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ALEKSANDR SERGEEVICH YAKOVLEV
 
"LA META DE MI VIDA"
 

 

EL YAK-3

 

Ya en el periodo de la batalla de Moscú los hitle­rianos se convencieron por amarga experiencia de que los nuevos cazas soviéticos, por sus cualidades de combate y vuelo, no eran peores, sino incluso mejores que los Messer­schmitt.

 

Perdida la esperanza en la "guerra relámpago", empezaron a modernizar febrilmente sus Messer, tratando de aumentar ante todo la velocidad y duración de vuelo, así como la potencia de fuego.

 

En el cielo de Stalingrado nuestros pilotos habían teni­do ya ocasión de conocer en los combates aéreos los aviones modificados Messerschmitt-109F, 109G y 109G2. Sin em­bargo, estos aviones alemanes tampoco podían compararse con los nuestros, ya que todos sus perfeccionamientos se habían hecho en lo fundamental a costa de aumentar el peso y, por lo tanto, recargaban el aparato.

 

Habían aumentado el número de ametralladoras y ele­vado la duración del vuelo a expensas de una cantidad adi­cional de combustible, así como la velocidad reforzando el motor, pero cada una de estas innovaciones suponía un aumento del peso. Y el peso repercute en la capacidad ascensional, en la maniobra vertical y horizontal del caza.

 

No obstante, la aparición de los Messerschmitt moder­nizados y de los nuevos Focke-Wulf-190 nos hizo detenernos a pensar seriamente en cómo mejorar las cualidades combativas de nuestros cazas para no vernos en una situación desventajosa.

 

Fue así como en el curso de la batalla aérea del Kubán creamos un caza perfeccionado Yak, denominado posteriormente Yak-3. Aumentamos la velocidad, maniobrabilidad y potencia de fuego del avión, pero conseguimos todo esto sin aumentar el peso.

 

Naturalmente, fue un problema muy difícil, pero noso­tros nos planteamos el objetivo de resolverlo a toda costa.

 

Ante los ingenieros diseñadores del mundo entero se plantea desde el comienzo mismo una tarea de difícil solu­ción, la de unir en el avión de combate cuatro cualidades: velocidad, altura, radio de acción y armamento, y para los cazas otra complementaria: maniobrabilidad. Un potente armamento significa ante todo aumento del peso. Para con­servar la maniobrabilidad al hacerse más pesado el avión se precisa ensanchar la superficie del ala, lo que acarrea una disminución de la velocidad. Para aumentar la veloci­dad se requiere un motor más potente y, por lo tanto, más pesado. Y la distancia exige mayor reserva de combustible. Como se ve, todos los perfeccionamientos conducen en fin de cuentas al aumento del peso del avión.

 

Por eso los diseñadores tratan de hallar una solución intermedia. Como no se consigue crear el caza universal, hay que recurrir al desarrollo de unas cualidades en perjui­cio de otras. Pero nosotros no nos planteábamos la tarea de lograr a toda costa una solución intermedia, sino fabri­car un aparato que reuniera en el máximo grado posible todas las cualidades fundamentales que caracterizan a un buen caza. Nuestro Yak-1 de producción en serie encerraba reservas que permitían contar con el éxito.

 

El pensamiento de crear este aparato "ideal" surgió ya a comienzos de diciembre de 1942. Se apoderó de mí hasta el punto de que durante varios días no pude pensar en otra cosa.

 

Reuní a los diseñadores y les expuse en rasgos generales la idea. Como resultado del tesonero trabajo de toda la colectividad y de la discusión conjunta de los problemas difíciles empezó a vislumbrarse la solución.

 

Trabajábamos literalmente días y noches sin parar. Fi­nalmente obtuvimos una solución bastante sencilla y fácil para la producción en serie.

 

El Yak-3 fue creado en Moscú. A comienzos de 1943 nuestra oficina de diseños, evacuada en el otoño de 1941 a Siberia había regresado casi entera a la capital. En la fábrica siberiana se quedó una pequeña parte como filial de la oficina de diseños y experimentación para asegurar la producción en serie de cazas Yak-9. Los problemas de tecnología relacionados con la construcción del aparato que surgían en el curso de la producción era mejor resolverlos sobre el terreno. El grueso del personal de la ofi­cina trabajaba en Moscú en la creación de nuevos apara­tos.

 

Diseñamos el nuevo aparato según el principio de sacar el máximo rendimiento del peso con las mínimas dimen­siones geométricas. Se tomó como base el Yak-1.

 

Disminuimos la superficie del ala del nuevo avión a catorce metros y medio en vez de los diecisiete y medio que tenía el Yak-1. Los pesados largueros de madera del ala fueron sustituidos por livianos de duraluminio, la estructura restante del ala y su revestimiento continuaron siendo de madera. Se mejoraron radicalmente las características aerodinámicas. Se dio forma aerodinámica a los radia­dores de agua y de aceite y al fanal de la cabina del piloto, que sobresalían de los contornos del avión y aumentaban su nociva resistencia. Colocamos el radiador de aceite en el ala, y el del agua lo introdujimos al máximo en el fuselaje, la rueda de cola también la alojamos en el fuselaje durante el vuelo, etc.

 

Revisamos cuidadosamente el peso del avión, sometimos todas las piezas a un escrupuloso examen desde el punto de vista de la posibilidad de reducir su peso, claro está, sin detrimento de la resistencia.

 

Trabajábamos con tal entusiasmo que parecía que no podíamos pensar más que en una cosa: hacer el nuevo caza el más liviano de todos los que combatían. Y, al pro­pio tiempo, no olvidábamos ni un instante la tecnología, no olvidábamos que, cualesquiera que fuesen los perfecciona­mientos a introducir, al implantarlos en la producción en serie no podíamos permitir una reducción del número de aviones que se fabricaba.

 

El tesonero esfuerzo de toda la colectividad, encabeza­da por el diseñador principal K. Sinelschikov, dio sus resul­tados: nuestro nuevo caza, con el mismo motor VK-105PF, tenia mayor velocidad, más potente armamento y menos peso que el Yak-1.

 

Gracias a la considerable disminución del peso del avión, al mejoramiento de su forma aerodinámica y a que la potencia del motor continuó siendo la misma, mejoró la maniobrabilidad del caza, lo que, con el aumento de la velocidad, daba al nuevo Yak grandes ventajas en compara­ción con el Focke-Wulf-190 y los Messerschmitt de cual­quier modelo. Y ahora nuestro Yak-3, era, efectivamente, el más liviano de todos los cazas que contendían.

 

A fines de abril de 1943 di cuenta al Comité de Defensa del Estado de que había sido creado y probado el nuevo caza Yak-3, que era un desarrollo del Yak-1. Reduciendo el peso del aparato en 300 kilogramos en comparación con el Yak-1 de producción en serie habíamos logrado con el mismo motor aumentar la velocidad en setenta kilómetros por hora, mejorar mucho la maniobrabilidad y reforzar el armamento. Subraye que el caza Yak-3 había sido creado por iniciativa de nuestra oficina de diseño y experimen­tación.

Stalin se sorprendió:

 

- ¡No puede ser! ¿Cómo lo han conseguido?

 

- Hemos aligerado la estructura del avión Yak-1; ade­más, le hemos disminuido el ala lo que a su vez ha deter­minado un gran aligeramiento y, en definitiva, el peso de vuelo del Yak-3 es de 2.650 kilogramos en vez de los 2.950 que pesa el Yak-1.

 

- ¿Y cuánto pesan el Messerschmitt y el Focke-Wulf? - Las Messerschmitt de ahora pesan más de tres mil kilogramos y los Focke-Wulf cerca de cuatro mil.

 

- ¿Quiere decir que la maniobrabilidad del Yak-3 es mejor que la de los cazas alemanes?

 

- Mucho mejor.

 

Tras pensar un poco, Stalin hizo otra pregunta:

 

- ¿Y por qué ha aumentado la velocidad, no le han hecho nada al motor?

 

Respondí que el motor no lo habíamos tocado, que era de producción en serie y explique cómo habíamos mejorado la forma aerodinámica del avión. La velocidad máxima del Yak-3 era de 660 kilómetros por hora.

 

- ¿Y la tecnología?

 

- La tecnología es en lo fundamental la misma que para la producción del Yak-1.

 

- Eso está bien. Haga urgentemente las pruebas de Estado e informe de los resultados. Le deseo éxito.

 

El paso a la producción en serie del Yak-3 no suscitó dificultades. Su asimilación transcurrió paralelamente a la producción en serie del Yak.1 y no determinó una reduc­ción del programa de la fábrica.

 

Muy pronto el Yak-3 empezó a llegar al frente en gran­des partidas, en vez del Yak-1.

 

En octubre de 1943 dieron buenos resultados las prue­bas del caza Yak-3 con el nuevo motor de Klimov VK-107. Este avión, que era una nueva modificación del Yak, al­canzó una velocidad excepcional en aquel tiempo: más de 700 kilómetros por hora. El 12 de noviembre el Comisario del Pueblo y yo cursamos un informe a Stalin dándole cuenta y yo esperaba impaciente su reacción.

 

Sin embargo, el tiempo pasaba y no se recibía ninguna contestación a nuestra misiva. Pasó una semana, dos, tres y nada.

 

Del 28 de noviembre al 1 de diciembre se celebró la Conferencia de Teherán de los dirigentes de las tres poten­cias aliadas: Stalin, Roosevelt y Churchill. Cuando Stalin regresó de Teherán resolví recordarle nuestro aparato. Hicimos en la fábrica un modelo pequeño y bonito del avión y se lo mande con una esquela:

 

"Camarada Stalin: Le envío el modelo de la última modificación del avión Yak, que es el caza más rápido del mundo. El piloto Fedrovi ha alcanzado en él la velocidad de más de 700 kilómetros por hora. El constructor, Yákovlev".

 

A los dos días nos llamaron al Comisario del Pueblo y a mí a presencia de Stalin. En aquel momento estaban con el Mólotov, Scherbakov, el jefe del frente del Vóljov Me­retskov y el miembro del Consejo Militar de este frente Shtykov. Por lo visto, se esperaba animación en el sector de Leningrado. En efecto, al cabo de unos días comenzó la derrota del enemigo en el frente de Leningrado.

 

Fue la primera vez que vi a Stalin con el uniforme de mariscal.

 

Vi sobre la mesa de escritorio, junto al avión de Chkálov Stúlinski Marshrut (Ruta estaliniana), el modelo del Yak y debajo de el mi esquela.

 

Stalin concluyó la conversación con los presentes y se dirigió a nosotros. Preguntó por el motor 107 del construc­tor Klimov e inquirió la posibilidad de fabricarlo en serie.

 

EI Comisario del Pueblo dio una apreciación positiva del motor y pidió permiso para lanzarlo en serie, propuso que leyera y firmase el texto de disposición preparado. Stalin tomó de la escribanía el modelo del Yak-3, lo puso sobre la mesa grande y preguntó:

 

- ¿Y eso es verdad? ¿Es esa velocidad? Eso está bien. ¿Cómo andan las cosas de la producción en serie?

 

Respondimos que se fabricaba en serie el Yak-3 con motor 105. Si el nuevo aparato con motor 107 pasaba las pruebas de Estado se podría montar su producción en serie en sustitución del anterior modelo.

 

- ¿Y qué aparato saldrá ahora con el motor 107?

 

- El Yak-9.

 

- ¿Cuáles son sus características? Las dijimos.

 

- Está bien.

 

Stalin se paseó varias veces callado a lo largo del des­pacho, se acercó a mí y me tocó la hombrera:

 

- ¿Por que anda usted de general mayor?

 

Me desconcerté, no respondí y el dijo de pronto:

 

- Ya es hora de ascender a teniente general.

 

Y pasó en el acto a hablar del motor 82 del constructor Shvetsov ciñéndonos porque desplegábamos mal su produc­ción en serie. Nosotros empezamos a balbucear no se que para justificarnos y luego, aprovechando una pequeña pausa en que Stalin encendía su pipa, el Comisario del Pueblo dijo:

 

- Camarada Stalin, ¿permite que nos retiremos?

 

En el trayecto del Kremlin al Comisariado del Pueblo tardamos unos quince minutos. No había tenido tiempo de subir a mi despacho cuando oí por radio que Levi­tán transmitía una disposición del Consejo de Comisarios del Pueblo en la que se me confería el grado de teniente general.

 

Las cartas de los pilotos del frente que probaron el Yak-3 en ardientes combates aéreos fueron una gran re­compensa para todos cuantos habíamos participado en su construcción.

 

Recibí una carta del jefe de un regimiento de cazas en la que se hablaba del piloto Ershov:

 

"El teniente Alexandr Ershov lleva sólo un mes en el frente, vuela en un Yak-3. En ese mes ha librado seis com­bates aéreos y ha derribado diez aviones del enemigo... Una vez, ocho cazas nuestros fueron atacados por treinta Focke-Wulf. En este combate, Ershov cortó a un Focke la cola con un ala de su Yak y derribó otro con el fuego de su cañón y ametralladoras. Al día siguiente volaba en pareja cuando se elevaron dieciséis Focke-Wulf y derribó a tres en combate".

 

Me alegraron los éxitos de Ershov y le envié un tele­grama de felicitación. Días después recibí una respuesta que me emocionó profundamente. El teniente Ershov comuni­caba que había derribado otros cinco aviones enemigos y me decía de sí mismo:

 

"Tengo veintidós años, pero vuelo desde 1938 y he tra­bajado ya cuatro años de instructor en una escuela, lo que me ha permitido sacar el máximo rendimiento a los cazas Yak-3, que es indiscutiblemente hoy el aparato preferido de nuestros pilotos. Tengo una ilusión que me forje en mi infancia cuando leía libros de aeronáutica. Quiero llegar a ser un verdadero piloto probador. Estoy seguro de que usted ya tiene en proyecto los aparatos con que sueño. En una palabra, soy un apasionado de la aviación desde la niñez y me es muy difícil expresar en el papel lo que qui­siera decir. . ."

 

Varios años después de la guerra me entere de que Alexandr Ershov se había batido dignamente hasta el final de la contienda y luego había realizado su ilusión haciéndose probador de aviones.

 

Durante la guerra recibí del frente una curiosa fotografía en la que aparecía el as soviético, capitán Luganski, de pie, junto a su Yak-3, la borda del cual estaba adornada con 24 estrellitas de cinco puntas, lo que significaba que había derribado otros tantos aviones alemanes.

 

Serguei Luganski nació en Alma-Atá. En 1938 terminó la escuela de pilotos y tomó parte en la guerra sovietico­-finlandesa. Cierta vez su aparato fue incendiado en com­bate y él se salvó arrojándose con paracaídas. Pero al saltar del avión perdió las botas de pieles y hubo de recorrer descalzo varios kilómetros por la nieve hasta unirse a los suyos.

 

El Presidium del Soviet Supremo de la URSS otorgó a Luganski la primera Estrella de Oro de Héroe de la Unión Soviética el 2 de septiembre de 1943. En el momento de la expulsión de los invasores hitlerianos del territorio soviético Serguei Luganski era ya dos veces Héroe de la Unión Soviética. Había derribado personalmente 37 aviones enemigos y otros seis combatiendo en grupo.

 

Hablaban bien del nuevo caza Yak-3 no sólo nuestros pilotos, sino también los aviadores franceses del regimiento Normandía que habían volado en aparatos de todas clases: ingleses, norteamericanos y franceses.

 

He aquí la opinión sobre el avión Yak-3 de uno de los pilotos del Normandía, publicada por la revista inglesa The Aeroplane, en su número de marzo de 1946:

 

“La misión principal de los aviones Yak-3 era cooperar con el ejército de tierra. Apoyaban a las tropas en las ofen­sivas del Ejército Rojo, atacando a todos los aviones del enemigo, bombardeando o ametrallando a las unidades en el frente. Los Yak-3 actuaban también como escolta de los bombarderos Pe-2 o de los aviones de asalto. Además, diez minutos antes de aparecer los Pe-2 o los aviones de asalto sobre un aeródromo enemigo los Yak-3 sobrevolaban este sector y destruían los aviones del enemigo en tierra, los derribaban en el aire o impedían su despegue. Y luego, cuando aparecían los bombarderos, los cazas Yak-3 los protegían del ataque de los cazas enemigos de otros aeró­dromos.

 

Otra tarea era la de interceptar. Los pilotos debían per­manecer alerta en los aviones y despegar cuando viesen aeroplanos enemigos o les comunicasen por radiotelefonía la aparición de estos aparatos.

 

Para cumplir estas misiones se necesita un avión de las características exactas del Yak-3, de rápido ascenso e inter­ceptor veloz para pequeñas alturas. Al atacar a los Focke­Wulf-190 nunca se elevaba mucho más de los 5.000 metros. En esta altura el Yak-3 despliega sus mejores cualidades. Cerca de la tierra el Yak superaba al germano y muchos pilotos alemanes perdían velocidad y se estrellaban al in­tentar seguirlo en los virajes cerrados".

 

Más adelante, dice que "en un periodo de diez días de octubre de 1944 la escuadrilla de la Francia Libre Normandía que operaba en el frente ruso, según datos oficia­les, derribó 119 aviones alemanes". Las únicas perdidas fueron dos pilotos heridos. La escuadrilla Normandía estaba armada con Yak-3 y la mayor parte de los aparatos que derribó eran Focke-Wulf-190 y Messerschmitt-109G.

Y más adelante:

 

"Es interesante destacar que tan sólo una fábrica cons­truyó durante la guerra 15.000 aviones tipo Yak en tanto que el total de aviones recibidos por la URSS por la ley de préstamo o arriendo es de 13.300 (según el mensaje 19 de H. Truman al Congreso de EE.UU. sobre el lend-lease). Los rusos crearon unas fuerzas aéreas eficaces y potentes armadas con aviones que por sus características de vuelo soportan perfectamente la comparación con los aparatos in­gleses y alemanes del periodo correspondiente. Sin ser tan acabados técnicamente, estaban adaptados, sin embargo, para la producción en masa, su entretenimiento era fácil en las condiciones del Frente Oriental y los podían tripular pilotos que tuvieran, en general, escasa preparación".

 

He aquí otra apreciación del Yak-3, dada por los fran­ceses en la revista The Aeroplane (mayo de 1956). En este artículo se compara el Yak-3 con el mejor caza ingles Spitfire y con el norteamericano Thunderbolt del periodo de la Segunda Guerra Mundial:

 

"EI Yak-3 es una construcción mixta de madera y metal semejante a la del Focke y con características de vuelo pró­ximas a las del caza Spitfire-V con mayor maniobrabilidad y armamento más ligero. Los pilotos franceses preferían el maniobrable Yak al Thunderbolt más veloz y artillado con armamento más pesado, con el que fueron posteriormente rearmados. EI Yak-3 es, a mi juicio, el aparato ideal para la producción en masa en empresas con mano de obra poco calificada. La construcción es tosca hasta lo inverosímil, con una calidad de la soldadura que corresponde al nivel del herrero de aldea y, al propio tiempo, el acabado exte­rior es magnífico como el de los vehículos de carreras. Es un aparato en el que se ha renunciado por completo al adorno superfluo, seguro y construido con el cálculo de varias horas de vida, que es lo que vive un caza en tiempo de guerra. Respondía por entero a las exigencias que se planteaban a los aparatos de este género y no tenía nada demás".

 

EI caza es un aparato monoplaza; debe obedecer instan­táneamente a la voluntad del piloto. Cuanto más maniobra­ble y ágil sea el caza, cuanto más rápidamente responda a cada movimiento del piloto descargando su fuego sobre el adversario aéreo, tantas más probabilidades de victoria tiene. Y la agilidad y maniobrabilidad del caza, la facilidad de manejo y la obediencia al piloto son cualidades que se determinan en lo fundamental por el peso del avión.

 

La experiencia de la guerra mostró que los constructo­res soviéticos tenían toda la razón cuando emprendieron resueltamente el camino de crear cazas ligeros, que con­quistaron el dominio del aire en toda la segunda mitad de la guerra.

 

Después de pasar a la producción en serie del Yak.3, después de haberse acreditado este aparato magníficamente en el frente, nosotros continuamos las búsquedas para se­guir mejorando el esquema del caza ligero.

 

Mediante su consecuente perfeccionamiento y un mayor aligeramiento de su estructura logramos sustituir en el Yak-3 el cañón central de 20 milímetros por otro de calibre 37 y en vez de las dos ametralladoras de 12 milímetros montar dos cañones sincrónicos de 20 milímetros. De este modo se triplicó la potencia de fuego del Yak-3.

 

Esta modernización fue fruto de un minucioso y tenso trabajo para seguir aligerando la estructura del Yak-.3, par­ticularmente sustituyendo el ala de madera por otra metá­lica, lo que permitió colocar un armamento tan potente sin aumentar el peso total del más ligero de los cazas que combatían.

 

El problema estaba resuelto.

 

Emprendimos inmediatamente la confección de los pla­nos. A todos nos impulsaba un gran entusiasmo en el tra­bajo, el deseo de hacer lo antes posible el nuevo aparato.

 

El avión fue creado y pasó las pruebas en la primavera de 1945.

 

Antes de la guerra, lo mismo en Inglaterra que en Norteamérica y en Alemania, se había delimitado claramen­te en el desarrollo de la aviación de caza la tendencia a elevar el peso de los aparatos. La contienda mostró lo erró­neo de esa tendencia. Pero los alemanes, por ejemplo, ya no pudieron enmendar nada en este aspecto. Los aviones se producían en masa y detener la fábrica, retirar un aparato de la producción y comenzarla de otro, sobre todo en las condiciones de la guerra, equivalía a la catástrofe.

 

Antes de la contienda Alemania disponía del Messer­schmitt-109, el caza más ligero, pero con la producción en masa de otro aparato más pesado, el Focke-Wulf-190, los fascistas perdieron esta superioridad en el aire. Se conven­cieron en la práctica de que los cazas ligeros soviéticos batían a los cazas alemanes más pesados. El novísimo Focke­Wulf-190 desde el primer momento que apareció en el frente se convirtió en blanco para el Yak-3 y el La-5, este último era un desarrollo del caza LaGG-3.

 

En las operaciones de combate se aclaró que para el LaGG-3, de más de tres toneladas de peso, la potencia del motor era insuficiente. Entonces el constructor pasó a uti­lizar motores en estrella de refrigeración por aire Ash-82 y luego el Ash-82FN, de 1.700 y 1.850 HP, respectivamente. Con estos motores se fabricaban los cazas La-5 y La-5FN. El desarrollo del avión no seguía ya la línea de aumentar la potencia de la instalación motriz, sino de disminuir el peso de la estructura y mejorar la forma del avión, de re­ducir las pérdidas en refrigeración y hermetización del grupo motopropulsor (lo que tiene particular importancia para los motores de refrigeración por aire). En definitiva, se logró aumentar la velocidad máxima del caza a 650 kilómetros por hora y elevar la velocidad de despegue y las cualidades de maniobra. Los cazas de Lávochkin tenían potente arma­mento: el La-5 llevaba dos cañones sincrónicos de 20 milímetros y el La-7 tres piezas del mismo calibre que dispa­raban a través del plano de rotación de la hélice de tres palas. Los cazas La se distinguían por el fácil manejo y la buena maniobrabilidad, sobre todo en el viraje profundo, y por las características tácticas y de vuelo, eran superio­res a los cazas alemanes FW-190 y Me-109.

 

En los aviones La-5 nuestros pilotos no temían los ata­ques frontales. Se consideraba que el motor protegía sufi­cientemente al piloto del fuego de las ametralladoras del enemigo. En conjunto era un caza excelente en cuya creación la oficina de diseños de Lávochkin había trabajado con el mismo celo y energía que la nuestra en el Yak-3.

 

El trabajo en estos cazas se efectuó casi paralelamente y el espíritu de la emulación dominó constantemente a nuestras colectividades. Ambos aparatos llegaron al frente casi al mismo tiempo.

 

Gracias a http://militera.lib.ru

El texto original en ruso se encuentra aqui

 

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