”Después de la guerra”: los pilotos del regimiento “Vislenskiy».
El segundo contando desde la izquierda – Punióv T.P. (con la mano
levantada).
La foto fue tomada en Austria, en el 1949.
Punióv ya estaba formando parte del regimiento “Vislenskiy”,
cuyo escudo podemos apreciar en el fuselaje del avión.
A.S. ¿Timoféy Panteléevich, cuantos vuelos de combate realizó?
T.P.
Sobre las misiones realizadas en el frente de Karélia no voy hablar,
porque no queda ninguna documentación que lo pueda confirmar.
En el
1-r Frente Ucraniano hice 43 vuelos de combate con éxito, y nueve “retornos”.
A.S. ¿Que quiere decir “retorno”?
T.P.
Un “retorno” – es cuando vuelves a la base sin haber atacado el objetivo.
Hay dos tipos de retornos:
Primer
tipo: provocado por algún fallo del avión o fallo de la cámara de
fotocontrol. Por ejemplo, me acerco a la línea del frente, sube la
temperatura del motor - hay que volver a la base. ¿Donde vas a ir con un
solo motor operativo? O bien, al despegar, no sube el tren de aterrizaje.
Lo único que puedes hacer – es volver a aterrizar.
Cuando
el ataque no quedaba registrado por las cámaras de fotocontrol – el
vuelo también era considerado como un “retorno”.
Segundo tipo: cuando no se pudo localizar el objetivo a causa de niebla
o bruma. Recuerdo un “retorno” así: tomamos el rumbo hacia Ratibor, una
ciudad de Checoslovaquia. Había una niebla densa que llegaba hasta 400
metros de altitud. No pudimos bombardear en estas condiciones, ya que no
se veía la tierra. Así que tuvimos que volver.
A.S. ¿Que es lo que se consideraba como “vuelo de combate”? ¿Variaba la
interpretación de este término a lo largo de la guerra?
T.P.
No variaba. Un vuelo de combate es aquel vuelo durante el cual se
realiza el bombardeo de aquel objetivo que estaba predeterminado. Y el
ataque obligatoriamente tenía que ser registrado por las cámaras de
fotocontrol. Si no tienes registrado el ataque por las cámaras – es como
si no hubieras bombardeado el objetivo. Es que al principio de la guerra
algunos llegaban contentos y decían: “Hemos eliminado a toda Alemania,
con Europa incluida”.
A.S. ¿Las cámaras se instalaban en todos los aviones?
T.P.
Si, obligatoriamente. El AFA (aerofotocámara) – es un dispositivo grande
y complejo. En la cabina había el control remoto del AFA, que
previamente estaba programado para filmar. Aunque programes lo que
programes - al verter las bombas la cámara empezaba a sacar fotos
automáticamente. Aunque no quisieras, captaba el resultado del bombardeo.
A.S. ¿Las bajas de los pilotos, de los navegadores, de los artilleros? ¿Las
proporciones de estas bajas?
T.P.
Las mayores bajas eran sufridas por los navegadores. El caza normalmente
intenta atacar desde arriba y dispara en la cabina, ya que de esta forma
el ataque resulta ser más eficiente. Y el navegador es quien tiene que
rechazar este ataque. No estaba protegido por coraza, esta es la razón
de tantas bajas entre navegadores.
Luego
iban los artilleros, y en el ultimo lugar – los pilotos. Los pilotos son
los que menos bajas sufrían, ya que estaban protegidos por el respaldo
blindado del asiento.
Lastima que los navegadores y los artilleros no estaban protegidos por
la coraza, pero protegerlos seria peor ya que el avión seria mas pesado.
Durante el tiempo que pilote el Pe-2 perdí a dos navegadores y a dos
operadores de radio, y menos mal que solo fueron heridos. Esto sin
contar a mi tripulación del “SB”, hasta hoy en día no se nada de ellos.
A.S. ¿Timoféy Panteléevich, cuales fueron las bajas en su regimiento
durante los diferentes periodos de la guerra?
T.P.
Sufríamos las mayores bajas en el territorio de Ucrania.
Nuestro mecánico (que ahora vive en Ucrania) actualmente encabeza a un
grupo de rescatadores, tiene contactos con los grupos similares de toda
Ucrania. Pues me ha escrito una carta, donde decía que los
“rescatadores” de Ucrania han encontrado y han determinado el destino (a
donde se dirigían) de 2000 (¡dos mil!) aviones soviéticos derribados, y
esto solamente en el territorio de Ucrania.
No
te puedo decir exactamente las bajas humanas de nuestro regimiento
durante toda la guerra, pero te diré que yo pertenecí al quinto grupo de
refuerzo. Y después de mi llegada, el regimiento fue reforzado tres
veces más. Las bajas eran enormes.
A.S. ¿La escolta de los bombarderos era eficaz? ¿Siempre había escolta?
T.P.
La eficacia de la escolta dependía de la experiencia de los pilotos de
cazas. No siempre teníamos escolta, y cuando la teníamos, no siempre era
eficaz ya que dependía de la experiencia de los pilotos de escolta.
A
finales de la guerra a menudo éramos escoltados por los regimientos de
Siberia. Los pilotos de estos regimientos no tenían experiencia en
combate, eran novatos (seguramente los destinaron para adquirir
experiencia). Pues tuvimos problemas con estos pilotos, se separaban de
nosotros, a veces nos perdían. Esto pasaba por falta de experiencia.
Venían con demasiadas ganas de derribar a alguien. Hubo casos cuando un
grupo de cazas alemanes les retenía atados en un combate, mientras otro
grupo de alemanes nos atacaba a nosotros.
Una
cosa: estábamos dislocados en Krakov. Nos llegó un nuevo regimiento de
escolta desde Siberia, volaban con los La-5. Eran todos muchachos
jóvenes, sin ninguna experiencia. Nos presentamos, empezamos a visitar
unos a otros. Pues ellos paseaban por nuestro aparcamiento (nuestro
regimiento era de elite), todos nuestros aviones tenían dibujados los
escudos – algunos tenían un león, otros – un tigre. Yo tenía
representado “un león en salto”. Pues esto, cuando andaban por nuestro
aparcamiento, observaban las estrellas dibujadas en los aviones, y
preguntaban:
- “¿Y
esto que es?”
-
“¿Como que “que es”? Son cazas derribados.”
-
¿Cómo que cazas derribos? ¿Derribados con un bombardero?”
- “Si,
con las ametralladoras, ¡esta chupado!”.
Y así
iban paseando, y se iban inspirando: “si los bombarderos pueden derribar
a los cazas alemanes - ¡nosotros triunfaremos segurísimo!”.
Les
dijimos: “mañana tenemos una misión importante, tenéis que estar en
alerta”.
Les
explicamos todo, que es lo que tiene que hacer cada uno de ellos, cual
es el puesto de cada uno, donde tiene que estar colocado el grupo de
escolta directa, donde tiene que estar el grupo de combate, y etc. Les
explicamos todo con el mínimo detalle.
Despegamos el día siguiente. Enseguida comprendimos que estos eran unos
locos. Cuando ya estábamos encima del territorio alemán, uno de los
cazas se me acercó al máximo por debajo del ala, y me enseñó el dedo
grande, como si fuera diciendo: “¡que bien!”. Teníamos el silencio por
radio, solo se podía hacer señas con las manos. Le hago una señal para
decir: ¡lárgate de aquí!
Luego
empezaron a disparar los antiaéreos, ¡y los cazas desaparecieron!
Llegaba el momento culminante, porque cuando los antiaéreos dejaban de
disparar, enseguida atacaban de los cazas alemanes. ¡Atacaban de
inmediato! No se como se ponían de acuerdo los cazas alemanes con sus
antiaéreos, pero la coordinación entre los cazas y los antiaéreos
alemanes era excelente.
Como
había que esperar, pasó exactamente esto: cuando los antiaéreos dejaron
de disparar, nos atacaron los “Messerschmitt”. Pero nuestra escolta se
había esfumado.
Cuando
volvimos a la base, nos fuimos directamente a “dar una charla” los
pilotos de nuestra escolta. Les partimos las caras y les dijimos:
“¡ténganlo en cuenta, nosotros disparamos a todos los que se ponen a
nuestros seis! ¡Si alguno de vosotros una vez mas se pone detrás de
nosotros, le dispararemos!”
Resultó que estos inútiles subieron arriba para salvarse del fuego de
artillería antiaérea, y a partir de allí nos perdieron de vista.
Durante un tiempo nos escoltaban los muchachos de la división de
Pokríschkin. Esta escolta muy eficiente.
Te
diré que nosotros éramos tan chulos que tranquilamente podíamos ir sin
escolta. El Pe-2 inicialmente se diseñó como un caza pesado, así que
cuando nos encontrábamos con los alemanes, habría que ver quien le mete
caña a quien. Éramos unos tipos duros, no nos dejábamos “ofender”, somos
nosotros los que podíamos machacar a quien sea. Para nosotros los
antiaéreos eran más peligrosos que los cazas. Para el Pe-2 la escolta
era deseable, pero no era imprescindible.
Y
cuando íbamos en misión de reconocimiento o a “cazar”, íbamos solos, sin
escolta.
A.S. ¿Cuantos cazas habitualmente se asignaban para escoltar a nueve
bombarderos?
T.P.
Todo dependía de la importancia de la misión. No existía un reglamento
fijo.
Si a
principios de la guerra nos asignaban dos cazas, ya no estaba mal.
Al
final de la guerra asignaban por lo menos a cuatro cazas. Si la misión
era muy importante, podían asignar un escuadrón entero, doce cazas. En
la segunda mitad de la guerra, la cantidad de cazas que escoltaban a
nueve bombarderos oscilaba entre 4 y 12 unidades.
A.S. ¿Siempre se cumplía la orden, según la cual en caso de que los
bombarderos sufrían bajas, a los casas de escolta no se les consideraba
el vuelo como vuelo de combate?
T.P.
Nunca había oído hablar sobre esta orden.
A.S. Dígame, Timoféy Panteléevich, cuando Usted hablaba con los pilotos
de cazas, ¿no se quejaban éstos diciendo: “lo que pilotamos nosotros es
“leña” y no aviones”?
T.P.
No, al contrario. Recuerdo que decían que los Yak-3 y La-5 eran aviones
excelentes.
Yo era
piloto bombardero, y por tanto vi los combates entre cazas soviéticos y
alemanes como un observador, y la impresión que tengo – es igualdad
absoluta de las características técnicas de los aviones de ambos bandos.
A.S. ¿Cual era la formación de vuelo básica para los Pe-2?
T.P.
La formación básica – cinco o nueve aviones. A veces íbamos solo una
escuadrilla en formación de trío, a veces - quince aviones. Intentábamos
evitar volar en pareja. Es tremendamente difícil defenderse de los cazas
en formación de pareja. En este caso es mejor volar en solitario.
A.S. ¿Cuantas veces se encontró con los cazas enemigos?
T.P.
Prácticamente en la mitad de los vuelos de combate. Aunque dicen que los
alemanes se quedaron sin las fuerzas aéreas. ¿Pero a quien perdieron? A
los mocosos, los ases seguían volando.
A.S. ¿Realmente el Pe-2 podía hacer frente en un combate aéreo a los
Bf-109 y FW-190?
T.P.
En caso de necesidad el Pe-2 podía meter una buena caña a un caza
alemán. Era fácil. Esta claro que la velocidad del “Peschka” es
inferior, pero una excelente maniobrabilidad y la posibilidad de
disparar en todas las direcciones igualan las posibilidades.
El
fuego de los navegadores y de los artilleros realmente representaba una
seria amenaza para el caza alemán, porque las posibilidades de los
artilleros de derribarlo eran elevadas. En mi opinión, mucho mas
elevadas que las posibilidades del piloto del avión de derribar a un
caza con el fuego de sus ametralladoras de tiro frontal. Por eso cuando
un “BF” o “FW” solitario atacaba a un “Peschka” solitario, el alemán
tenia bastante probabilidad de ser derribado.
Un
“Peschka” solitario durante la “caza libre” o en misión de
reconocimiento escapaba fácilmente de los cazas. Bajas en picado, coges
velocidad - ¡y adiós! Lo importante era detectarlos a tiempo.
Si los
alemanes no eran detectados a tiempo, un Pe-2 solitario podía hacer
frente a dos cazas, disparándoles y así quitándoles las ganas de atacar.
Estaba chupado. Una tripulación bien formada, no una tripulación “súper
formada” sino simplemente bien formada, tenia muchas posibilidades
contra una pareja de cazas.
Esta
claro que si la cantidad de cazas alemanes superaba a dos, “Peschka”
solitario tenía pocas posibilidades de ganar el combate. Un “Peschka”
solitario, a diferencia de un grupo de Pe-2 en formación, podía ser
atacado desde todos lados.
Una
vez me tocó realizar la misión de “caza libre”, pero resulto que el
“cazado” era yo. Era en el 1944, en Polonia. ¡Como me hicieron correr!
Era una pareja de “Messerschmitt”.
Tuve
que hacer de todo para librarme de ellos, pero éstos se agarraron y no
me querían dejar en paz. Incluso me metí en las nubes. (¡Allí es donde
pasé más miedo! Nadie me había enseñado “volar a siegas”. Durante los
primeros minutos, mientras recuperaba fuerzas, todo estaba en norma.
Pero luego empecé a tener la sensación de que la inclinación lateral iba
aumentando progresivamente. Miré los instrumentos – todo en orden, pero
la sensación era esta – el incremento progresivo del alabeo. Aguanté lo
que pude, y luego dije al resto de tripulación: “chicos, hemos de salir
de las nubes. No se si los Messerschmitt conseguirán derribarnos o no,
pero si seguimos así – seguro que nos estrellaremos contra el suelo”. Y
justo cuando salimos de las nubes – los alemanes ya estaban allí. Así
que todo empezó de nuevo).
Finalmente logramos separarnos de ellos, al parecer se les acabó el
combustible. Se habrán cansado, habrán dicho: “¡al carajo con este!” y
dieron la vuelta.
Nos
hicieron correr tanto que perdimos la orientación. La pérdida de
orientación total. Volábamos, veíamos unos bosques, ríos. ¿Pero que
bosques y que ríos eran? No nos aclarábamos. Le dije al operador de
radio que pidiera el rumbo hacia nuestra base. Me dice: “la tierra no
contesta”. Y así varios intentos fracasados. La calidad de nuestras
radios era baja.
Nos
metimos en un buen lío. Se nos acababa el combustible, haba que hacer
aterrizaje de emergencia. ¡Imagínate que vergüenza! Pero al final
pudimos averiguar nuestra posición: estábamos justo en el extremo del
mapa. Había una aldea en forma de ángulo. Resultó que estábamos al este
de la base. Dimos la vuelta. Al aterrizar, el mecánico me dio el
tradicional cigarrillo y me preguntó: “¿a donde os habéis metido?”. Le
contesté: “¿por que lo preguntas?” - pensando: ¿como se habrá enterado
éste? (Me hice el tonto). Me dice: “ustedes pasaron encima de la base y
os fuisteis lejos de aquí”.
Resultó que mientras yo y el navegador estábamos estudiado el mapa
extendido en el suelo de la cabina (la ventanilla de observación quedó
tapada), pasamos encima de nuestra propia base sin darnos cuenta. Así
que le contesté: “volábamos donde era necesario”, dándole entender que
éste no era asunto suyo.
Pero
lo más curioso no era esto. Normalmente el día empezaba así: todos los
especialistas del regimiento daba instrucciones a la tripulación que iba
a realizar una misión. Entre estos especialistas también estaba el Jefe
de Comunicaciones. Éste normalmente pronunciaba la típica frase:
“solicitar el rumbo en la frecuencia cooperativa”.
Cuando
aterrizamos, yo estaba cabreadísimo. Bajé del avión y dije a mi operador
de radio: “¡voy a matar a los putos indicadores de rumbo!” Y el me
contesta en voz baja: “por favor, no vaya”. Le digo: “¿Por qué no?” Y me
contesta: “¿que es “la frecuencia cooperativa”?”
Me
quedé parado. La “frecuencia cooperativa” ya estaba predeterminada, solo
tenia que pulsar el botón correspondiente. Le digo: “¿no sabes lo que es?
¿Por que no me has preguntado?” – y el me contestó: “tenia vergüenza…”.
“¡Burro!”
Mi
operador de radio era demasiado joven…
A.S: ¿Cual de los cazas se consideraba mas peligroso, “Messerschmitt” o
“Focke-Wulf”?
T.P.
“Focke-Wulf”. Llevaba un armamento más pesado, era más rápido. Tengo la
impresión de que era mejor que el “Messerschmitt”. Pero entró tarde en
servicio.
A.S. ¿Cuantos cazas alemanes normalmente intervenían para atacar a nueve
Pe-2?
T.P.
Habitualmente entre cuatro y ocho. A veces eran más, a veces menos. Al
final de la guerra podían atacar incluso en solitario. Normalmente la
cantidad de cazas atacantes era par, ya que la formación básica alemana
era una pareja de cazas.
Si los
bombarderos van en una formación “firme”, se cubren mutuamente unos a
otros, entonces un bombardero no puede ser atacado por más de dos cazas
simultáneamente, ya que ellos (los cazas) tienen limitadas las
direcciones de ataque. Así que por muchos cazas que haya, un mismo avión
puede ser atacado simultáneamente como mucho por dos cazas. Pero contra
una pareja de cazas el Pe-2 tenía muchas posibilidades.
El
peligro de una gran cantidad de cazas enemigos consiste en que ellos
pueden realizar muchos ataques seguidos con pequeños intervalos de
tiempo. Acabas de rechazar el ataque de una pareja – seguidamente te
acata la otra, y luego otra, y así sucesivamente. Si no pudiste detectar
a tiempo al atacante, o no te dio tiempo a reaccionar – estás perdido.
A.S. ¿Para detener el lanzamiento de bombas de un grupo de nueve Pe-2,
cuantos cazas se necesitan?
T.P.
Muchos. Es porque hay que derribar a varios bombarderos del grupo.
Para
impedir el lanzamiento de bombas de nueve bombarderos, hay que derribar
al líder del grupo. Pero el camino hacia el líder pasa por sus puntos.
Esto significa que hay que derribar a dos o a tres puntos, y éstos
cubrirán a su líder como sea, ya que el navegador del líder es quien
realiza los cálculos principales para el lanzamiento. Es el cerebro del
grupo, de él depende el resultado de la misión. El navegador del líder
ni siquiera dispara, solo se dedica a hacer cálculos. Derribar al líder
de una formación de nueve Pe-2 se convierte en un gran problema, ya que
el potencial defensivo del “Peschka” es muy alto. Para desviar del rumbo
a nueve Pe-2 hay que derribar por lo menos a 3 de ellos. Desviar del
rumbo a nueve Pe-2 era extremadamente difícil.
A.S. ¿Alguna vez en su regimiento derribaron a tres bombarderos durante
la misma misión?
T.P.
Una vez derribaron a 6 bombarderos, pero los alemanes tenían este lujo
solamente durante los dos primeros años de la guerra.
Al
final de la guerra, la oposición más fuerte de los cazas alemanes la
tuvimos cuando atacábamos a las refinerías húngaras. Estas regiones
estaban fuertemente protegidas por los cazas. Había un montón de cazas.
En aquel entonces a veces perdíamos hasta dos o tres aviones en la misma
misión, pero al líder – muy rara vez.
A.S. ¿Alguna vez os atacaron los cazas alemanes cuando estabais de
vuelta a la base después de eliminar el objetivo?
T.P.
Si que hubo casos, pero no se producían de forma sistemática. Es porque
atacar a los bombarderos una vez realicen su misión ya no tiene ningún
sentido. La misión de un caza consiste en no dejar que los bombarderos
enemigos lancen las bombas sobre el objetivo. Pero una vez lanzadas las
bombas, ¿que sentido tiene atacar a los bombarderos? Además, un
bombardero es mucho mas maniobrable cuando vas sin bombas, por tanto
tiene mas posibilidades de rechazar los ataques de los cazas.
Posiblemente atacaban por rabia, mas que nada. Te cargas a un montón de
tropas de tierra, ellos se cabreaban. A veces nos atacaban de vuelta,
pero nos atacaban mas a menudo cuando íbamos a hacia el objetivo.
Recuerdo un caso. Teníamos una misión de bombardear a Potsdam. No me
acuerdo la causa pero aquella vez íbamos en pareja. Creo que es por ser
demasiado “listos”: “somos unas fieras, lo podremos hacer en pareja si
nos da la gana”. Realizamos un bombardeo muy eficiente. Cuando
concluimos la misión, nos atacaron. Además, ellos iban “frescos”, con
depósitos de combustible llenos y con la carga de munición completa. Nos
lanzábamos de un lado a otro. Ellos intentaban cortarnos el camino hacia
el Este. Cuatro “Messerschmitt” contra una pareja de Pe-2. Nos hicieron
correr bastante. Pero nosotros no éramos novatos, rechazamos todos sus
ataques.
Si en
el año 1942 me hubieran dicho que dos bombarderos rechazaron el ataque
de cuatro “Messerschmitt”, yo hubiera contestado: “¡mentira!”. Pero mira…
En aquel combate con el fuego de las ametralladoras de tiro frontal me
cargué a uno de los alemanes. No podría afirmar que derribé a propósito,
pero si el tío era tonto y salió del ataque metiéndose delante de mis
ametralladoras… Aquel combate fue muy duro.
A.S. ¿Que considera Usted más peligroso: los cazas o las baterías
antiaéreas?
T.P.
Al principio de la guerra – los cazas, al final – los antiaéreos.
Los
antiaéreos alemanes hacían unos agujeros enormes y feos. Pasar un
cinturón de la defensa antiaérea fija no era nada fácil (al final de la
guerra nos encontrábamos precisamente con este tipo de defensas
antiaéreas). En el territorio de Alemania había varios cinturones de
defensa antiaérea fija. En aquel entonces dejamos de considerar como un
problema a la artillería antiaérea de pequeño calibre.
Los
alemanes empezaron a disponer de una cosa que nosotros en aquel momento
aun desconocíamos.
Era el
guiado por radar de los cañones antiaéreos. Nos encontramos con esto
cuando empezamos a operar en el territorio de Alemania. Esto ocurrió de
forma siguiente: habitualmente, cuando entras en la zona de fuego de
defensa antiaérea, éstos empiezan a disparar, realizando primero unos
tiros de reglaje. Y los tiros de reglaje muy rara vez alcanzaban a un
avión. O se equivocaban en calcular la altitud, o la velocidad. Y así
pasaba en Ucrania, así fue en Polonia. Pero aquí – no, vas volando - ¡ni
un disparo! ¡Es como si estos bastardos se hubieran muerto todos! Es una
sensación muy desagradable. Vas volando y piensas: “¡disparad de una
puta vez, cabrones!”. De golpe abren fuego – ¡y aciertan! ¡Acertaban
correctamente en altitud y en velocidad! Cuando íbamos nueve,
habitualmente perdíamos a un avión por una sola salva. Menos mal que les
daba tiempo a realizar solamente una salva, sino nos hubieran derribado
a todos.
A.S. Y nosotros, ¿utilizábamos los radares?
T.P.
En el 1944, al final del año, nos llevaron a un aeródromo vecino. Nos
enseñaron una maquina con la antena en forma de cuernos. Nos dijeron:
“esto es un radar, con antena de modelo Udoyagi”. La diseño un japonés,
nunca lo olvidaré. “Esta maquina detecta a los aviones, y para que no os
confundan con el enemigo, tenéis que activar el sistema de
identificación “amigo-enemigo”.”
Este
sistema de identificación ya venia instalado en nuestros aviones, pero
que es y para que sirve – nadie lo sabía. A principio lo activábamos,
pero al final lo dejamos. Pensábamos que estos dispositivos permitían a
los alemanes a detéctanos con mayor facilidad.
Recuerdo que en Ucrania, en la tierra, a veces encontrábamos un montón
de cintas de papel de aluminio. Sabíamos que los americanos las lanzaban
desde sus B-17, pero para que – no lo sabíamos. No teníamos ni idea.
Después nos dijeron que era para provocar interferencias en los radares.
En aquel entonces nosotros sabíamos poco sobre los radares.
A.S. ¿Ustedes sabían a que cuerpos de Luftwaffe se enfrentaban?
T.P.
Por su puesto que si. No sabíamos con exactitud su designación, pero los
distinguíamos por sus escudos. En Berlín nos enfrentábamos a los
“Messerschmitt”, que tenían dibujado un diablo de color rojo con un arco
y una cola en forma de flecha. Lo sabíamos seguro. Estos tíos eran muy
buenos, así que había que tener mucho cuidado con ellos. Les llamábamos
“Diablos rojos”.
A.S. ¿Como empezaban los combates con los cazas? ¿Había una estrategia
repetitiva, una “plantilla”?
T.P.
No. No era repetitiva. Cada vez era diferente, cada vez atacaban de
repente. ¿Como lo conseguían? Vete a saber, hace un momento no había
nadie y de repente aparecían. Los alemanes eran unos adversarios bien
formados, disciplinados, sabían lo que hacían. Todos estos cuentos sobre
la cobardía y la estupidez de los alemanes – son fabulas de los
comisarios políticos. Yo cuando oía esos comentarios les decía: un tío
tan valiente y tan inteligente como tú no duraría ni un instante en un
combate contra uno de estos “estúpidos cobardes”.
Al
final de la guerra, a veces, algunos cazas alemanes nos seguían y se
metían en la zona de fuego de las baterías antiaéreas – ¡eran unos
auténticos camicazes!