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SEBASTIÁN ALTEMIR ALTEMIR
 

VIVENCIAS DE UN MAÑO EN LA URSS STALINIANA

 

 

I. MARZO 1938. UN PASO AL CIELO

 

Me encontraba yo enrolado en el ejército republicano y pertenecía a la artillería, pero como mi unidad no tenía cañones nos destinaron a preparar emplazamientos en las montañas del Priorato para los cañones que decían nos iban a entregar pronto. Nuestro acuartelamiento estaba en una masía (casa de campo) al lado del pueblo de Falset en el Priorato de Tarragona. Estábamos allí unos cuarenta soldados entre ellos varios de mi pueblo, amigos míos. Trabajábamos de pico y pala. A nosotros, como campesinos nos era fácil la tarea pero otros de ciudad lo pasaban mal.

La guerra no iba bien pero nosotros aún éramos optimistas y esperábamos poder hacer los agujeros en la montaña y recibir los cañones para defender y salvar España.

Yo ya había trabajado anteriormente en mi pueblo en este tipo de trabajos, pues fui movilizado para ello y trabajé con especialistas gallegos que me enseñaron a barrenar y poner los barrenos, así aquí me hicieron responsable de estos menesteres, me sentía importante, y lo hacía con esmero y mucho interés. Todo iba bien.

Un día los mandos nos notificaron que había una convocatoria pidiendo candidatos para formarse como pilotos, yo anteriormente en 1937 intenté y entré en una de estas convocatorias y no logré que me enviaran a volar por lo cual me presenté para ingresar por segunda vez.

Propuse a mis paisanos que lo solicitaran conmigo, pero nadie quiso.

Lo pedí al mando, tuvieron una conversación conmigo, los convencí, me hicieron algunas preguntas a modo de prueba de examen y accedieron a cursar mi solicitud. Allá por el mes de mayo me llamaron al cuartel de San Andrés para pasar las pruebas de ingreso. Lo hice en las dependencias de aviación de Barcelona, las cuales superé con éxito, después pasé las pruebas médicas con igual resultado y en ese mismo mes me pasaron a aviación y me enviaron a Sabadell, a la escuela de alumnos pilotos que estaba ubicada en los antiguos cuarteles militares de la Guardia Civil.

Yo estaba contentísimo, volvía a tener esperanzas de hacer realidad mi sueño de volar y lograr hacerme piloto de aviación.

Se iniciaba para mí una nueva etapa que sería fundamental e importante para el resto de mi vida. Tenía yo entonces veinte años recién cumplidos. Allí encontré el lugar y la dirección que me permitía desarrollarme y con mi esfuerzo superar mi atraso en la puesta al día.

Aquí en Sabadell encontré un grupo de alumnos jóvenes como yo, entusiastas patriotas republicanos, comunistas, socialistas, etc. de diferentes tendencias pero todos unidos en el ideal de hacer algo por salvar la República que nos estaban quitando.

Nos daban clases de cultura general y algo de aviación tal como Aerodinámica. Yo estaba retrasado con relación a la mayoría y tenía cierto complejo de inferioridad, pero encontré algunos compañeros con los cuales hice amistad y que enseguida fueron mis tutores y maestros y que me ayudaban y me animaban con lo cual fui avanzando muy rápidamente en mi puesta al día y la superación de mis handicaps de conocimientos.

Cogí confianza en mi mismo porque me di cuenta de que yo no sabía algunas cosas pero que era capaz de aprender como los demás y quizá mejor porque ponía mucho esfuerzo, voluntad y empeño en aprender. Mi amigo principal fue allí Juan Eguiguren Madariaga, vasco de Basauri, Vizcaya. El fue mi maestro durante muchos años que estuvimos juntos.

También me sirvieron de mucho apoyo otros como Francisco Pararols, catalán, José Letosa, maño de Leciñena, Adolfo Torres de Almería.

Pasaba el tiempo rápidamente y para mi muy provechoso pues cada día aprendía algo y me veía más capaz de afrontar la tarea de hacerme piloto y contribuir a la causa republicana.

Al mismo tiempo estábamos tristes por la marcha de la guerra y el tiempo que tardábamos en salir para la escuela de vuelo que era el objetivo más inmediato.

Pasaba el tiempo y nadie decía nada sobre nuestras expediciones. Estudiábamos mucho pero comíamos poco, incluso pasábamos algo de hambre, pues con la comida que nos daban y jóvenes de veinte años como nosotros, necesitábamos algo más. Nos ayudábamos con aperitivos, vermuts con caracoles, etc. pero como tampoco teníamos dinero todo era escaso.

A finales de septiembre fue comunicada (publicada) una lista de candidatos a salir para la URSS a realizar el tan esperado curso de pilotos, mis principales amigos y yo fuimos incluidos en esta lista lo que nos causó inmensa alegría. Y yo en especial pero con la duda si esta sería la vencida, después del fracaso del 37. Nos comunicaron que nos preparásemos para la marcha con ropas y bagaje adecuado. Yo como no tenía más ropa que la militar debía equiparme casi de todo, pero como no tenía dinero lo que hice fue usar el tabaco que nos daban para adquirir lo que necesitaba. Por 20 paquetes de cigarrillos un sastre me lo proporcionó casi todo, así que me equipé aceptablemente para el viaje.

 

SEBASTIÁN ALTEMIR ALTEMIR

 
 

 

 

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