Yak-1B
A.S.
En su opinión, ¿cuales son los puntos fuertes y débiles de los pilotos
de caza alemanes?
I.K.
Eran
muy calculadores. Este era su principal punto fuerte pero a la vez el
principal punto débil. Tenían demasiadas ganas de sobrevivir.
Los
pilotos alemanes tenían una regla “santa”: ¡nunca realizar el combate en
desventaja! Esta regla era seguida por los pilotos alemanes con la
famosa puntualidad alemana. En un combate prever el comportamiento de un
piloto alemán era fácil: el alemán siempre escogerá la opción menos
arriesgada. Los alemanes no eran cobardes (en este aspecto yo no me
estoy engañando), simplemente se trataba del puro cálculo. Y
curiosamente este fenómeno se revelaba en todos los pilotos alemanes,
tanto los expertos como los no tan expertos.
Según
mis propias experiencias, vi varios combates, cuando los alemanes no
podían haberlos ganado de ninguna manera precisamente por ser tan
calculadores. En aquellos casos paga ganar había que arriesgar –
entonces hubieran ganado seguro. Pero ellos no se arriesgaban.
A.S.
¿Los alemanes tenían pilotos mal preparados?
I.K.
Tenían de todo, igual que nosotros. Aunque cuando yo empecé a luchar, en
el año 1943, los alemanes aun tenían muchos pilotos bien preparados.
Preparados precisamente en las academias. Nuestro servicio de
inteligencia nos informaba (lo recuerdo muy bien) que la mayoría de los
pilotos alemanes que llegaban de refuerzo al frente (a los que nosotros
normalmente derribábamos), estaban preparados mediante unos cursos
“reducidos” o intensivos, con tan solo 100 horas de vuelo realizadas con
el Messerschmitt en las academias. Eran “reducidos” porque antes eran
200, o incluso 300 horas. ¿Comprendes? Para los alemanes las 100 horas
de vuelo era un “programa de estudios reducido”. Sin lugar a dudas
nuestra preparación en las academias era sensiblemente peor.
A
medida que transcurría la guerra, el nivel de los pilotos alemanes iba
empeorando. Además, los pilotos expertos ya no estaban tan motivados
para entrar en combate, dejaron de enfrentarse seriamente a nosotros.
En el
año 1943 cuando yo llegué al frente, la proporción entre pilotos
alemanes expertos y pilotos inexpertos era aproximadamente mitad y mitad.
Luego la cantidad de los pilotos expertos iba disminuyendo, y ya en el
año 1944 las proporciones eran así: los pilotos expertos representaban
apenas una cuarta parte de todos los pilotos de caza alemanes.
El
gran punto fuerte de los alemanes era el siguiente: ellos siempre sabían
crear una superioridad numérica. Incluso en los años 1944-45 a veces nos
atacaban grupos de cazas alemanes formados por 16-20 aviones. ¡Y esto
contra los 8-12 “Yak”! Otra cosa es que ya en estos tiempos, incluso
teniendo una superioridad numérica como esta, los alemanes entraban en
combate con muy pocas ganas. Ya no eran aquellos pilotos alemanes como
en el año 1943.
A.S.
El as francés más eficiente P. Klostermann describió a Luftwaffe del año
1944 de la siguiente forma: “… Al parecer, en Luftwaffe no había pilotos
de “nivel medio”, y a todos los pilotos alemanes se les podía clasificar
en dos categorías bastante bien definidas: los ases, que representaban
un 15-20% del total, los que realmente superaban el nivel de los pilotos
aliados. El resto - no se merecían ninguna atención. Eran audaces, pero
no eran capaces de sacar el máximo provecho de su avión….” (Cita aquí y
a partir de ahora: P. Klostermann: “El gran show”. M.: ZAO Centrpoligraf,
2004.). ¿Es decir, esto coincide con su opinión?
I.K.
Si,
coincide.
Efectivamente, la mayoría de los pilotos alemanes no supieron sacar de
su avión todo aquello que este avión era capaz de darles. En un combate
esto se notaba enseguida. Seguramente era porque ellos preferían no
entrar en combates maniobrables. Alcanzaban altitud, picaban, pegaban
cuatro tiros y se retiraban en picado - ¡adiós!
Y yo
no les definiría como “audaces” (la audacia es algo más que la falta de
cobardía). En caso de los alemanes, la audacia siempre era acompañada
por la maestría. Siempre. Y cuanto más experto era el piloto alemán, más
activo y más ofensivo era su combate maniobrable. Y cuando el piloto
alemán se arriesgaba a entrar en un combate maniobrable, “uno contra uno”,
entonces créeme – te estas enfrentando a un luchador de la clase suprema.
En
una ocasión me enfrenté fuertemente a uno de estos “extra-luchadores”.
Aquel combate estaba basado en virajes. Era un Bf-109G de tres armas.
Resultó ser así: acabábamos de despegar con los Shturmovík, ni siquiera
habíamos cruzado la línea del frente cuando se nos echaron encima los
Messerschmitt. Yo era líder de la pareja “superior”. Nosotros les
detectamos desde lejos, y mi comandante del escuadrón, Sókolov, me
ordenó: “¡Iván! ¡Una pareja de “delgados” arriba! ¡Ataca!” (“delgado”
– es como llamaban a los Messerschmitt en el Ejercito Rojo. Nota de HR).
Y fue
cuando nuestra pareja de Yak-1 se encontró con la pareja de los “ciento
nueve”. Los alemanes resultaron ser testarudos, entraron en combate
maniobrable. Durante el combate yo y el líder de la pareja alemana nos
separamos de nuestros puntos. Los dos estuvimos dando vueltas unos 20
minutos. ¡Nos encontrábamos y nos separábamos, encontrábamos y nos
separábamos! ¡Ninguno de los dos quería ceder! Yo hacia de todo para
poder ponerme en su cola – literalmente colocaba a mi “Yak” “sobre el
ala” – ¡pero no lo conseguía! Mientras dábamos vueltas, perdimos la
velocidad al mínimo permitido, aun no consigo entender - ¿como no nos
caímos en barrena?.. Luego nos separábamos, dábamos un circulo más
grande, descansábamos y volvíamos a luchar – con la palanca del gas a
tope, y haciendo virajes lo más cortos posible.
Todo
acabó de siguiente forma: al salir del viraje, casualmente nos colocamos
“ala con ala” – ¡y comenzamos a volar en misma dirección! El alemán me
miraba a mí, yo le miraba a el. La situación era patética. Pude observar
al piloto alemán con el mínimo detalle: en la cabina estaba sentado un
muchacho joven, en la cabeza llevaba puesta una gorra-red (recuerdo que
en aquel preciso momento le tuve una envidia… pensé: “¡que suerte
tienes, hijo de la grandísima puta!” – es que a mi el sudor me caía a
chorros debajo del casco).
No
tenía claro qué hacer en esta situación. Si uno de nosotros hubiera
intentado salir realizando el viraje – el otro le hubiera fusilado en un
instante. Si hubiera intentado salir en vertical – el otro también lo
hubiera fusilado, para esto solamente había que levantar el morro del
avión. Antes, mientras estábamos “dando vueltas”, el único pensamiento
que tenia era “derribar a ese hijoputa”. Pero cuando “me enfrié” un poco,
comprendí que mi situación no era “para tirar cohetes”. Primero, porque
el alemán me “ató” en el combate, me separó del resto de la escolta de
los Shturmovík. Y no lo quiera Dios que mientras tanto hubieran
derribado a alguno de los Shturmovik ya que cuando hubiera aterrizado en
la base, “me arrancarían la cabeza”. Y eso a pesar de que era el
comandante del escuadrón quien me dio la orden de realizar este combate,
pero es que resulta que yo, entrando en un combate prolongado, “fui a
por el derribo”, “para ganar los puntos”, y pasé olímpicamente de la
misión principal que consistía en defender a los IL-2. A ver como lo
explicas luego a tus superiores, por que no pude separarme de los
alemanes. Demuestra que “no eres un camello”.
Segundo – si en este momento hubiera aparecido un solo Messerschmitt
más, seria mi final, ya que yo estaba “atado por los pies y por las
manos”. Pero por lo visto el alemán tenía los mismos pensamientos que
yo. Por lo menos, seguro que habrá pensado en la posible aparición de
otro “Yak”.
Miro
– y veo que el alemán se va separando poco a poco hacia un lado. Yo me
hago el despistado para mostrarle que “no había visto nada”. El alemán
“se tumbó de un ala” y entró en un picado muy pronunciado. Yo – la
palanca de gas a tope - ¡y para el lado contrario! ¡Vete a tomar por
saco! Cuando aterrice, la primera pregunta que hice – “¿Tenemos bajas?”
– “No. Todos volvieron sanos y salvos.
Tanto
los “nuestros”
como
los IL-2”.
Uffff….
A.S.
¿Pero por que Usted no pudo con aquel alemán? A grandes rasgos, la
situación se volvía a su favor: era un combate prolongado, la velocidad
estaba perdida, lo que no permitía al piloto alemán aprovechar la
ventaja de su Messerschmitt en maniobras verticales. Pero finalmente el
combate quedo “empatado”.
I.K.
¿Por qué? Lo primero y lo más importante – ¡es que en la cabina del
Messerschmitt estaba sentado un piloto extraordinario! Por eso no pude
con el.
Lo
demás no es tan importante.
¡Lo
más importante es el piloto!
A.S.
¿Y? ¿Qué es esto que “no es tan importante”?
I.K.
Había dado muchas vueltas sobre el tema… A mi juicio, tenia suficiente
combustible en los depósitos…. Acabábamos de despegar… Si los alemanes
nos hubieran atacado unos 10-15 minutos más tarde… Ahora no tiene
sentido estar dando vueltas sobre el asunto. Suficiente, insuficiente…
Había, no había… ¡El piloto alemán era buenísimo! De esto estoy
segurísimo.
A.S.
¿Es verdad que los alemanes evitaban realizar ataques frontales?
I.K.
Es verdad.
A.S.
¿Qué opina: hasta que punto la superioridad del Messerschmitt en
velocidad máxima estaba influenciada por las tácticas de combate? Porque
según sus palabras, ellos en la mayoría de los casos empezaban el
combate, disponiendo de una ventaja en altitud.
I.K.
Te lo diré así: la superioridad del Messerschmitt en velocidad máxima
también dependía de la táctica utilizada. ¿Hasta que punto? No te lo
sabría decir exactamente.
A.S.
A mi me dio la impresión que Usted tenia envida a los pilotos de caza
alemanes.
I.K.
Para ser sincero…. Si,
les
tenía envidia.
Tenían la plena libertad de acción.
“Entro en combate cuando me da la gana, salgo – cuando me lo parezca”. ¡Este
es el verdadero sueño de un piloto de caza! Pero en mi caso no era así –
yo era como un perro encadenado, estaba obligado a dar vueltas alrededor
de los IL-2. Sin velocidad, sin altitud… Claro que les tenía envidia.
Como te decía antes, los alemanes tenían una regla: nunca entrar en
combate, estando en condiciones desfavorables. Si yo hubiera intentado
seguir esta regla, me hubieran juzgado por el Tribunal de Guerra.
A.S.
¿Y si por una “fuerza mayor”, por algunos acontecimientos
extraordinarios, cuando la situación operativa les obligaba a entrar en
combate, sin tener en cuenta las condiciones, incluso en desventaja? “La
guerra – es la crisis permanente” – este dicho ya existía en aquel
entonces. Siempre se puede acabar en una situación, cuando hay que
utilizar “lo que hay” y no “aquello que se debería”. ¿Cómo se
comportaban los pilotos alemanes en estos casos?
I.K.
Los alemanes no tenían “fuerzas mayores” ni situaciones especiales. Sea
como sea la situación - si ellos consideraban que seguir en el combate
no les conviene – lo abortaban enseguida y se retiraban. O simplemente,
ni siquiera entraban en combate. Al parecer, en el ejército alemán
cuidaban mucho a sus pilotos, por esto les concedían estas libertades.
En el
ejército alemán los pilotos eran la elite. Esto se notaba enseguida
incluso por su aspecto físico. Cuando derribábamos a los alemanes, nos
los traían para enseñar. ¡Te lo juro, era para envidiarles, de verdad! A
veces derribas a uno – se le ve que es un mocoso desgraciado, no tiene
ni idea de nada, ¡pero esta equipado “de primera”! El mono, el uniforme
– todo recién salido de fabrica, el casco-rejilla – para que no le sude
la cabeza, los guantes de piel extrasuave – para “sentir” mejor el mando
del avión, las gafas con cristales oscurecidos – para que no moleste el
sol, las botas de cordón alto – para que no se le caigan por culpa del
golpe aerodinámico por si le toca saltar con paracaídas… Que te voy a
decir, los alemanes apreciaban mucho a sus pilotos.
A.S.
¿Y en nuestro ejercito, como trataban a los pilotos?
I.K.
El trato era bueno, pero hay un dicho: “no hay nadie insustituible”.
Nosotros sabíamos perfectamente que en caso de necesidad nuestros
comandantes nos mandaran a morir sin dudar ni un instante. ¿Y tú que
pensabas? Las raciones de comida las dan para algo, hay que ganarlas,
incluso de esta forma, cuando de un día para otro te mandan a la muerte.
Y tú despegas sabiéndolo. Sin discusiones.
En
nuestras fuerzas armadas lo prioritario era el cumplimiento de la misión,
las opiniones y los deseos de los pilotos nunca eran tomados en
consideración. Evidentemente los Estados planificaban las operaciones
bélicas siempre intentando tener en cuenta que las posibilidades de la
maquinaria disponible tienen que estar acorde al tipo de misión: los
“Yak” – para escoltar los IL-2, los “Cobra” – para intercepción y para
“limpieza” del sector, los “La” – para escoltar a los Pe-2, para la
“caza libre”, para combates maniobrables. Esta “especialización” se
tomaba en cuenta, por su puesto que si. Pero cuando surgía una necesidad
operativa, esta “especialización” se la pasaban por los huevos.
Supongamos que nuestro servicio de reconocimiento detecta una
concentración de tropas alemanas. Enseguida mandan a los IL-2. Pero en
este momento resulta que no se dispone de los “Yak” para escoltar a los
IL-2. Y tampoco hay “Lávochkin” (mejor dicho, si los hay, pero no existe
la posibilidad de prepararlos rápidamente para la misión). Pero hay
“Cobras”.
Ya
esta.
La
solución esta encontrada – y empiezan a despegar unas “planchas” para
defender a otras “planchas”. Porque “Airacobra” a bajas altitudes
también es una “plancha”, como un IL-2. Pero resulta que en el sector
que hemos de atacar hay Messerschmitt…. De allí vienen las bajas.
Otro
escenario. Nuestro servicio de reconocimiento en la retaguardia
operativa alemana detecta, cómo en una estación ferroviaria se están
descargando carros de combate e infantería alemana. Y además, el mismo
servicio de reconocimiento nos informa que la descarga de la tropa esta
defendida por unas grandes agrupaciones de Messerschmitt, ocupando todos
los escalones de altitudes - desde 3000 hasta 7000 metros. Nuestros
mandos toman la decisión momentáneamente: realizar el ataque la estación
de forma urgente mediante 18 o 27 Pe-2 (dos o tres grupos de Pe-2, cada
uno en formación de nueve). Pero resulta que en este preciso momento no
hay ni “Lávochkin” ni “Cobras” disponibles para configurar la escolta.
Pero en cambio, hay “Yak”. ¡Ningún problema! Enseguida asignan un grupo
de “Yak” para “limpiar” la zona. Este grupo tiene que atar en combate a
los Messerschmitt sobre los 7000 metros de altitud. ¡Al ataque,
muchachos! ¿Te puedes imaginar como es el combate entre un “Yak” y un
“Messerschmitt” a 7000 metros? Te diré que esta tarea no es para los
débiles. Pero nosotros luchábamos, no nos íbamos corriendo a casa. De
nuevo, más bajas.
¿Pero
para que hablar de los demás? ¿Te dije antes que no nos solían enviar a
bombardear o realizar ataques al suelo en sectores con fuerte oposición
de artillería antiaérea? Pues eso, en Gubino (donde yo disparaba en los
carros de combate alemanes con un Yak-9T) el fuego de artillería
antiaérea era fortísimo, era una autentica picadora de carne. Los
alemanes trajeron allí una brutal cantidad de cañones antiaéreos (por lo
visto ya no confiaban en sus cazas). Nuestro servicio de reconocimiento
descubrió esta agrupación de carros de combate cuando ya era demasiado
tarde, cuando esta agrupación ya estaba preparada para entrar en acción.
Por esto lanzaron todos los medios disponibles para aniquilarla, incluso
a nosotros – a los cazas. Aunque con tanta densidad de fuego de
artillería los cazas no pueden atacar al suelo. ¡El fuego de los
Oerlikon era extremadamente denso! Pero la situación obligó a los mandos
a lanzarnos al ataque.
Así
es como luchábamos.
Si
hemos de comparar nuestras bajas con las alemanas, nosotros siempre
sufríamos más. Tanto en combates aéreos, como por culpa de la artillería
antiaérea. Es porque nosotros no podíamos elegir ni podíamos escapar.
Búscate la vida como puedas, pero ni se te ocurra escapar.
A.S.
Entiendo. Esta victoria nos costo demasiada sangre.
I.K.
¿Y tu que pensabas? Créeme, perdimos mucha sangre en esta guerra.
Si te
digo la verdad, a veces no entendía nada en la lógica del comportamiento
de los pilotos alemanes. Imagínate: nosotros vamos los seis cazas a
patrullar un determinado sector, vamos a 3000 metros. El puesto de
guiado nos informa: ““Sókol”, atención, sobre los 3500 metros se os
están acercando ocho Messerschmitt”. Vale, nosotros realizamos un “giro
de combate” y ya estamos sobre los 4000 metros.
Llegan los ocho Messerschmitt, pero nosotros ya estamos más alto. ¿Que
tienen que hacer los alemanes? En teoría, están obligados a entrar en
combate con nosotros. Pero en este escenario estarían obligados a
aceptar el combate basado en maniobras horizontales, dado que perderían
velocidad en caso de atacarnos realizando maniobras verticales. ¿Y que
hacen los alemanes? Enchufan la sobrealimentación del motor, entran en
picado y se van de lado – para ganar la altitud. Mientras los alemanes
están ganando la altitud, el puesto de mando nos informa del nuevo
objetivo: “¡Atención! Se acercan
18 “Junkers-88”!
¡Atacarlos
de inmediato!”.
Nosotros entramos en picado y nos dirigimos hacia Junkers. Los Junkers
al ver que les están a punto de atacar los cazas soviéticos, enseguida
se desprenden de sus bombas, se dan la vuelta y “para casa”, a toda
pastilla.
El
bombardeo fue frustrado. Nosotros – a perseguir a los Junkers. Ellos –
intentando escaparse de nosotros. Miramos hacia atrás – los
Messerschmitt van detrás de nosotros, y con ventaja en altitud. Están
picando para poder alcanzarnos. Y se están acercando.
Hmmm…
Las ganas de derribar a un Junkers son grandes, pero tampoco es para
morir en vano. Realizamos un “giro de combate” y seguidamente realizamos
un ataque frontal sobre los Messerschmitt. Ellos no aceptan el combate,
se retiran en encabritado. Ya esta, fin del combate.
Aterrizamos contentos: “Que tíos, ¿visteis como les hemos espantado? ¡De
coña!”. Pero luego me ponía a pensar: vale que hemos frustrado el
bombardeo, pero los alemanes – ¿para que carajo vinieron? ¿Su misión
tenia algún sentido?
A.S.
Al menos, los Messerschmitt defendieron a sus bombarderos – ustedes no
derribaron a ninguno de ellos.
I.K.
Bueno, si te pones a pensar desde este punto de vista…