dos había que ocupar Moscú, Leningrado y Ucrania, la cuenca de Donetz y el Caucaso donde tendrían el petróleo de Baku. Así se iniciaba la gran guerra patria soviética y el desarrollo de la cual con más o menos veracidad esta explicada por muchos medios y ediciones en todo el mundo. El mariscal de campo von Bock jefe del grupo del ejército del centro dijo que tenia previsto entrar en Moscú a finales de agosto. El pueblo soviético vio con pena que se cumplía lo que ya veíamos venir desde hacia tiempo, la guerra con la Alemania nazi y el tener que luchar por la subsistencia de la URSS, se iniciaba una tragedia.

Oímos la voz de Mòlotov anunciar el ataque y escuchamos la voz de Stalin llamando a luchar por la patria y la victoria.

Con pena y miedo por sus efectos pero con decisión el pueblo soviético afrontó la lucha en todos los frentes, trabajando y luchando donde fuera para defender la patria socialista. Los españoles de la URSS refrendamos nuestra unión a la suerte de la Unión Soviética y nos unimos más que nunca con ellos y nos ofrecimos a cumplir cualquier tarea necesaria en la lucha por la victoria, pues la derrota de la URSS también hubiera sido la derrota de nuestra causa y si triunfaba el fascismo lo íbamos a pasar muy mal y podíamos despedirnos de volver a nuestra España.

El ejercito alemán atacante tuvo bastantes éxitos inmediatos propios de cierta sorpresa y la gran preparación y efectos ofensivos empleados contra fuerzas 5-6 veces menores y menos preparadas. Las previsiones que se estaban tomando contra estos ataques aun no estaban terminadas. Los alemanes avanzaban salvajemente destruyendo todo a su paso, pero en poco tiempo la reacción heroica del ejército soviético y también de todo el pueblo a través de las guerrillas empezaron a frenar el avance alemán y así aunque  el 3 de julio el jefe del estado mayor alemán general Fholder dijo que la campaña contra Rusia ya había sido ganada en 14 días,  la realidad fue que la batalla de Smolensk y la resistencia en el avance hacia Leningrado hizo que a finales de septiembre el avance alemán se detuvo y los objetivos de la guerra relámpago que en occidente tanto resultado dió aquí fracasó y el ejército alemán tuvo que detenerse en varios sectores y en algunos incluso pasar a la defensiva. El miedo se frenó y la confianza en la victoria mejoró. En la empresa trabajábamos con ahínco y sin descanso PARA ayudar al frente con nuestra producción de motos M72 licencia de la BMV alemana que era especial militar como la que empleaba el ejército alemán.

El avance de los alemanes hizo que se decidiera evacuar la fabrica de Jarkov a la ciudad de Gorki,  a 400 Km. al este de Moscú. Evacuarse allí era voluntario y muchos soviéticos no fueron, los españoles en su mayoría decidimos ir allí, si bien algunos se fueron en otras direcciones con la intención de enrolarse en el ejercito soviético, entre ellos Pararols, Valles, Roy y otros se fueron a Moscú, de esto habla Pararols en su libro “Un catalán en el Ejército Rojo”.

La odisea de llevar la producción a Gorki fue casi dramática pues los alemanes cada día estaban más cerca y había que llevar todas las maquinas y medios de producción al nuevo emplazamiento, con dificultades y falta de medios y tiempo ya que teníamos bombardeos alemanes casi cada día. Yo encabecé un grupo de trabajadores para cargar en un tren especial todas las máquinas y medios de producción a trasladar. Mucha gente estaba desmoralizada, pues la llegada de los alemanes era eminente y cercana. Yo me volví en agitador en el trabajo, pues también tenía miedo de que los alemanes me cogieran así que forcé el trabajo y conseguí cargar todo lo necesario para la nueva fábrica en vagones de transportes abiertos. Pusimos todo el material y en medio nos instalamos nosotros para viajar, situación peligrosísima pues en caso de choque quedaríamos aplastados,  pero esta situación facilitó la operación. Cada vagón era un centro de acción y responsabilidad con toldos de lona cubrimos los vagones para guardarnos del tiempo y del frío, pues era septiembre y comenzaba el otoño. El 8 de septiembre salimos de Jarkov y ese mismo día era ocupado por los alemanes; cuando nuestro tren salía de la estación los alemanes estaban en el otro extremo de la ciudad. Así que hicimos lo justo para que no nos cogieran. La marcha del tren se realizaba a trompicones pues tenían preferencia los trenes militares o relacionados con sus servicios. Así que en vez de dos días previstos tardamos diez o doce pernoctando en muchas estaciones y procuramos que en esas paradas nos aprovisionáramos de productos e irnos acomodando en el vagón cogiendo a donde podíamos aquello que necesitábamos y no siempre de forma licita. Había que sobrevivir. El viaje no sabíamos cuando duraría, nos mentalizamos y nos preparamos para lo peor. Llegamos a Gorki allá por el 20 de setiembre y aquí ya comenzaban a caer las primeras nieves aunque no se mantenían así que la temperatura era fresca, fría diría yo para ir en vagones abiertos. A mi grupo de españoles nos alojaron en un edificio de verano en medio de un parque público en una sala de gimnasia con colchones en el suelo, sin calefacción ni medios para cocinar y hacer vida casera. Estuvimos allí 8-10 días y después nos distribuyeron por casas particulares donde fuimos muy bien acogidos por los ciudadanos de Gorki. Nuestra fábrica se instaló en una nave grande que nos cedió una fabrica  que se llamaba el Etna Rojo con gran esfuerzo y dificultades descargamos nuestras maquinas y material y en 15 días comenzamos a trabajar y producir. La gente abnegada se esforzaba en cumplir con los planes de producción en especial los llamados pedidos del frente. Como llegados de fuera no teníamos previstos suministros regulares para nosotros, lo que impedía a veces cumplimentar todo lo necesario y eso nos obligaba a trabajar sin descanso. A mi me hicieron jefe del taller mecánico, de día dirigía el taller y de noche trabajaba de obrero en un torno, dormía poco en un coche viejo que había en el taller, llegue hasta tener piojos, pues la higiene era mala e insuficiente y la alimentación escasa. Conmigo trabajaban algunos españoles y eran abnegados y sufrían como yo toda clase de dificultades pues al trabajar tantas horas no teníamos tiempo para recoger los productos de razonamiento que nos daban en las tiendas. Yo tuve suerte, como jefe de taller, sin horario de trabajo fijo, nos daban dos comidas sin cartilla en el comedor de la fábrica. Así yo me recuperé y volví a festejar con una chica de Leningrado también evacuada pues al verme tan débil había dejado de salir con ella, pues no podía ni con mis pantalones. Y por cierto que había muchos planes y los españoles teníamos buen cartel, además la mayoría de los hombres soviéticos jóvenes estaban en el frente  y las mujeres en estos casos de guerra querían vivir mas deprisa. La fábrica entró en el círculo de trabajo planificado y siempre a marchas forzadas. Logramos normalizar la producción y también el ciclo de vida personal en la nueva situación de refugiados. Cada uno se adaptó como pudo y todos fuimos saliendo adelante. Estábamos a finales de octubre del 41 y en los frentes se producía una lucha encarnizada. Desde primeros de octubre los alemanes lanzaron el ataque sobre Moscú y pusieron en marcha la operación Tifón, operación esta que revisaba los planes anteriores fracasados de la toma de Moscú en agosto como estaba previsto en el plan Barbaroja. Durante la conmemoración del aniversario de la Revolución de octubre Stalin informó al pueblo soviético de la situación en los frentes, de los problemas existentes e informó de que el ejército alemán había sido parado en sus avances y especialmente hacia Moscú y Leningrado y que aun con gran inferioridad de medios el ejército soviético había logrado hacer frente a los alemanes y que unos 80.000 guerrilleros en la zona ocupada no daban descanso a las fuerzas ocupantes. Aunque la situación continuaba siendo difícil los combates por Moscú daban un giro de inflexión en la guerra y los alemanes, al principio del invierno del 41, seguían estando a más de 300 Km. de Moscú. Ya no podían lograr ocuparla este año y como se vio después el amigo tiempo y el amigo invierno estaban a nuestro favor decisivamente.

Los españoles de las zonas ocupadas eran evacuados hacia la retaguardia y en su mayoría hacia las republicas asiáticas del sur, pasan las calamidades del transporte ya que tiene preferencia el militar, también hay falta de suministros ya que la guerra provoca un caos y el frente es de prioridad, pero es de admirar la capacidad humana para afrontar situaciones difíciles y salir airosas de ellas. Nuestra producción de motos mejoró sustancialmente y aun con faltas de suministro cumplíamos los planes de producción que eran de unas 200 motos diarias. Además cumplíamos encargos de urgencia del ejército a los cuales prestábamos especial atención y esfuerzo, los llamaban pedidos del frente. Yo como jefe del taller mecánico general de piezas especiales y mantenimiento me pedían cosas muy diferentes y sin tener encuentra ni los medios ni el material necesario, nunca me negué a hacerlo ni cumplirlos. Estábamos enclavados en otra fábrica más grande que la nuestra y mejor equipada y abastecida y, como tenía muy buenas relaciones con sus jefes ellos a menudo me sacaban de apuros y me ayudaban a cumplir mis pedidos, pero ellos no sabían que antes de ayudarme voluntariamente ya lo hacían involuntariamente, pues yo les robaba materiales que ellos tenían y a mi me faltaban. Me paseaba por sus talleres y miraba donde había lo que yo necesitaba y por la noche enviaba a gente mía para cogerlo y así cumplir mis pedidos. Después use la amistad y el objetivo colectivo. Las 24 horas trabajábamos con luz artificial y las lámparas eléctricas duraban muy poco ya que estaban hechas con volframio malo. Las fábricas de la zona Europea que las fabricaban fueron evacuadas y las nuevas no podían dar abasto. Yo por la noche robaba las lámparas del departamento de producción, el cual se abastecía con regularidad. A mi me abastecían cuando podían y así no podía trabajar y cumplir con los pedidos. Estos son ejemplos parciales, pero eran más importantes los trabajos generales que había que aplicar para salir adelante en las tareas y planes de producción. En el plan general yo me integré personalmente a esas tareas de hacer frente a los alemanes desde la retaguardia ayudando a garantizar el suministro al ejército  que luchaba, daba la cara y moría por nosotros. Yo tenía y tengo grabada en la mente una frase que un instructor de vuelo de pilotos le dijo a un alumno al ver que este iba desaliñado, indiferente aprendiendo a volar, le dijo “Tú gobierno te ha enviado a esta escuela que tanto dinero cuesta para que aprendas a pilotar un avión y vayas a luchar por la victoria en España, y se espera de ti  que te comportes como un soldado republicano, tus compatriotas luchan y mueren por ello y tu no te esmeras lo suficiente para ser digno de ellos. Tu debes luchar para aprender como ellos para vencer”. Esta conducta tan patriótica hacia España de los soviéticos yo la hice mía para con ellos. Normalizada la vida dentro de  las dificultades regulé mi plan alimenticio, cogí fuerza para atreverme sentimentalmente. Así hice muy buena amistad con la secretaria de mi jefe, casi me enamoré de ella, pues me hacia feliz estar con ella y creo que yo también le correspondía. Tuve medio lío con mi primera novia y la dejé y me lié sentimentalmente con la secretaria del secretario del partido de la fábrica. Esta quería divorciarse de su marido para casarse conmigo. Le encantaba los quijotes españoles que había leído. No tuve tiempo, pues le hubiera demostrado que yo de Quijote nada. Mi amigo madrileño Luís de la Torre se ligó a una magnífica mujer jefa del departamento de distribución de cartillas de racionamiento. Ella alimentó bien a mi amigo y yo también me aprovechaba para completar mi relación de calorías al nivel necesario para aguantar el esfuerzo del trabajo y las necesidades amatorias tan importantes cuando tienes 23 años.

 

SEBASTIÁN ALTEMIR ALTEMIR

 
 

 

 

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