VVS >> Otros articulos >> Yakovlev
 
 
ALEKSANDR SERGEEVICH YAKOVLEV
 
"LA META DE MI VIDA"
 

 

EL DOMINIO EN EL AIRE

 

A mediados del año 1943, las Fuerzas Aéreas soviéticas, por el número de aviones en el frente, superaban en el doble a la aviación fascista germana.

 

Cito datos del trabajo de distintas fábricas y de la industria en conjunto, publicados en el tercer tomo de la Historia de la Gran Guerra Patria.

 

La producción mensual media de aviones se elevó de 2.100 en 1942 a 2.900 en 1943. En total la industria de aviación lanzó en 1943 cerca de 35.000 aviones, un 37,4% más que en 1942.

 

La fabricación de aviones se aseguraba por la produc­ción de motores de aviación. En 1943 las fábricas corres­pondientes construyeron 49.000 motores de aviación, casi 11.000 más que en 1942.

 

La industria aeronáutica no sólo aumentó la producción numérica de aviones. El año 1943 transcurrió en nuestra industria bajo el signo del esfuerzo por elevar la calidad y las cualidades tácticas y de vuelo de los aviones.

 

Nuestra oficina de diseños dio a las Fuerzas Aéreas el caza Yak-3. La de Lávochkin perfeccionó el caza La-5.

 

Serguei Iliushin creó sobre la base del IL-2 el Il-l0, nuevo avión de asalto biplaza enteramente metálico, con un motor más potente, el AM-42 (2.000 HP), dos cañones VYA, de 23 milímetros de calibre y uno de defensa de 20 milímetros, blindaje reforzado y velocidad aumen­tada (500 kilómetros por hora). Los aviones de asalto de Iliushin eran un arma temible, infundían espanto al ene­migo que los llamaba "la muerte negra".

 

Mejoró también la calidad de los bombarderos.

 

En el otoño de 1943 comenzó la producción masiva en serie del bombardero de Andrei Túpolev Tu-2, para susti­tuir a los anticuados IL-4. Anteriormente el Tu-2 había sa­lido airoso de las pruebas de Estado y se fabricaba en pe­queñas series.

 

El bombardero táctico Tu-2 con dos motores de refri­geración por aire Ash-82FN de 1.850 caballos cada uno, desarrollaba una velocidad máxima de 547 kilómetros por hora a la altura de 5.400 metros. Con un peso normal de despegue de 10.380 kilogramos cargaba mil kilogramos de bombas y en la variante de sobrecarga el avión podía levan­tar hasta tres mil kilogramos de bombas. La instalación del Tu-2 permitía el bombardeo de precisión tanto en vuelo horizontal como en picado. Además, el avión tenía dos cañones de 20 milímetros y tres ametralladoras de defensa de 12,7 milímetros. La tripulación del Tu-2 constaba de cuatro hombres. El radio de acción normal de este bom­bardero llegaba a 2.100 kilómetros. Por sus características tácticas y de vuelo el Tu-2 era bastante superior al bombardero alemán Ju-88.

 

Quiero subrayar que la industria aeronáutica de la URSS superó a la alemana ya en 1942. Dicho año las fábricas de Alemania lanzaron 14.700 aviones de guerra y las de la URSS más de 25.000; en 1943 la proporción fue de 25.300 y 35.000, respectivamente. Tan sólo en dos años nuestro ejército recibió 20.000 aviones más que el hitleriano.

 

Así, pues, nuestra aviación de combate aventajó a la del enemigo en cantidad y en calidad. Y eso lo confirmó bri­llantemente la batalla de Kursk.

 

En el arco de Kursk el mando hitleriano y el propio fúhrer calculaban que iban a restablecer su reputación de "invencibles".

 

La orden dada por Hitler el 15 de abril de 1943 y cifrada con el nombre de operación Zitadelle en la que se exponía la idea de la batalla de Kursk, rezaba:

 

"He decidido, en cuanto lo permitan las condiciones atmosféricas, realizar la ofensiva Zitadelle, la primera de este año. Esta ofensiva tiene decisiva importancia. Debe efectuarse rápida y resueltamente. Debe darnos la iniciativa para la primavera y el verano.

 

Por eso, todos los preparativos deben hacerse con gran precaución y con gran energía. Deben emplearse en la dirección del golpe principal las mejores unidades, el mejor armamento, los mejores jefes y gran cantidad de municio­nes. Cada jefe y cada soldado raso deben penetrarse de la conciencia de la decisiva importancia de esta ofensiva. La victoria en Kursk debe ser una antorcha para el mundo entero".

 

Los hitlerianos, que habían sufrido una tremenda de­rrota material y moral en la grandiosa batalla de Stalin­grado y habían perdido la batalla en el Kubán durante la primavera de 1943, se proponían tomar la revancha en el verano del mismo en el sector de Oriol-Kursk.

 

El mando alemán concentró en este limitado sector del frente unas 50 divisiones, entre ellas 17 de tanques, y una considerable cantidad de aviación: más de dos mil apara­tos. Hitler calculaba, mediante un rápido golpe en masa, por un lado, desde la parte de Belgorod y, por otro, desde el sur de Oriol, atenazar y aniquilar a las fuerzas del Ejercito Soviético que se encontraban en el arco de Kursk.

 

Como certifican los generales alemanes, en un principio se planeaba emprender esta ofensiva inmediatamente des­pués del deshielo de primavera. Pero como Hitler insistió tozudamente en el empleo de 300 nuevos tanques Tigre y Pantera que se hallaban aún en la fase de producción, se aplazó la ofensiva hasta el 5 de julio. Los Tigres y Pan­teras eran el "arma secreta" que los hitlerianos pregona­ban a bombo y platillo en su propaganda intentando dar la impresión en todo el mundo de que poseían la clave de la victoria en el Frente Oriental.

 

Por supuesto, los hitlerianos no podían poseer ninguna clave de la victoria. En el verano del 1943 las tropas soviéticas constituían una fuerza indestructible. Estaban per­trechadas en cantidad suficiente con material bélico de primera clase, incluyendo tanques y cañones autopropulsados. El frente había recibido un número considerable de aviones. En aquel tiempo la preparación de pilotos por nuestra parte también se efectuaba a ritmo acelerado. Los jóvenes pilotos, se incorporaban a la masa de expertos luchadores del aire forjados en los combates y ardían en incontenibles deseos de entrar en liza. Después de las batallas de Moscú, Stalingrado y el Cáucaso del Norte nuestros soldados y oficiales habían aprendido a derrotar a los hitlerianos. No obstante, el retraso de la ofensiva alemana de verano en el sector Belgorod-Kursk-Oriol fue muy oportuno.

 

Este retraso resultó particularmente valioso para noso­tros, los trabajadores de aviación, pues a comienzos de junio de 1943 nos vimos inesperadamente en un gran apuro. En los últimos momentos, cuando nuestras tropas se preparaban para rechazar la nueva ofensiva del enemigo, se aclaró que los Yak facilitados al frente por las fábricas del Este, y que constituían la abrumadora mayoría de los aviones de caza en la dirección de Kursk, no servían para el combate.

 

El 3 de junio de 1943, el adjunto del Comisario del Yueblo P. Dementiev, encargado de la producción en serie, y yo fuimos llamados al Cuartel General del Alto Mando. En el despacho se encontraban, además de Stalin, los maris­cales Vasilevski y Vóronov. Vimos inmediatamente sobre la mesa unos trozos agrietados de revestimiento de lona del ala del avión y comprendimos de lo que se trataba. Nos esperaba una conversación desagradable.

 

La cosa era que en los cazas Yak-9, construidos por una fábrica del Este, empezó a agrietarse y desprenderse el re­vestimiento de las alas. Ocurrieron varios casos de rotura de la lona de las alas en el vuelo. La causa era la mala calidad de los nitrocolorantes suministrados por una empresa quimica de los Urales donde utilizaban sucedáneos comprobada a toda prisa.

 

La pintura era poco resistente, sufría rápidamente los efectos de las condiciones atmosféricas, se cuarteaba y el encolado de lona del ala se desprendía de la chapa.

 

Nosotros conocíamos ya este defecto y tratábamos de subsanarlo por todos los medios.

 

Stalin, señalando los trozos de revestimiento inservible que estaban sobre la mesa, preguntó:

 

- ¿Saben ustedes algo de esto? -y dio lectura al parte de un ejército aéreo dislocado en el sector de Kursk, en­viado junto con las muestras de revestimiento defectuoso.

 

Dijimos que conocíamos casos de ruptura de revesti­miento. Nos interrumpió.

 

- ¿Cómo casos? Toda la aviación de caza se encuen­tra incapacitada para el combate. Hubo unos diez casos de ruptura del revestimiento en el aire. Los pilotos temen volar. ¿Por qué ha ocurrido eso?

 

Stalin tomó un trozo de lona con la capa de pintura y barniz completamente agrietada que se caía a pedazos, nos lo enseñó y preguntó:

 

- ¿Qué es esto?

 

Dementiev explicó la causa de este fenómeno, dijo que conocíamos el defecto y que tomábamos medidas para ce­sar la producción de aviones inservibles y reparar los ya fabricados. Dementiev prometió corregir el error en el plazo más breve y asegurar la capacidad combativa de todos los aviones fabricados en los últimos tiempos.

 

Stalin nos dijo iracundo:

 

- ¿Saben ustedes que esto malogra una importante operación que no puede efectuarse sin la participación de los cazas?

 

Si, nosotros sabíamos que se preparaban serios combates en el sector Oriol-Kursk y nos sentíamos en aquel momento en un estado horrible.

 

- ¿Por qué ha ocurrido eso? -continuó Stalin exasperándose por momentos. ¿Por qué han lanzado varios centenares de aviones con revestimiento defectuoso? ¡Ustedes saben que nosotros necesitamos ahora los cazas como el aire! ¿Cómo han podido permitir esta situación y por qué no tomaron medidas antes?

 

Explicamos que en el momento de construir los aviones en la fábrica era imposible descubrir este defecto. Se descubría sólo con el tiempo, cuando los aviones no se encon­traban bajo el techo del hangar, sino a la intemperie, expuestos a la lluvia, a los rayos del sol y a otras condi­ciones atmosféricas. También era difícil descubrir el defec­to en la fábrica porque los aviones salían inmediatamente del taller para el frente.

Nunca había visto a Stalin tan indignado.

 

- Entonces, ¿esto no se sabía en la fábrica?

 

- No se sabía.

 

- ¿Quiere decir que se ha descubierto en el frente sólo de cara al enemigo?

 

- Así es.

 

- ¿Saben ustedes que así podía comportarse sólo el enemigo más pérfido? Eso es lo que haría: lanzar en la fábrica aviones útiles para que en el frente resultaran inser­vibles! Un enemigo no nos habría hecho más daño, no se le habría ocurrido nada peor. ¡Eso es trabajar para Hitler!

 

Repitió varias veces que el enemigo más pérfido no habría podido hacer más daño.

 

- ¿Saben ustedes que han inutilizado la aviación de caza? ¿Saben ustedes el favor que han hecho a Hitler? ¡Ustedes son unos hitlerianos!

 

Es difícil imaginarse nuestro estado en aquel momento. Yo sentía helárseme la sangre en las venas. Dementiev estaba de pie, rojo como la grana, dando vueltas nervio­samente en las manos a un trozo del malhadado revesti­miento.

 

Pasaron varios minutos en un silencio sepulcral. Final­mente, Stalin, después de haber paseado un rato medita­bundo, se calmó un poco y preguntó diligente:

 

- ¿Qué vamos a hacer?

 

Dementiev dijo que arreglaríamos inmediatamente todos los aparatos.

 

- ¿Qué significa inmediatamente? ¿En qué plazo?

 

Dementiev lo pensó un instante y cruzó una mirada con­migo.

 

- En dos semanas.

 

- ¿Y no nos engañan?

 

- No, camarada Stalin, lo haremos.

 

Yo no di crédito a mis oídos. Me parecía que para este trabajo harían falta dos meses por lo menos.

 

Stalin no contaba en modo alguno con que se pudiera arreglar tan rápidamente los aparatos. Hablando con fran­queza, yo también me sorprendí y pensé la promesa de Dementiev aparta temporalmente la tormenta, pero ¿qué va a pasar después?

 

Se aceptó el plazo. Sin embargo, Stalin ordenó a la fiscalía militar que investigase inmediatamente las circunstan­cias del asunto, de qué modo la cola y las lacas nitrocelu­lósicas defectuosas habían llegado a la fábrica de aviación y por qué no se había comprobado debidamente en el la­boratorio la calidad de las lacas.

 

Se dio en el acto la indicación de enviar dos comisiones para la investigación: una a la fábrica de lacas y pinturas de los Urales y otra a la fábrica que producía en serie los Yak.

 

Después Stalin se encaró conmigo:

 

- ¿Y no sufre su amor propio? ¿Cómo se siente usted? Se burlan de usted, echan a perder su aparato y usted ¿que mira?

 

- Camarada Stalin, me siento requemado a más no poder porque me imagino perfectamente el daño que ha causado ese desdichado suceso. Pero prometo como De­mentiev que tomaremos las medidas más enérgicas y el de­fecto será eliminado en el más breve plazo.

 

Cuando salíamos del despacho de Stalin suspire con alivio, pero no pude por menos de decir a Demen­tiev:

 

- Oye, ¿cómo se puede hacer ese trabajo en dos se­manas?

 

- Ya veremos, pero hay que hacerlo - respondió.

 

Todo el peso de la liquidación de las consecuencias del defectuoso encolado de las alas cayó sobre Dementiev y hay que reconocer que desplegó increíble energía e ini­ciativa.

 

Fueron organizadas inmediatamente varias decenas de brigadas y enviadas en aviones con los materiales necesa­rios a todos los aeródromos del frente de Kursk donde tenían sus bases los cazas Yak. Las brigadas se formaban con carpinteros y pintores no sólo en las fábricas que producían en serie el Yak, sino también en todas las fábricas próximas.

 

Para entonces, como ya antes hubo quejas de la mala calidad de la pintura, la fábrica química había corregido la situación y a los aeródromos del frente llegó la cantidad necesaria de bidones de pintura.

 

Gracias a las urgentes medidas adoptadas por el Co­misariado del Pueblo, se logró efectivamente en el trans­curso de dos o tres semanas reforzar el revestimiento del ala en muchos centenares de aviones y eliminar por completo un defecto peligrosísimo que en el momento crítico de la guerra podía condenar a nuestra aviación de caza a la inactividad y privar a nuestras tropas de protección aérea.

 

El trabajo se efectuó a tiempo. Literalmente al cabo de dos o tres días comenzó la famosa batalla en la dirección de Oriol-Kursk.

 

El 5 de julio el mando alemán inicio a ofensiva en el arco de Kursk. Los hitlerianos concedían gran importancia a la preparación aérea. Allí se concentró toda la aviación alemana, incluyendo cazas Focke-Wulf-190, Messer­schmitt-109 de novísimas modificaciones, bombarderos Junkers-88 y aparatos de reconocimiento Focke-Wulf-189. En total, cerca de dos mil aviones.

 

Los hitlerianos enviaban a nuestras líneas avan­zadas sus bombarderos en nutridos grupos proponiéndose arrollar la defensa soviética mediante los bombardeos que se efectuaban paralelamente a la potente preparación artillera y a los ataques de los tanques. Volaban gru­pos de 150 bombarderos, protegidos por centenares de cazas.

 

El enemigo concentró en el arco de Kursk un número considerable de sus nuevos cazas Focke-Wulf-190 con mo­tores refrigerados por aire. Suponía que estos aparatos serian, por un lado, menos vulnerables al fuego de nuestros cazas y, por otro, poseyendo un armamento más potente, podrían causar grandes daños a nuestros pilotos. Sin em­bargo, esta suposición no se justificó. Los cazas Focke-Wulf sufrieron grandes pérdidas.

 

Un hecho que caracteriza elocuentemente las propor­ciones de los combates aéreos es que en seis días de la ofensiva enemiga nuestros pilotos derribaron 1.037 aviones. Los hitlerianos no pudieron soportar mucho tiempo se­mejante tensión, se extenuaron y desangraron.

 

Diezmado el grueso de las fuerzas de su aviación, el adversario lanzó al combate antiguallas cuya existencia ni siquiera sospechábamos, como el avión italiano Macchi-200, cazas Heinkel-113 y Messerschmitt de las primeras series, trasladados de las bases de Europa Occidental.

 

Desde los primeros días de la batalla de Oriol-Kursk nuestra aviación protegió con seguridad a las tropas terres­tres, frustró el impetuoso ataque de las columnas blindadas del enemigo y aseguró así a nuestras tropas la posibilidad de pasar al cabo de unos días a una contraofensiva que terminó trágicamente para el ejército fascista germano en esta gran batalla.

 

Ya al tercer día de combates varios centenares de avio­nes nuestros -de asalto, de bombardeo y de picado-, es­coltados por una infinidad de cazas, mediante un formi­dable bombardeo hicieron polvo no sólo la primera línea de los fascistas, sino también las columnas de tanques que llegaban de la retaguardia aun antes de entrar en contacto con nuestras tropas.

 

En esta acción representaron un destacado papel los pilotos que tripulaban aviones de asalto IL-2.

 

La iniciativa en el aire pasó a manos de los pilotos soviéticos y en tierra a las de nuestros tanquistas, artille­ros e infantes.

 

Nuestros cazas establecieron una barrera segura e impe­netrable para las incursiones enemigas, los bombarderos y aviones de asalto soviéticos empezaron a abrir con seguri­dad el camino a las tropas terrestres.

 

EI 12 de julio se desplegó nuestra contraofensiva gene­ral.

Comenzó una batalla decisiva.

 

En el aire se combatía encarnizadamente día y noche sin cesar. El número de servicios aéreos no fue nunca tan grande como en aquellos días.

 

El ritmo de la ofensiva soviética aumentaba. Ahora las fuerzas de la aviación iban dirigidas no a presionar sobre el enemigo atacante, sino a causarle un gran descalabro y no permitirle retroceder ordenadamente.

 

Asustados por la audacia de nuestros pilotos y por las elevadas cualidades de los cazas soviéticos, los hitlerianos preferían eludir el combate incluso cuando en algunos momentos poseían en el aire una gran superioridad numérica.

 

Se han conservado órdenes del mando enemigo con la prescripción categórica de no entablar combate con los cazas soviéticos, sobre todo con los modernizados. En estas órdenes se indicaban las señas de nuestros aviones para que los pilotos alemanes pudieran identificarlos.

 

La batalla en el arco de Kursk contribuyó a engrosar considerablemente la familia de pilotos distinguidos con el título de Héroe de la Unión Soviética. Allí se batió y alcanzó este título el primer teniente Alexei Maresiev, des­conocido hasta entonces. Tomó parte en la batalla de Kursk ya después de haberle sido amputados los pies y en los primeros combates aéreos derribó tres aviones fascistas.

 

Alrededor del veinte de julio de 1943 la ofensiva hitle­riana de verano había fracasado por completo.

 

En el articulo La aviación de la ofensiva, publicado el 19 de agosto de 1944 en el periódico Krásnaya Zvezdá, S. Rudenko, jefe del 16 Ejercito Aéreo que se distinguió en la contienda del arco de Kursk, resumió así estas históricas batallas aéreas:

 

"He aquí algunos datos que caracterizan la actuación de la aviación en un día de la operación de Oriol-Kursk del verano de 1943. En el transcurso de una hora, entre las 12.00 y las 13.00, se asestó un golpe concentrado con un grupo de 411 aviones, de las 15.30 a las 16.30 operaron 444 aviones y, finalmente, el tercer golpe lo asestaron 460 aviones entre las 19.00 y las 20.00…

 

Conclusiones.

 

La primera se reduce a que el aumento cuantitativo del parque de aviación nos permitió en esta etapa de la Guerra Patria utilizar ampliamente los golpes en masa de la avia­ción sobre los sectores de concentración de material bélico y tropas del enemigo. Gracias a ello en algunos casos nuestra aviación no sólo ayudó a las tropas terrestres, sino ejerció una influencia decisiva en el desenlace del com­bate.

 

Segunda deducción. El aumento de la pericia militar de los pilotos de caza, armados con aparatos como el Yak y el LaGG, que habían aprendido a combatir brillantemente en las verticales, nos permitió golpear con buen éxito al ene­migo en el aire. Si después de la operación de Stalingrado decíamos que la iniciativa pasaba a nuestras manos, después de la batalla de Oriol-Kursk podíamos afirmar con pleno fundamento que nuestra aviación había emprendido firme­mente el camino del dominio completo".

 

La orden del día del Jefe Supremo, del 24 de julio de 1943, rezaba:

 

"Ayer, 23 de julio, merced a las afortunadas acciones de nuestras tropas se liquidó definitivamente la ofensiva alemana de julio desde los sectores al sur de Oriol y al norte de Belgorod en dirección a Kursk...

 

El plan alemán de ofensiva de verano hay que considerarla totalmente fracasado. De este modo, ha sido desen­mascarada la leyenda de que los alemanes en la ofensiva de verano siempre conquistan éxitos y las tropas soviéticas se ven obligadas a retroceder".

 

Pasaron otras dos semanas. El 5 de agosto nuestras tropas se apoderaron de Oriol y Belgorod. Aquella misma noche, a las doce, por primera vez en la historia de nuestro país, los moscovitas presenciaron las salvas dis­paradas por decenas de cañones de artillería en honor de la victoria. Los servidores de los antiaéreos de Moscú que poco antes acribillaran el cielo de la capital con miles y miles de proyectiles lo llenaron ahora con maravillosas guirnaldas de fuegos artificiales.

 

En la memorable victoria del arco de Kursk se dejó sentir ya plenamente la fuerza acrecida de la industria aeronáutica soviética: nuestras fábricas habían aumentado su potencia hasta el punto de que el frente recibía cerca de cien aviones diarios, incluyendo unos cuarenta cazas.

 

Nuestra aviación estableció su pleno dominio en el aire.

 

Gracias a http://militera.lib.ru

El texto original en ruso se encuentra aqui

 

HR_LeNoir / HR_Ootoito / HR_Grainovich

 
 

 

 

© RKKA