Me encontraba yo enrolado en el ejército republicano y
pertenecía a la artillería, pero como mi unidad no tenía cañones nos
destinaron a preparar emplazamientos en las montañas del Priorato para
los cañones que decían nos iban a entregar pronto. Nuestro
acuartelamiento estaba en una masía (casa de campo) al lado del pueblo
de Falset en el Priorato de Tarragona. Estábamos allí unos cuarenta
soldados entre ellos varios de mi pueblo, amigos míos. Trabajábamos de
pico y pala. A nosotros, como campesinos nos era fácil la tarea pero
otros de ciudad lo pasaban mal.
La guerra no iba bien pero nosotros aún éramos
optimistas y esperábamos poder hacer los agujeros en la montaña y
recibir los cañones para defender y salvar España.
Yo ya había trabajado anteriormente en mi pueblo en este
tipo de trabajos, pues fui movilizado para ello y trabajé con
especialistas gallegos que me enseñaron a barrenar y poner los barrenos,
así aquí me hicieron responsable de estos menesteres, me sentía
importante, y lo hacía con esmero y mucho interés. Todo iba bien.
Un día los mandos nos notificaron que había una
convocatoria pidiendo candidatos para formarse como pilotos, yo
anteriormente en 1937 intenté y entré en una de estas convocatorias y no
logré que me enviaran a volar por lo cual me presenté para ingresar por
segunda vez.
Propuse a mis paisanos que lo solicitaran conmigo, pero
nadie quiso.
Lo pedí al mando, tuvieron una conversación conmigo, los
convencí, me hicieron algunas preguntas a modo de prueba de examen y
accedieron a cursar mi solicitud. Allá por el mes de mayo me llamaron al
cuartel de San Andrés para pasar las pruebas de ingreso. Lo hice en las
dependencias de aviación de Barcelona, las cuales superé con éxito,
después pasé las pruebas médicas con igual resultado y en ese mismo mes
me pasaron a aviación y me enviaron a Sabadell, a la escuela de alumnos
pilotos que estaba ubicada en los antiguos cuarteles militares de la
Guardia Civil.
Yo estaba contentísimo, volvía a tener esperanzas de
hacer realidad mi sueño de volar y lograr hacerme piloto de aviación.
Se iniciaba para mí una nueva etapa que sería
fundamental e importante para el resto de mi vida. Tenía yo entonces
veinte años recién cumplidos. Allí encontré el lugar y la dirección que
me permitía desarrollarme y con mi esfuerzo superar mi atraso en la
puesta al día.
Aquí en Sabadell encontré un grupo de alumnos jóvenes
como yo, entusiastas patriotas republicanos, comunistas, socialistas,
etc. de diferentes tendencias pero todos unidos en el ideal de hacer
algo por salvar la República que nos estaban quitando.
Nos daban clases de cultura general y algo de aviación
tal como Aerodinámica. Yo estaba retrasado con relación a la mayoría y
tenía cierto complejo de inferioridad, pero encontré algunos compañeros
con los cuales hice amistad y que enseguida fueron mis tutores y
maestros y que me ayudaban y me animaban con lo cual fui avanzando muy
rápidamente en mi puesta al día y la superación de mis handicaps de
conocimientos.
Cogí confianza en mi mismo porque me di cuenta de que yo
no sabía algunas cosas pero que era capaz de aprender como los demás y
quizá mejor porque ponía mucho esfuerzo, voluntad y empeño en aprender.
Mi amigo principal fue allí Juan Eguiguren Madariaga, vasco de Basauri,
Vizcaya. El fue mi maestro durante muchos años que estuvimos juntos.
También me sirvieron de mucho apoyo otros como Francisco
Pararols, catalán, José Letosa, maño de Leciñena, Adolfo Torres de
Almería.
Pasaba el tiempo rápidamente y para mi muy provechoso
pues cada día aprendía algo y me veía más capaz de afrontar la tarea de
hacerme piloto y contribuir a la causa republicana.
Al mismo tiempo estábamos tristes por la marcha de la
guerra y el tiempo que tardábamos en salir para la escuela de vuelo que
era el objetivo más inmediato.
Pasaba el tiempo y nadie decía nada sobre nuestras
expediciones. Estudiábamos mucho pero comíamos poco, incluso pasábamos
algo de hambre, pues con la comida que nos daban y jóvenes de veinte
años como nosotros, necesitábamos algo más. Nos ayudábamos con
aperitivos, vermuts con caracoles, etc. pero como tampoco teníamos
dinero todo era escaso.
A finales de septiembre fue comunicada (publicada) una
lista de candidatos a salir para la URSS a realizar el tan esperado
curso de pilotos, mis principales amigos y yo fuimos incluidos en esta
lista lo que nos causó inmensa alegría. Y yo en especial pero con la
duda si esta sería la vencida, después del fracaso del 37. Nos
comunicaron que nos preparásemos para la marcha con ropas y bagaje
adecuado. Yo como no tenía más ropa que la militar debía equiparme casi
de todo, pero como no tenía dinero lo que hice fue usar el tabaco que
nos daban para adquirir lo que necesitaba. Por 20 paquetes de
cigarrillos un sastre me lo proporcionó casi todo, así que me equipé
aceptablemente para el viaje.