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SEBASTIÁN ALTEMIR ALTEMIR
 

VIVENCIAS DE UN MAÑO EN LA URSS STALINIANA

 

 

IV. APRENDER A VOLAR

 

A mi me asignaron al instructor Gagarin un ruso de los Urales de cara un tanto ruda pero de carácter amable, humano y pacienzudo que nunca se cansaba de intentar ayudar y enseñarte a llevar el avión. Comenzamos con el avión U-2, primer avión de escuela, biplano, motor de 100 CV, velocidad máxima 155 Km./h, velocidad de aterrizaje 65 Km./h, ancho 11’4 metros, largo 8’17, peso vacío 700 Kg., peso cargado 1400, altura máxima de vuelo 4000 metros, distancia máxima de vuelo 500 Km. Era un avión muy seguro, volábamos sin paracaídas, y salvo imprudencias graves no tenia ningún peligro. Era muy volátil y hacia los luppings (anillos en el aire) con facilidad. En la segunda guerra mundial se empleó en multitud de aplicaciones de combate y servicios auxiliares, en el frente y en la retaguardia enemiga.

Nuestro grupo constaba de 4 alumnos, Trillo, Bonilla, Fajardo y yo. Nos levantábamos muy temprano para que hiciéramos gimnasia pero casi nadie hacia, pues no teníamos tiempo para prepararnos para clase. Teníamos que ir impecables, afeitarse cada día y bien peinados, a veces te tocaban la cara para comprobar el afeitado, según ellos el no prepararse bien era sinónimo de dejadez y así no estas preparado para nuestra  tarea importante de pilotar un avión. Hubo algún caso que no dejaron volar por ir mal arreglado, botas sucias, botones sucios, etc. Teníamos unos 20 minutos para asearnos e ir al comedor a desayunar y yo me hinchaba de cacao y mantequilla que no había comido en mi vida, me comía las porciones de otros que no les gustaban. Rápidamente después de almorzar nos íbamos a estudiar y otros al campo, nos llevaban en camiones 3HC abiertos con tablones traveseros como asientos. Íbamos muy contentos casi siempre cantando ya que teníamos un alumno, Fajardo, que lo animaba todo y claro seguíamos todos. Cantábamos canciones españolas especialmente andaluzas. Al llegar al campo nos colocábamos en el cuadrado casi a mitad del campo, al lado de las pistas de despegue y aterrizaje. Allí estaban los jefes de campo, el médico, la enfermera y los alumnos que esperaban el turno de vuelo. En el cuadrado había normalmente un toldo con cuatro palos para guardarse del sol, nosotros estábamos en invierno y no lo teníamos, había una mesa, dos bancos para sentarse alguien, no para todos, había un deposito de agua con grifo y vasos para beber y nos decían que estudiásemos más atentos los vuelos de los compañeros, pues decían que si observabas bien 10 vuelos de otro era como uno tuyo, así sacabas la experiencia y errores del otro. Al llegar al campo nos reuníamos con el instructor este indicaba lo que íbamos hacer y daba las instrucciones oportunas y establecía el orden de vuelo de cada uno. Cuando el avión circulaba por tierra en la zona fuera de vuelo, un alumno del grupo siempre le acompañaba hasta la línea de despegue o hasta el aparcamiento. Iba cogido en la punta del ala izquierda y orientaba el piloto en su recorrido por tierra también al aterrizar y llegar el avión cerca de la zona personal el alumno salía a recibirlo para acompañarlo al sitio correspondiente. Allí en el cuadrado casi siempre ponían un tablero con gráficos donde ponían los vuelos de los alumnos así como una calificación de ellos. Esto establecía una competencia, una emulación entre nosotros para tener la mejor puntuación posible y nos teníamos ciertas envidias, pues si no lo hacías bien parecías más torpe y todos queríamos ser los primeros. Esta emulación también la tenían los instructores entre ellos por sacar pilotos mejores y con menos horas de vuelo por lo que ellos nos apretaban en darnos más vuelos y exigirnos el máximo esfuerzo. Había en total seis campos, los aviones se ubicaban en el aeródromo central y cada mañana los instructores iban a sus campos con el avión y por turnos hacían vuelos con sus alumnos según el programa y orden. Todos los días cada alumno hacia su parte de practica y se le indicaban sus progresos y errores a subsanar. El avión tenia dos cabinas, una delante y otra detrás. El instructor iba delante y el alumno detrás y nos comunicábamos con un tubo de plástico, con él el profesor explicaba lo que él hacia y como y te decía que tu lo intentaras y él te ayudaba con el doble mando en caso de duda tu tenias que soltar el mando y dárselo al instructor. Teníamos problemas con los idiomas pues aunque nosotros ya éramos el quinto-sexto turno de la escuela la mayoría de instructores solo había aprendido algunas palabras españolas y no eran suficientes conocimientos para   hablar fluidamente. Teníamos que hacer uso del intérprete que claro estaba en tierra y sólo se usaba con el avión parado y después de los problemas. No obstante se ponía voluntad y nos entendíamos aceptablemente. Todos poníamos mucho interés, especialmente en los vuelos y la gente aprendíamos deprisa, con 5-6 horas de vuelo con instructor comenzaron a soltarse algunos normalmente no pasábamos más de diez horas para volar todo el colectivo. El instructor te decía de tus progresos y te iba dejando el mando a ti hasta que te daba como preparado, entonces el instructor te enviaba al jefe de escuadrilla que hacías con él un vuelo de comprobación. Si daba el visto bueno te dejaban que hicieras vuelos solo. En el avión iban dos personas y al bajar el instructor de su sitio se ponía un saco de arena para compensar el equilibrio y tú no notases la diferencia. El primer día solo hacías tres o cuatro aterrizajes y si ibas bien en días posteriores seguirías el curso según el programa de entrenamiento personal con este avión U2 el cual era de unos 20-30 horas de vuelo según el progreso personal de cada uno. Nuestro grupo iba bien entre los mejores del campo pero no los primeros y el instructor Gagarin nos apretaba para que nos esforzáramos particularmente a Trillo que era algo dejado, era listo pero despreocupado. Yo iba bien pero no como deseaba, hubiera volado más pero sólo podías hacer lo que te tocaba, el mismo tiempo cada día y todos iguales. Yo tardé siete horas en soltarme, se consideraba normal, me hubiese gustado estar de los primeros pero tampoco fui de los últimos que llegaron a soltarse entre 8 y 10 horas y no quiere decir que soltarse más tarde sea mejor o peor piloto sino que le costaba coger el trunquillo al avión. Paralelo a los vuelos iban las clases teóricas y yo aquí me volqué de lleno a trabajar pues lo hacia todo el tiempo libre, día y noche, me llamaban el maño empollón, y lo era y tenía que hacerlo pues era el que llevaba mas atraso en los conocimientos, algunos conocían algo pero yo lo estudiaba todo al detalle y me hacia ayudar de los que sabían más y excepcionalmente de mi amigo Eguiguren, que aunque volaba en otro campo le preguntaba y me daba respuesta a mis dudas. Él era delineante y había estudiado en la escuela de formación profesional y tenía el bachillerato completo. De esta forma yo en los estudios teóricos era de los primeros y algunos listillos se fastidiaban de ver que el maño paleto estaba delante de ellos. Me sentía orgulloso de mis resultados y eso me impulsaba más a esmerarme cada día, pues veía que el atraso que tenia al principio iba disminuyendo y en los temas nuevos yo estaba a la altura de los mejores. Una vez acabado el ciclo primero se iniciaba otro con el avión militar definitivo. Primero hacíamos los vuelos con UTI-4 variante del avión militar de guerra pero de dos plazas. Igualmente que en el U-2 se hacían los vuelos con instructor hasta que este te dejaba preparado para la prueba del jefe de escuadrilla y después se pasaba a los vuelos personales de tu programa para el curso militar en el famoso y magnifico para aquellos tiempos del I-16 mosca, avión mono plaza de ocho metros de embargadora, 6 de longitud, velocidad máxima 464 Km./h, velocidad de crucero 300 Km./h, velocidad mínima 115 Km./h, techo 10.000 metros, autonomía 800, peso medio 1700 Kg. El primer vuelo de este avión se hizo en 1933 y de su modelo remodelado el 1937. Yo acabé el curso preparatorio bastante bien calificado por lo cual fui considerado apto para hacer el curso de piloto de caza en el I-16 mosca con las características antes citadas. Tenía una velocidad muy aceptable y una maniobrabilidad excelente de lo mejor en aquellos tiempos, era muy volátil y exigía atención, cuidado y sobretodo suavidad, no admitía brusquedades ni descuidos sino que se lo digan al famoso franquista Morato que según dicen que por ignorarlo no lo pudo contar.

Hice el curso en avión real militar el I-16, me asignaron al instructor capitán Vladimir Surkov. En el grupo de cuatro alumnos además estaban Francisco Pararols, Antonio Cuzco y Mariano Chico. El jefe de campo era el teniente coronel Orlov y el jefe de patrulla o grupo comandante Esligostiev. El proceso del curso era el mismo que con el avión escolar, las clases teóricas añadiendo el aspecto militar y las particularidades de este avión con todas sus particularidades de potencia, armamento, aparatos de control, de navegación y de vuelo. Comenzamos los vuelos en un avión biplaza con doble mando, especial para la formación de pilotos, era el mismo pero con cabina doble en tándem. Aprender este avión costaba algunas horas más que el escolar pues tenía más aparatos y particularidades de vuelo que el anterior, aún así a las 6-8 horas de vuelo hubo quien se soltó, yo igualmente tardé algo más 8-9 pero no quedé rezagado (que a veces pasaba) y alcancé a los otros en pocos días. Estaba bien considerado y mis notas en el tablero de calificaciones no desmerecían, estaba alucinado pues iba bien en el vuelo e iba de los primeros en las clases teóricas, pues aquí yo estudiaba hasta que lo aprendía bien todo y empleando el tiempo necesario y siempre con ayuda de otros compañeros que me animaban especialmente lo hizo Cuzco pues me escribió él mismo para mi todo lo referente al avión en una libreta pequeña que yo guardé muchos años.

Este grupo ya estaba formado de antes con el avión U-2 y yo me incorporé a él en el I-16. Me recibieron muy bien y el instructor aunque no era yo su alumno anterior también me acogió como suyo por lo cual me sentía feliz y contento. Estaba un poco triste de no poder ser de los primeros en el vuelo pero no tardé mucho en ponerme al día con los mejores. Un día el profesor me dijo que yo ya estaba preparado para volar en el avión de caza y me envió al jefe de vuelo para que me hiciese el vuelo de prueba, lo hice muy bien pues me consideró que lo había hecho muy bien y me dejó su propio avión rojo para hacer mi primer vuelo. Lo hice bastante bien si bien no cumplí como estaba establecido, normalmente en el primer vuelo y después de haber despegado te permiten hacer dos-tres vueltas alrededor del campo para familiarizarte con el avión y después aterrizar y si lo hacías bien hacías dos o tres aterrizajes más. Yo estaba nervioso pues no sabía si yo era el piloto preparado así que me dijeron que saliera al aire y despegué y lo hice bien, subí sobre el campo y en vez de dar dos tres vueltas como tenia que hacer me olvidé y aterricé enseguida, no cumplí con mi cometido pero hice muy bien el aterrizaje. El alumno que vino a recibirme me dijo:

¡Que has hecho! No has cumplido con la tarea.

Yo esperaba que me riñeran pero no me dijeron ni palabra, hice varios aterrizajes más y todo fue bien, me felicitaron. Estaba en la gloria, el maño piloto de caza soviético. Así comenzamos la fase definitiva del curso de formación de piloto militar de la avión I-16 mosca, el curso de nuestra expedición era el más avanzado otros dos cursos llegados más tarde estaban en la teoría del avión escolar, por lo que al terminar el curso en abril deberíamos volver a España a luchar por la victoria. Volábamos cada día y estudiábamos ya por la formación definitiva de piloto militar, nos esforzábamos, todo iba bien excepto la guerra en España. Aprendimos el tiro, el armamento y su utilización, nuestra avión llevaba 4 ametralladotas Shkas de 1800 disparos por minuto, las más rápidas del mundo, calibre 6’7 y se tenían que tener en buenas condiciones de lo contrario se encasquillaban con facilidad. Disparaban a través de la hélice muy bien sincronizadas, el armamento soviético era excelente igual que los aviones, no desmerecían de los alemanes o americanos excepto con algunos detalles de acabado. Así nos íbamos mentalizando y formando a sentirnos pilotos acabados y preparados para nuestro cometido.

Pasaba el tiempo y se veía venir el final hasta que, con gran retraso, nos anunciaron la caía de Barcelona. Tuvimos un gran disgusto y hubo una reunión de información en el comedor a cargo del comisario Mirov e intervenimos algunos de nosotros, entre ellos yo dándonos ánimos unos a otros para continuar preparados y esperar el mal menor de las negociaciones que había en España para hacer un final llevadero menos penoso que la total rendición y entrega a los sediciosos. Con baja moral pero con voluntad continuaba el curso de formación hasta que el 27 de febrero Francia e Inglaterra reconocieron a Franco y el presidente Azaña dimitía pero el gobierno de Negrín el 2 de marzo decidió continuar la guerra a fin de ganar tiempo y poder hacer un final menos desastroso. El 28 de marzo caía Madrid y el primero de abril el ejército republicano se rindió en medio de unos líos tremendos con la junta de Casado y el gobierno de Negrín.

Junto a mi avión Lavochkin 7

Primer grupo de vuelo, profesor Gagarin

 

SEBASTIÁN ALTEMIR ALTEMIR

 
 

 

 

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